Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Eres de gran estima para Dios

Del número de febrero de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Todos somos de gran estima para Dios. Así dice El a través de las palabras del profeta: “Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé”. Isa. 43:4. La traducción de Moffatt es: “De gran estima eres para mí, tan honorable, tan amado”. El Salmista concuerda con estas palabras: “Me sacó a lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí”. Salmo 18:19. Este amor es universal e imparcial.

La Ciencia Cristiana nos ayuda a comprender la realidad divina que fundamenta este gran amor que Dios tiene por el hombre. Explica que Dios hizo al hombre para expresarse a Sí mismo. Dios ama lo que El ha hecho. Está satisfecho con Su creación. El hombre es la obra de Su mano, la obra de la Mente, pues Dios crea por reflejo, por el pensamiento. El pensamiento de Dios es sustancia verdadera, es eterno, inmutable y no puede deteriorarse ni gastarse. Su creación es siempre nueva. Y, lo más importante, la creación de la Mente debe ser espiritual y perfecta, porque Dios, el Espíritu, es perfecto.

Dios es capaz de tener un amor mucho más puro de lo que podríamos comprender en este momento. A quienes trabajaban en su casa, la Sra. Eddy, Fundadora de la Ciencia Cristiana, les hablaba mucho sobre el Amor divino. Una vez ella dijo sustancialmente: “Quiero que piensen en Dios como Padre, Madre, Pastor; como el Padre que sustenta, mantiene, apoya y cuida al hombre; como la Madre que se lleva el bebé al pecho con ternura inefable; como el Pastor que cuida las ovejas, busca al cordero perdido, y cuando el corderito se vuelve a perder, lo busca cuantas veces se pierda, y lo regresa, hasta que al fin crece y es una oveja y conoce la voz de Su amo, y Lo sigue. ¡Piensen en la naturaleza inmutable del Pastor! Deben adquirir un sentido más tierno de la paternidad de Dios". Citado en Historical Sketches from the Life of Mary Baker Eddy and the History of Christian Science por Clifford P. Smith (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1941), pág. 143.

¿Puede usted verse como el receptor de tal tierno amor? ¿Tal “ternura inefable”? El sentir este amor desecha el miedo, aun el miedo que causa la enfermedad, como se probó en mi propia experiencia.

El llanto de mi hijito me despertó a la medianoche. Se quejaba de dolor de oído y estaba afiebrado. Los niños del vecindario habían tenido sarampión, y él había estado jugando con ellos todos los días, así que parecía que le ocurriría lo mismo.

Lo abracé y lo mecí mientras le cantaba himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana. El que yo lo abrazara y meciera le dio un sentido de bienestar del amor maternal, y las palabras que le cantaba elevaban espiritualmente el pensamiento de los dos.

Los himnos hacen muchas referencias al amor de Dios por Sus hijos. El Himno 99 habla de “Su tierno amor, con devoción”. El Himno 245 habla del Cristo de Dios como un “Pastor amante y tierno”, que nos guía hacia El. El Himno 269 nos recuerda que Dios está derramando Su tierno amor sobre nosotros. Leemos en la primera estrofa:

¡Es Dios el invariable amor!
¿Desear podemos más?
Vano es pedirlo en la oración,
pues infinito es ya.
Más de lo que hayas de aceptar
no pidas al Señor;
la abierta fuente libre está,
promesa que El cumplió.

Por espacio de una hora canté y afirmé el amor y cuidado de Dios. Al mismo tiempo el niño se alivió y se durmió. Se despertó al despuntar el día perfectamente bien. La única evidencia de que había tenido sarampión era la irritación en los ojos, y ese síntoma desapareció a las pocas horas.

El reconocimiento del amor tierno de Dios, Su cercanía y poder, eliminó mi temor y anuló el miedo universal a esa enfermedad. Este sentido de Amor divino sanó al niño y se dispersó por el mundo para bendecir a la persona receptiva.

Aun la vara correctora del Pastor expresa amor. Amor que nos protege de descarriarnos, el castigo tierno que hace que estemos conscientes de nuestros pecados, nuestras iniquidades, y nuestra necesidad de regeneración. La duda, el temor y la incredulidad son algunas de las iniquidades que nos ocultan el amor de Dios. El arrepentimiento, basado en el reconocimiento de la impecabilidad del hombre como expresión de Dios, nos conduce a la reforma y a la curación. La curación no es sólo el cambio de las condiciones materiales, sino el despertar a la realidad del ser. Para el sentido humano aparece como un cambio físico, pero, fundamentalmente, es un cambio en el pensamiento hacia una base más espiritual.

No estamos lejos de Dios. Al predicar a los atenienses, Pablo declaró: “En él [Dios] vivimos, y nos movemos, y somos”. Hechos 17:28. El mal no existe en Dios, el bien. Su pensamiento es demasiado puro como para conocer el mal; por lo tanto, no hay mal que haya sido creado, ni que pueda crearse para que pueda ser visto o sentido por los hijos bienamados de Dios, Sus ideas espirituales. Estando en Dios, nos podemos sentir rodeados de Su amor, protegidos y cuidados.

Ustedes podrían responder: “Pero yo veo el mal a todo mi alrededor. Las noticias lo confirman. Y yo tengo toda clase de problemas: de salud, de relaciones humanas, de asuntos económicos; y todo el mundo está trastornado”.

Gracias a la Ciencia Cristiana aprendemos que la evidencia del sentido material es falsa y que puede cambiarse por medio de la oración y el sentido espiritual, tal como lo demostró Cristo Jesús. A medida que busquemos la evidencia en el sentido espiritual, veremos lo que realmente está pasando, lo que Dios está haciendo. Entonces el testimonio falso, el sentido material, abandona sus pretensiones fraudulentas, y vemos la armonía reflejada en asuntos humanos, la armonía que está siempre a mano para ser vista y reconocida.

Reclamemos nuestra verdadera identidad como hijos espirituales de Dios, aunque esta verdad no parezca muy evidente ahora. Aferrémonos al hecho de que Dios nos ama, nos ve y nos cuida. Estamos con Dios todo el tiempo, y Su amor es infalible.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / febrero de 1990

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.