Como la hermana de Bart van Eck, y como testigo de esta hermosa curación, estoy muy agradecida, y muy contenta de confirmar su testimonio. Después que él fue dado de alta del hospital naval, pude vivir con él y proporcionarle cuidado y compañía la mayor parte del tiempo en que se estaba produciendo la curación. (Mi esposo estaba en el ejército en el extranjero, y el abrigo de la segunda casa de nuestros padres también respondió a mi necesidad.)
Aunque al principio Bart estaba físicamente incapacitado, yo estaba alerta a la actividad del Cristo que se iba manifestando en su consagrado estudio y trabajo de oración cada día, y en el ferviente y amoroso trabajo de los diferentes practicistas que lo ayudaron en diferentes oportunidades. Presencié cada paso de su progreso con un corazón lleno de alabanzas a Dios.
Nunca hubo ninguna duda o expresión de temor, ni ninguna desviación de la absoluta dependencia en la Ciencia Cristiana a través de todo el proceso de esta curación. Este versículo de los Salmos: “Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza” (62:5), expresa la importancia de mantener la esperanza y el júbilo, la firmeza, el valor y la expectación.
Desde su temprana niñez, yo estaba consciente del profundo amor de mi hermano por la Ciencia del Cristo y de su cometido y fidelidad a esta Ciencia, que fue descubierta por nuestra Guía, la Sra. Eddy. Como joven estudiante en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, él ya había demostrado la eficacia de la oración en su propia experiencia.
Yo también estoy sumamente agradecida, más de lo que pueden expresar las palabras, por haber sido criada en la Ciencia Cristiana, por haber abrazado sus enseñanzas toda mi vida y haber experimentado muchas tiernas lecciones y bendiciones del Amor, a lo largo del camino. Es un regocijo testificar de la curación de mi hermano, que permanece como un toque de luz y de aliento en mi propio sendero en el camino espiritual.
Aptos, California, E.U.A.