¡Qué alegría siento al poder expresar mi agradecimiento por la Ciencia Cristiana!
Crecí en un hogar en el cual se estudiaba y se practicaba la Ciencia, y asistí a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana hasta los veinte años. Más tarde, me casé y tuve cuatro niños encantadores, quienes también asistieron a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.
Sin embargo, cuando mis hijos crecieron y después de haberme divorciado, me alejé de la Ciencia por varios años. Durante esa época, tuve un accidente y sufrí una herida en el oído derecho. Sufriendo un terrible dolor, me llevaron a la sala de emergencias de un hospital de la localidad. El médico de turno, después de examinarme, me dijo que el tímpano había sido perforado, y que no podría oír con ese oído. Me dieron medicinas para aliviar el dolor y me dieron de alta.
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