Brent Staples, un redactor de The New York Times Book Review, una muy conocida publicación en los Estados Unidos, escribió acerca del efecto que ha tenido el prejuicio en su vida. Después de describir encuentros en los que lo tomaron por criminal solamente debido a su color, dijo que se sentía bajo la presión de querer “parecer menos amenazador”. “Just Walk On By,” Ms., Septiembre de 1986, pág. 88.
Hoy en día, igual que en el pasado, a menudo las acciones motivadas por prejuicios parecen estar basadas en algo tan superficial como el color de la piel. Esta forma de racismo teje su sutil telaraña de prejuicio mediante una educación parcial, ciega tradición, leyes injustas, actitudes estereotipadas, y cosas por el estilo. La resistencia y la confrontación violenta son la consecuencia inmediata de la opresión que acarrea el prejuicio racial. ¿Cómo podemos romper este modelo de reacción y comenzar a abrir — tanto para los oprimidos como para los opresores — las puertas mentales que el racismo ha cerrado?
Permítanme contarles lo que pasó en un incidente racial en el que me vi involucrada. Hace varios años mi familia y yo vivíamos en un país en el que se practicaba oficialmente la discriminación racial. Habíamos empleado a una joven de la raza no privilegiada, y después de haber estado con nosotros por un tiempo, un día vino llorando. Su hermano menor, a quien ella quería mucho, había sido capturado por la policía. Había quebrantado lo que, a mi parecer, era una ley inhumana. Ella temía que su hermano intentara escapar y que lo mataran porque él se resistía ante la autoridad injusta. Me pidió que orara por ella y así lo hice. Estos son algunos de los pensamientos que me vinieron cuando recurrí a Dios.
Razoné que el Padre-Madre Dios del hombre ya ha establecido los derechos espirituales de cada uno de Sus hijos queridos. Su ley, por ser suprema, deroga la injusticia. Dios mantiene intacta la libertad del hombre, y puesto que Su ley lo incluye todo, el hombre está totalmente bajo la jurisdicción de Dios, no está sujeto a restricciones brutales. Pude ver que el Espíritu, Dios, era el abogado defensor del ser mismo de este joven y que Sus leyes anulan toda creencia en un poder represivo.
Después de haber orado de esta manera, llamé por teléfono a la policía. Me proporcionaron la ubicación exacta de su hermano y al día siguiente lo dejaron libre e ileso. Su hermana y yo sentimos que la oración había efectuado este cambio particular en la política de represión que se había aplicado a esta persona.
La oración puede ser la acción más eficaz que podemos tomar para vencer el prejuicio y la injusticia. Y la Ciencia Cristiana enseña cómo cada uno de nosotros individualmente podemos contrarrestar las pretensiones de condenación racial mediante el poder de la oración. El profeta Ezequiel declara: "Así ha dicho Jehová el Señor.. . a ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré". Ezeq. 21:26, 27.
Sencillamente pensemos: la identidad del hombre y la libertad le son dadas por el Padre —nuestro Padre, Dios. La ley de Dios es la sustancia misma de la identidad del hombre como amada idea espiritual de Dios. Oramos sobre esta base para ver la igualdad y libertad expresadas más universalmente. Y debido a que en la ley de Dios, del Principio, se apoya la justicia imparcial, podemos esperar que nuestras oraciones por la justicia sean contestadas de maneras prácticas.
Al percibir que el hombre es espiritual se rompe la barrera mental llamada racismo. ¡Cuán gozosos podemos estar de poder vislumbrar la libertad imparcial — libertad de las creencias de la discriminación mortal — que nos trae esta comprensión de la identidad espiritual del hombre! Y qué bueno es saber que cada persona refleja las cualidades e ideas espirituales de nuestro Padre, y no las de una raza o color. Si podemos transformar sólo una experiencia mediante esta comprensión, habremos contribuido, en cierto grado, a elevar y liberar a la humanidad.
Ciertamente Pablo reconoció el derecho del hombre a ser libre, y nosotros podemos hacer lo mismo. La Sra. Eddy, escribe: "Comprendiendo los derechos del hombre otorgados por Dios, Pablo dijo: 'Yo nací libre'. La justicia y la verdad hacen libre al hombre, la injusticia y el error lo esclavizan".La idea que los hombres tienen acerca de Dios, pág. 10.
Podemos esperar confiados en que las leyes de la humanidad, a medida que respondan a tal oración individual, se enaltezcan con las cualidades de la justicia divina. La justicia, honestidad, amor, imparcialidad, consideración, compasión, son el fruto natural de nuestra comprensión del amor imparcial de Dios para con Su creación. La ley divina es el verdadero modelo para nuestras leyes humanas. Y es la oración lo que nos da dominio sobre nuestras leyes humanas. Y es la oración lo que nos da dominio sobre nuestra experiencia individual, ya sea que enfrentemos la discriminación que es el resultado de una ley injusta o que necesitemos vencer nuestro propio sentido de prejuicio personal.
A medida que tratamos con los efectos del prejuicio y del racismo en nuestra experiencia, es a veces útil considerar cómo trató Cristo Jesús a los demás. ¿Discriminó entre los que vinieron a él para ser sanados? No. Sanó a la hija de la mujer griega Ver Marcos 7:25-30. y al siervo del centurión Ver Lucas 7:2-10. con la misma ternura con que se ocupaba de sus propios discípulos. Y en sus enseñanzas nos exhortó: “No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos”. Mateo 23:9.
Los derechos individuales dentro de las sociedades y de los gobiernos se pueden revelar más a medida que nos aferramos a la libertad espiritual que es el derecho de nacimiento del hombre. Percibiendo por medio de la oración la unidad del hombre con el Padre, podremos encarar eficazmente la represión aun cuando parezca ser causada por las leyes humanas. Esta es la acción poderosa a emprender. Su efecto es iluminar el pensamiento del mundo y ayudar a traer libertad a quienes sufren por prejuicios y racismo. “El derramamiento de sangre, la guerra y la opresión pertenecen a épocas de más oscurantismo, y serán relegados al olvido",The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 285. escribe la Sra. Eddy.
El poder de Dios, comprendido, libera a la sociedad de la ignorancia y de conceptos erróneos y abre el camino para que la ley divina brille en nuestra situación humana como nunca antes.
No hay griego ni judío,
circuncisión ni incircuncisión,
bárbaro ni escita, siervo ni libre,
sino que Cristo es el todo, y en todos,
Vestíos, pues, como escogidos de Dios,
santos y amados,
de entrañable misericordia, de benignidad,
de humildad,
de mansedumbre, de paciencia.. .
Colosenses 3:11, 12