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Ninguno puede estar fuera del cuidado de Dios

Del número de febrero de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Pienso que no existe un hogar en donde la tranquilidad reine en todo momento. Tal vez los hogares se encuentren entre dos extremos que van de “generalmente tranquilos” a “crónicamente violentos”.

El asunto es que ninguno sabe realmente cómo son las cosas en el hogar de los demás. De acuerdo con las estadísticas, la brutalidad contra los niños es más frecuente que lo que la gente piensa. Pero, por lo menos, en estos días el maltrato de los niños se trae más a la atención del público. La gente habla acerca de ello, y muchos saben que se puede hacer algo.

Cuando era niña, guardaba el secreto más horrible: mi padre me pegaba. Hacía cualquier cosa, hasta mentía, para evitar que mis amigas y maestras se dieran cuenta. Incluso, en el verano, llevaba blusas de manga larga para cubrir los moretones en los brazos. Me sentía avergonzada.

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