A Catita le gusta jugar con pompas de jabón. Sabe cómo soplar despacio por el aro de alambre para hacer pompas grandes. Sabe cómo soplar rápido para hacer un montón de pompas pequeñas. También sabe cómo verter el líquido para el baño de espuma en la bañera para llenarla de burbujas. Pero Catita no sabía que podía aprender una lección de las pompas de jabón.
Una noche, ya tarde, Catita estaba dormida y su cuarto estaba a oscuras. De pronto se despertó llorando porque le dolía el oído. Catita quería volver a dormirse pero no podía dejar de llorar. Estaba segura de que Dios la estaba cuidando, pero, debido al dolor y la oscuridad le era difícil quedarse tranquila y sentirse cerca de Dios.
La mamá oyó que Catita lloraba y vino a ayudarla. Catita escuchaba mientras su mamá le decía que Dios la amaba y que ella era Su hija perfecta. La mamá la abrazó muy fuerte, pero Catita aún tenía deseos de llorar. — Vamos a sentarnos y a encender la luz, así estaremos realmente despiertas para escuchar a Dios — dijo finalmente la mamá.
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