Antes de relatarles mi duro despertar, tengo que decirles de dónde me vino la idea para este artículo, fue mediante el relato bíblico del hombre rico que va a ver a Cristo Jesús, ansioso por saber qué podía hacer para heredar la vida eterna. Jesús le mencionó los últimos seis mandamientos del Decálogo, los que tratan más bien sobre las relaciones del hombre con su prójimo, como: no robar, no mentir, no cometer adulterio, etc. El hombre le responde a Jesús que los ha obedecido durante años. (¡Lo cual no es tarea fácil!)
Pero cuando Jesús pide al hombre rico que deje todo por Cristo, se refiere a los cuatro primeros mandamientos que obviamente tienen que ver con la relación íntima con Dios, que requieren el todo del corazón, la mente y el alma de la persona. Jesús le dice: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz”. Marcos 10:21. Jesús nos muestra así que el reino de los cielos no se obtiene mediante adquisiciones humanas, sino sólo renunciando a todo lo que no es celestial.
Como este hombre tiene grandes posesiones, se va muy triste, y de acuerdo con el relato podemos inclinarnos a suponer que este pobre individuo se decidió en contra del reino. Pero también podríamos suponer que se va triste porque realmente quiere ese reino, pero se da cuenta de lo que esta decisión le costaría: ¡todo lo que posee!
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