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¿Qué podemos hacer por los desamparados?

Del número de abril de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Estaba en otro país, sin ahorros, y me habían despedido de mi empleo. La habitación donde me hospedaba era parte del contrato salarial. Ahora sólo tenía dos semanas para encontrar un lugar donde vivir y la manera de pagar por él.

No recuerdo ahora cómo oré, pero sé que ciertamente ¡oré! Con mi familia a miles de kilómetros de distancia, estaba sola, y tenía miedo. Fue entonces cuando empecé a comprender que mi hogar no estaba realmente definido por las paredes donde pudieran estar mis pertenencias. Mi hogar era donde yo vivía mentalmente.

Necesitaba establecer mi hogar en el pensamiento como un concepto espiritual, y comprender que, debido a que Dios es la fuente de todo bien, nada podía faltarme, incluso un hogar. Ciencia y Salud por la Sra. Eddy explica: "La comprensión, aun en cierto grado, del Todopoder divino destruye el temor y planta nuestros pies en la senda verdadera — la senda que conduce hacia la casa no hecha de manos, 'eterna, en los cielos'".Ciencia y Salud, pág. 454.

Cuando era niña, suponía que el hogar era algo que mis padres proveían. Y siempre habían provisto uno muy confortable. Ahora necesitaba comprender que mi hogar verdadero — y no sólo el mío, sino el de todos — está provisto por nuestro Padre-Madre Dios. Puesto que Dios es Espíritu, el hogar verdadero es espiritual. Por lo tanto, es sustancial, ilimitado, bello y permanente. (Me imagino que lo de permanente era especialmente importante para mí en ese momento.) En términos prácticos eso significaba que a medida que comprendiera que mi hogar verdadero era espiritual y permanente, vería que, ciertamente, no se me podía echar fuera de ese hogar. También empecé a ver, por ejemplo, que no tiene por qué haber contiendas para hallar una vivienda, puesto que la morada verdadera del hombre siempre está en el Espíritu infinito, Dios. Tampoco tenía que conformarme con algo de segunda clase, puesto que la creación de Dios es enteramente buena.

Ocurrió que una amiga me llevó a vivir con ella hasta que pudiera alquilar un cuarto. Más tarde, encontré un trabajo que también me proveyó alojamiento. En los años siguientes, siempre que me mudé, mi lugar de residencia expresó en mayor medida el concepto elevado de hogar que había descubierto. Si bien ahora tengo casa propia, aprendo cada día más lo que realmente es el hogar, y ¡ciertamente espero que este crecimiento espiritual nunca termine!

Es posible que no conozcamos personalmente a alguien que carezca de un hogar o que se vea amenazado con perder el que tiene. Y si lo conocemos, tal vez no estemos en posición de alojar a esa persona o proveerle algo más que una ayuda temporaria. Entonces, ¿qué podemos hacer por los desamparados? ¿Puede ayudarnos el tener un concepto más espiritual del hogar a hacer algo por el desamparo de otros?

Las personas y familias que no tienen hogar necesitan de soluciones verdaderas, soluciones que realmente respondan a sus necesidades. Nadie se beneficia con sólo considerar a los desamparados como si fueran una estadística abstracta “allá afuera”.

Cristo Jesús no “solucionó” el problema de la lepra de una manera abstracta. El realmente sanó a personas que padecían de lepra y de otras formas de enfermedad. Si seguimos verdaderamente su ejemplo, no “solucionamos” problemas mediante la oración de una manera abstracta. La Ciencia Cristiana nos enseña la verdadera naturaleza práctica de la oración. Por ejemplo, no basta con sólo afirmar que nadie está desamparado. La oración necesita demostrar el espíritu de las enseñanzas de Jesús. Como Santiago tan cáusticamente indica, meramente decirle a alguien: “Id en paz, calentaos y saciaos", Sant. 2:16. no ayuda para nada a los que están en necesidad. Pero cuando escuchamos a Dios en oración, pueden presentarse soluciones innovadoras a los apremiantes problemas humanos asociados con el desamparo. Ya sea que estemos directamente comprometidos o no con esas soluciones, nuestra comprensión devota de que todos “en la casa de Jehová [moramos] por largos días", Salmo 23:6. nos llevará a soluciones prácticas. Y nuestro aporte mediante la oración jamás es demasiado pequeño para producir un impacto.

De manera que hay algo que podemos hacer, ya sea que tengamos casa propia, alquilemos un departamento o, que por ahora, estemos desamparados. Podemos orar. Y la oración es eficaz para ayudarnos a nosotros y a los demás.

Cuando necesité urgentemente alojamiento, mi oración no sólo me consoló o me dio paz de espíritu, sino que originó un cambio radical en una situación aparentemente sin solución. Y la solución me demostró claramente que la oración es importante para satisfacer las necesidades de la humanidad. Tal oración es una afirmación poderosa de la presencia invariable de Dios, el Amor divino. Y podemos depender de Dios para ayudar a cada uno de Sus hijos.

Entonces, ¿qué es lo que quisiera impedir que las personas acepten su hogar espiritual, su morada en la “casa del Padre”? ¿No es acaso la falsa aserción de que hay algo más — ya sea que se llame pobreza, caso, prejuicio, temor, enfermedad mental, avaricia, materialismo — que puede separar al hombre del bien abundante que Dios le da? Pero en verdad no hay nada que se interponga entre Dios y Su reflejo, el hombre. Nada puede interponerse entre el creador y Su creación. Dios es Todo. Y debido a que el hombre es inseparable de Dios, jamás está fuera del cuidado del Padre, en realidad jamás puede estar desamparado.

A medida que he pensado y orado acerca del hogar a través de los años, he visto cada vez más claramente que el hogar no es algo material que tengo que encontrar en un lugar desconocido. El hogar está incluido en mi propia identidad espiritual. Incluye, por ejemplo, paz y armonía, gozo, libertad, ternura, vitalidad, amor, integridad. Por supuesto, hay algunas cosas que todavía necesito ver más claramente supuesto, hay algunas cosas que todavía necesito ver más claramente (¡como el orden!), pero todas ellas son cualidades que pueden expresarse sin considerar el medio ambiente físico.

A medida que se amplía nuestra propia comprensión de lo que es el verdadero hogar, empezamos a incluir cada vez más a la comunidad y al mundo en nuestras oraciones. Entonces vemos que el hogar no es algo que sólo los afortunados o los ricos pueden tener. Debido a que el hogar es espiritual, nos pertenece a todos cuando reconocemos nuestro linaje con Dios, el Dador de todo lo bueno. El hombre de la creación de Dios es espiritual y completo. Y esa compleción incluye el hogar, hogar para todos los hijos de Dios.

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