Durante mi adolescencia y ya en la universidad, indagué acerca de varias religiones y llegué a la conclusión de que, si existía algún Dios, no era posible conocerlo. Las clases de filosofía que había tomado mostraban los inútiles intentos de la humanidad de probar la existencia de Dios sobre la base de razonamientos lógicos humanos, y me llevaron a investigar las drogas alucinógenas como una manera de encontrar un significado más profundo para mi vida.
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