Algunas veces nos inclinamos a pensar que no podemos sanar algo como el terrorismo porque está tan difundido y se presenta en formas tan diferentes. Decimos: “No soy nada más que una persona, ¿qué puedo hacer?” Marilyn Crater pensó así también, pero nos escribió acerca de una experiencia que la llevó a dar una respuesta a la pregunta. La experiencia ocurrió durante un vuelo en los Estados Unidos de Cleveland a Los Angeles en la década de los setenta. Lo que aprendió sobre el poder de la oración pareció tan oportuno que le pedimos que tratara de recordar la experiencia y que nos hablara acerca de los discernimientos espirituales que obtuvo.
Mientras hacía los preparativos de último momento que todos hacemos cuando vamos de viaje, y también camino al aeropuerto, oré por la armonía del vuelo y por todo el viaje desde mi hogar a Los Angeles y nuevamente de regreso. Sentí una fuerte necesidad de orar debido a la reciente información sobre asaltos de aviones y amenazas de bombas, como eran denominados por la prensa y las líneas aéreas.
Razoné que no hay momento o lugar donde Dios esté ausente, y, por tanto, no hay momento o lugar donde el hombre no esté protegido por El. Como dice el Salmo 91: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”. Salmo 91:1.
Mi estudio de Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) me ha enseñado que Dios es perfecto y que el hombre refleja esa perfección. En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe: “La comprensión, semejante a la de Cristo, del ser científico y de la curación divina, incluye un Principio perfecto y una idea perfecta — Dios perfecto y hombre perfecto — como base del pensamiento y de la demostración”.Science and Health (Ciencia y Salud), pág. 259: “The Christlike understanding of scientific being and divine healing includes a perfect Principle and idea,— perfect God and perfect man,— as the basis of thought and demonstration.”
Oré para saber y comprender que el hombre verdadero creado por Dios está gobernado por El, así que yo y cada persona con quien iba a estar en contacto, directa o indirectamente, estábamos, en realidad, gobernados por la Mente, Dios, y no por la consciencia mortal. Ciencia y Salud explica: “Mente es Dios. Lo que extermina al error es la gran verdad que Dios, el bien, es la Mente única y que el supuesto contrario de la Mente infinita — llamado diablo o mal — no es Mente, no es Verdad, sino error, sin inteligencia ni realidad”.Ibid., pág. 469: “Mind is God. The exterminator of error is the great truth that God, good, is the only Mind, and that the supposititious opposite of infinite Mind — called devil or evil — is not Mind, is not Truth, but error, without intelligence or reality.”
Cuando todavía estaba en casa, no tuve la sensación de un peligro inminente, y el viaje hacia el aeropuerto fue común y corriente. Pero cuando nuestro avión rodaba hacia su posición, el décimoquinto en la fila, esperando el momento de despegue, se apoderó de mí un súbito temor por la seguridad del avión y sus pasajeros. No había indicio material en ese momento de que algo andaba mal, excepto ese temor que me sobrevino.
Puesto que nunca había tenido miedo de volar — siempre pedía un asiento junto a la ventana para poder ver el panorama durante el vuelo — ese súbito temor era algo extraño y no podía ignorarlo. Nuevamente empecé a orar, y me vino al pensamiento que este vuelo había sido amenazado por la acción de alguien. Debido a incidentes anteriores que habían sido relatados en los medios informativos referentes tanto a intentos como a asaltos de aviones, toma de rehenes, y amenazas de colocación de bombas, tuve la sensación de que algo de esta naturaleza estaba poniendo al avión y a todos nosotros en peligro. No obstante, seguimos adelante y la tripulación no mostró preocupación. Si se hubieran presentado problemas mecánicos o del estado del tiempo, es seguro que nos hubiéramos detenido o salido de la fila.
Había tenido muchas curaciones en el pasado al confiar en Dios mediante la oración, así que sabía que ahora también podía confiar en Dios. Primero, me aparté del pensamiento de que el odio podía estar influyendo a alguien para hacer un mal. Oré para saber o comprender más plenamente que el hombre de Dios está dirigido y gobernado por Dios, de manera que sólo podía reflejar lo que Dios sabe que es verdad en cuanto a él.
Una y otra vez oré para no aceptar nada más, sino al hijo bueno de Dios, incapaz de expresar otra cosa que el Amor divino. Sabía que no sólo yo estaba protegida, sino que cada uno estaba protegido y que nadie en ese avión, o fuera de él, podía odiarnos o quería dañarnos en alguna forma. Oré de esa manera por unos minutos. Justo antes de llegar al final de la pista de despegue, toda sensación de miedo o ansiedad desapareció, y me acomodé en mi asiento para disfrutar el momento del despegue y el resto del vuelo. Me sentí segura de que el problema se había resuelto y que el resultado sanador se debía a la oración.
Despegamos y el avión se elevó. Las azafatas se estaban preparando para servir refrescos cuando el avión empezó a sacudirse y a estremecerse. Al tratar de guardar las bandejas y de tranquilizar a los pasajeros diciendo que todo estaba bien, las azafatas mencionaron que había bolsas de aire y un poco de mal tiempo. Pero yo me di cuenta de que se habían puesto los frenos de aire, porque la proa del avión estaba hacia arriba y la cola hacia abajo, causando las sacudidas. Sin embargo, no sentí temor, porque sabía que ¡todo estaba bien! Ayudé a calmar algunos temores hablándole a un niñito que estaba muy asustado.
Poco después se nos dijo que íbamos a aterrizar en una base de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos cercana y que el avión tenía problemas mecánicos. No fue sino hasta que estábamos aterrizando que se reveló la verdadera razón. En resumen, esto fue lo que se nos dijo: En Cleveland, justo después de haber despegado y alcanzado nuestra altitud, la torre de radio se comunicó con el piloto. Acababan de tener una conversación con un hombre no identificado. Dijo que había colocado una bomba en un equipaje verde, y les informó cuándo iba a explotar. Los oficiales decidieron que para estar a salvo, era mejor aterrizar de inmediato, pues nuestra ruta no nos llevaría a otro lugar apropiado para aterrizar antes de que la bomba explotara. Descartaron el regreso a Cleveland, pues el aeropuerto estaba muy lleno.
Cuando aterrizamos se nos dijo que fuéramos a un lugar designado y esperáramos a que se nos llamara para identificar nuestro equipaje y que debíamos abrirlo frente a un oficial. Después de esto, debíamos regresar a nuestros lugares hasta que todo el equipaje se hubiera reclamado e inspeccionado. Mientras tanto, el avión iba a ser examinado minuciosamente. Una vez que se hubiera hecho todo esto, debíamos abordar nuevamente el avión y prepararnos para continuar nuestro vuelo. Puesto que algunas personas todavía estaban temblorosas, la compañía de aviación hizo otros arreglos para ellas.
Al principio se nos dijo que nos retrasaríamos unas cuatro horas. Esto hubiera significado que llegaría demasiado tarde para la reunión vespertina de testimonios del miércoles a la cual esperaba asistir en una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, esa noche, y otros faltarían a sus citas o perderían sus conexiones de vuelos. Como ocurrieron las cosas, sólo nos retrasamos una hora y cuarenta y cinco minutos. Aunque algunos perdieron sus conexiones de vuelos, la compañía de aviación hizo hasta lo imposible para acomodar a esos pasajeros.
Más tarde, cuando empezábamos a entrar en la pista de despegue, estaba mirando hacia fuera desde la ventana de mi lado del avión, cuando de repente se me ocurrió mirar desde la ventana del otro lado, donde se había colocado nuestro equipaje para la inspección. Al hacerlo, vi tres piezas de equipaje verde que, seguramente se habían quedado sin abrir.
No hace falta mencionar cuán agradecida me sentía. El vuelo a Los Angeles fue sin incidentes ulteriores, y cuando aterrizamos, me recibió una amiga que me llevó a la iglesia. Estaba llena de admiración y gratitud, y di un testimonio sobre la experiencia esa noche.
Al recapacitar sobre esta experiencia, veo un paralelo con la parábola de Cristo Jesús de la cizaña y el trigo. Ver Mateo 13:24–30. Puede que recuerden que la cizaña es la maleza que es plantada por un enemigo en un sembradío de trigo bueno. Para mí, el trabajo de oración que yo estaba haciendo en el incidente descrito, ilustra cómo podemos separar eficazmente la cizaña a medida que cosechamos el trigo; separar los elementos perturbadores de la paz y del gozo que son naturales y normales.
Considero que este tiempo de la siega continúa diariamente. Todos estamos cosechando trigo y quitando esa cizaña, una por una, ya sea que la cizaña en particular sea la amenaza de una bomba, una disputa con un vecino o una enfermedad. La cizaña puede considerarse todo aquello que quisiera ocultar al trigo: la naturaleza y armonía espirituales del verdadero ser del hombre, la individualidad verdadera de cada uno de nosotros.
Como ven, hay algo que cada uno de nosotros puede hacer. Podemos separar la cizaña del trigo dirigiendo nuestro pensamiento hacia Dios y escuchando Su mensaje, lo cual nos sanará.
