Siempre había sido confuso para mí leer en la Biblia sobre el gran amor de Dios, y luego, leer también sobre el temible juicio contra aquellos que no obedecían Sus leyes. Por supuesto, los profetas advirtieron sobre el gran sufrimiento que habrían de enfrentar aquellos que fueran desobedientes. Pero, ¿cómo podía un Dios todo amoroso ser también el Dios vengativo descrito en Jeremías?
Sólo recientemente este aparente conflicto ha sido resuelto en mi pensamiento. La respuesta fortalece mi amor por Dios y me esclarece partes de las Escrituras para que yo las entienda más a fondo.
La respuesta está relacionada con la naturaleza del amor de Dios. En el estudio de la Ciencia Cristiana, aprendemos que el amor de Dios es infinito, ilimitado. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribe: “Para el Amor infinito, siempre presente, todo es Amor, y no hay ningún error, ningún pecado ni enfermedad ni muerte”.Ciencia y Salud, pág. 567.
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