¡Qué alegría siento al poder expresar mi agradecimiento por la Ciencia Cristiana!
Crecí en un hogar en el cual se estudiaba y se practicaba la Ciencia, y asistí a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana hasta los veinte años. Más tarde, me casé y tuve cuatro niños encantadores, quienes también asistieron a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.
Sin embargo, cuando mis hijos crecieron y después de haberme divorciado, me alejé de la Ciencia por varios años. Durante esa época, tuve un accidente y sufrí una herida en el oído derecho. Sufriendo un terrible dolor, me llevaron a la sala de emergencias de un hospital de la localidad. El médico de turno, después de examinarme, me dijo que el tímpano había sido perforado, y que no podría oír con ese oído. Me dieron medicinas para aliviar el dolor y me dieron de alta.
Durante los siguientes años, fui a examinarme a clínicas especializadas en el tratamiento del nervio auditivo. Siempre me dieron la misma respuesta: pérdida del oído y daño irreparable. Así que acepté esto, y me ajusté lo mejor que pude a la situación.
Hace cinco años, cuando mi padre me estaba visitando, asistí con él a los cultos religiosos de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico. Pronto me di cuenta de que había vuelto a encontrar mi hogar. Después, me hice miembro de esta filial.
Hace más de dos años, cuando comencé gozosamente a servir un término como Primera Lectora de mi iglesia, uno de los miembros me pidió si podía preparar una lectura sobre “oír” para una de las reuniones de testimonios de los miércoles. Varias semanas después, cuando estaba pensando devotamente sobre un tema para el siguiente miércoles, recordé la petición del miembro y me dediqué a estudiar varias referencias.
Una que tuvo un profundo significado para mí se encuentra en la página 488 de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy: “Sólo la Mente posee todas las facultades, toda la percepción y comprensión”. En la misma página, un poco más adelante, se lee: “Si fuera posible que los verdaderos sentidos del hombre se dañaran, el Alma podría reproducirlos en toda su perfección; pero ellos no pueden ser perturbados ni destruidos, puesto que existen en la Mente inmortal, no en la materia”.
Como una semana más tarde, mientras estaba leyendo en casa, repentinamente oí el agudo ruido de un motor. Caminé por toda la casa hasta encontrar la causa del ruido. ¡Era mi “silenciosa refrigeradora”! Entonces me di cuenta de que podía oír claramente. ¡Qué alegría! ¡Qué gratitud! Estaba en realidad expresando la compleción de Dios. Comprendí que había tocado el borde del manto de Cristo. Esta curación ha sido permanente.
Mis otras curaciones han incluido las de sinusitis, infecciones de la vejiga, insolación y parálisis, para nombrar sólo unas pocas. También he sido bendecida en mi segundo matrimonio con un esposo muy afectuoso. Aunque no es Científico Cristiano, siempre me apoya en los esfuerzos que hago por medio de la oración. Mi gratitud por la Ciencia Cristiana es inmensa.
Hot Springs, Arkansas, E.U.A.