“Yo estuve allí, pero en segundo plano, como siempre”. M. Adelaide Still, reminiscencias, Archivos y Biblioteca de La Iglesia Madre. Estas palabras nos dicen mucho sobre el carácter de su autora, Minnie Adelaide Still, que durante los últimos tres años y medio de la vida de la Sra. Eddy se desempeñó como su mucama y asistente personal.
Cuando la Sra. Eddy entrevistó a la Srta. Still para el empleo, le preguntó si había llegado a la Ciencia Cristiana en busca de curación física. La Srta. Still le respondió: ”No, sino porque anhelaba conocer la verdad acerca de Dios”.Ibid.
El profundo anhelo de la Srta. Still por la verdad espiritual quizás haya sido intensificado debido a experiencias muy difíciles que había tenido. Nacida en una familia inglesa de clase obrera, fue la mayor de cuatro hermanos. Cuando su padre perdió el empleo por motivos de enfermedad, Adelaide, de catorce años de edad, tuvo que dejar la escuela y dedicarse al servicio doméstico. La muerte de su padre, uno o dos años después, trajo tales dificultades a la familia que, según sus palabras: “Yo no podía entender cómo Dios podía permitirlo”.Ibid.
A la edad de veintisiete años, se despertó su interés por la Ciencia Cristiana, cuando su maestra de la Escuela Dominical Congregacional presentó el tema en una clase sobre la Biblia. Al cabo de dos años, ya se había afiliado a una iglesia filial y a La Iglesia Madre, y había tomado instrucción en clase Primaria. En 1906, su testimonio de curación fue publicado en el Christian Science Sentinel. Ver Sentinel, Tomo 9, 6 de octubre de 1906, págs. 92–93.
Ese mismo año vino a los Estados Unidos. Una familia de Científicos Cristianos la empleó como niñera. Cuando, un año después, se la llamó para trabajar en la casa de la Sra. Eddy, la Srta. Still traía consigo mucho más que sus veinte años de experiencia en el servicio doméstico. A través de su estudio de Ciencia, se había convertido, de hecho, en una sierva de Dios.
Un informe a la Sra. Eddy sobre la Srta. Still, es revelador: ”Ha tenido... considerable experiencia en la práctica de la Ciencia Cristiana, curando la pretensión de reumatismo crónico en un sólo tratamiento, también fiebre tifoidea, miembros infectados... Ha demostrado tener valor, que es capaz de pensar por sí misma, y que está acostumbrada al trabajo arduo”. Daisette D. S. MacKenzie, carta a la Sra. Eddy, 1.° de enero de 1907, Archivos. Evidentemente, los trabajadores en la casa de la Sra. Eddy, incluso los ayudantes domésticos, necesitaban un entendimiento espiritual y firme.
Las tareas de la Srta. Still incluían servir las comidas a la Sra. Eddy, preparar su ropa, ayudarla a arreglarse el cabello, y estar siempre a su disposición. A pedido de la Sra. Eddy, la Srta. Still participaba de las lecciones metafísicas que la Sra. Eddy impartía a algunos de los trabajadores en su casa. Uno de esos trabajadores, William Rathvon, escribió sobre el gran respeto que sentía por la contribución de la Srta. Still: ”... entiende la parte técnica de sus obligaciones completamente, y está demostrando que es firme como el hierro y leal como el más fiel de los antiguos o nuevos trabajadores”. William R. Rathvon, reminiscencias, Archivos.
La Srta. Still pasaba casi todo momento del día con la Sra. Eddy en su estudio o en un cuarto contiguo con la puerta abierta. Ella estuvo presente en ocasiones tan trascendentales como cuando la Sra. Eddy fue perseguida y reivindicada durante el juicio de los “Amigos cercanos” en 1907, y cuando se mudó de Concord, New Hampshire, a Chestnut Hill, Massachusetts. La Srta. Still también estuvo presente cuando la Sra. Eddy recibió el primer ejemplar del The Christian Science Monitor en la víspera del día de Acción de Gracias, en 1908.
Pero la Srta. Still también fue testigo de ocasiones menos dramáticas: los cantos dominicales cuando la Sra. Eddy y el personal de su casa se reunían en su estudio, o durante los relatos de la Sra. Eddy sobre sus luchas y curaciones, o el día en que sus dos pequeños nietos la visitaron por última vez.
Minnie Adelaide Still fue uno de los últimos sobrevivientes de los miembros de la casa de la Sra. Eddy. Lo que la Srta. Still escribió en una ocasión a un conocido suyo puede dirigirse a nosotros también: “Como usted puede imaginarse muchos estudiantes vienen a verme para oír acerca de nuestra Guía... He tratado de que mantengan en su pensamiento la gran obra que ella realizó, pero también les he dicho que gran parte de su demostración fue a través de tribulaciones etc., y que nosotros le debemos gratitud imperecedera por su constancia y fidelidad al dar esta gran Verdad al mundo”. Carta de Still a Guy Parkhurst Estes (sin fecha), Archivos.
¿Y acaso no tenemos también una deuda de gratitud con la fiel mucama inglesa que estuvo siempre allí con la Sra. Eddy, aunque “en segundo plano, como siempre”?