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La búsqueda de la seguridad

Del número de julio de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Fuerzas internacionales para mantener la paz. Consejos nacionales de seguridad. Vigilancia privada patrullando zonas suburbanas de edificios de viviendas. Monitores de circuitos cerrados de televisión en bancos, tiendas, establecimientos comerciales y aeropuertos.

En un mundo donde la violencia se presenta como una amenaza casi constante, los esfuerzos y gastos que se efectúan al tratar de mantenernos a salvo son asombrosos. Y, sin embargo, los temores de la gente no se calman fácilmente, ni siquiera con los medios más complejos. De hecho, de vez en cuando podemos sentir como si hubiéramos caído cautivos de algunas de nuestras propias medidas de seguridad, y existe una considerable duda de que las instituciones, los gobiernos o la tecnología puedan tener las respuestas concluyentes en lo que se refiere a nuestra protección.

La búsqueda de la seguridad naturalmente está causando que un número creciente de gente considere la posibilidad de una solución de carácter espiritual. Es mucho lo que se puede lograr por medio de un estudio detenido de la Biblia, y muchos se están dando cuenta de que cuando recurren a Dios en oración, finalmente se manifiesta una paz y fortaleza verdaderas y una liberación del temor.

Consideremos el ejemplo del Apóstol Pablo en el Nuevo Testamento. Después de su conversión al cristianismo, llegó a ser su defensor más ferviente en una sociedad donde predominaban diferentes opiniones religiosas y dominaba un gobierno pagano y poderoso. La posición de Pablo no era, en general, bien recibida por las autoridades, y esto es poco decir. Además vivía bajo una constante amenaza de violencia. No obstantente, la confianza de Pablo en que su vida estaba en Dios, lo salvó una y otra vez de las circunstancias más peligrosas: del ataque de una multitud enfurecida, del castigo físico y la prisión, del naufragio durante una tormenta terrible y de la mordedura de una víbora.

Un acontecimiento notable en el libro de los Hechos relata lo que ocurrió cuando ciertos líderes religiosos incitaron a un grupo de gente del pueblo de Listra a que se levantara contra Pablo. La gente lo apedreó, y luego “le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto”. Ver Hechos 14:19–21.

La Biblia relata lo que pasó cuando sus compañeros cristianos lo encontraron: “Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad”. Al día siguiente ya estaba bien para viajar a otra ciudad con su amigo Bernabé y continuar predicando las buenas nuevas del cristianismo. Luego leemos: “Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra”, al mismo lugar donde había sido apedreado. El valor de Pablo y su sentido espiritual de una seguridad más elevada eran evidentes. No es de extrañarse que escribiera con tal convicción: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra... Vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. Col. 3:2, 3.

Nuestra experiencia actual tal vez no sea como la del Apóstol Pablo, pero cuando tratamos de obtener un sentido más elevado de seguridad vemos que lo que Pablo enseñó, y el ejemplo mismo que dio como seguidor fiel de Cristo Jesús, son tan importantes hoy día como lo fueron en los primeros años de la iglesia cristiana. Nuestros afectos, nuestra confianza, fidelidad y expectativa del bien deben apoyarse en las cosas de Dios, no en los modos y medios materiales.

La Ciencia Cristiana enseña que Dios es Espíritu omnipotente, Amor omnipresente, Mente omnisapiente. Cuando llegamos a comprender lo que significa esta totalidad divina, también percibimos nuestro lugar en ella, como la expresión de Dios, Su reflejo espiritual. Eso es donde estamos verdaderamente seguros, y la razón por la cual estamos seguros.

La verdad espiritual que comenzamos a comprender por medio de la oración y el estudio de la Biblia, nos hace vislumbrar que nuestra vida definitivamente no es mortal, ni material o destructible. Si Dios nos crea por medio de Su omnipotencia, también nos mantiene en Su perfecta semejanza por medio de esa omnipotencia. Como Amor divino, Dios gobierna y sostiene el objeto de Su amor en todo momento. Y eso es lo que somos realmente, el objeto del amor de Dios. No puede haber mayor seguridad en el mundo que comprender nuestra verdadera relación con Dios.

El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, incluye una explicación importante sobre el poder protector de Dios, refiriéndose específicamente a las experiencias de Daniel en el Antiguo Testamento y de Pablo en el Nuevo Testamento. Ciencia y Salud dice: “Comprendiendo el dominio que el Amor mantenía sobre todo, Daniel se sintió seguro en el foso de los leones y Pablo probó que la víbora era inofensiva. Todas las criaturas de Dios, moviéndose en la armonía de la Ciencia, son inofensivas, útiles e indestructibles”.Ciencia y Salud, pág. 514.

Nuestra búsqueda de la seguridad finalmente nos llevará a cada uno al único lugar donde la verdadera seguridad puede encontrarse, es decir, en Dios. La vida no debe verse como una amenaza constante. Debiera ser cada vez más una alegría constante, con paz, libertad y progreso seguros. Esto no es una fantasía utópica. Tal seguridad es una esperanza práctica cuando llegamos a comprender que nuestra vida realmente está “escondida con Cristo en Dios”, donde el Amor divino siempre gobierna.

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