La gente consume mucho tiempo y energía buscando el "empleo apropiado". Algunos lo encuentran. Otros no quedan satisfechos.
Se da mucha importancia al currículum vitae y a la experiencia, a los logros alcanzados y hasta a las equivocaciones del pasado. Pero, ¿qué decir de la oración? ¿Es justo esperar que el recurrir a Dios realmente nos ayude cuando tratamos de saber qué pasos debemos tomar en nuestra profesión? Cuando buscamos un nuevo empleo o tratamos de lograr un ascenso en el empleo actual, damos los datos de nuestras credenciales con la mayor exactitud posible. Pero sabemos que ciertas cosas, tal vez algunas de nuestras mejores aptitudes, no se pueden apreciar con suficiente claridad por escrito o en una entrevista.
Entonces, ¿acaso no es más importante el apreciar mediante la oración estas aptitudes que el currículum y las entrevistas? Por supuesto que es necesario tomar los pasos prácticos y apropiados pero, en el análisis final, se debe dar prioridad a la comprensión, por medio de la oración, de que el hombre es el hijo de Dios, Su expresión espiritual o reflejo y que, por lo tanto, incluye todos los atributos divinos e infinitos, tales como inteligencia, armonía, fortaleza. Podemos reclamar estas cualidades como propias y esforzarnos para practicarlas fielmente en nuestra vida.
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