Cuántas veces hemos escuchado a alguien quejarse de una circunstancia o de una situación, y al preguntarle qué es lo que piensa hacer al respecto, la respuesta es: "Nada, porque no hay nada que yo pueda hacer".
Pasé por una situación en que sentí lo mismo. Había estado trabajando para una importante compañía durante varios años, y tenía una excelente relación con el gerente de mi departamento. Estaba sobreentendido que cuando él se jubilara yo ocuparía su puesto. Pero hubo una reestructuración y un cambio de política en la compañía, y cuando él se jubiló, un hombre más joven fue seleccionado para reemplazarlo. Para decir lo menos, me sentía molesto. Además, el nuevo gerente encaró la dirección de una manera completamente distinta; así que desde el principio no nos llevamos bien.
Pensé en cambiar de empleo, y a veces, su actitud parecía indicar que él me ayudaría a hacerlo. Sin embargo, no me fui.
Después de soportar esta situación durante dos años porque sentía que no podía hacer nada al respecto. Me di cuenta de que esa discordancia no estaba de acuerdo con la ley de la armonía que es una ley de Dios. Entonces decidí rechazar la creencia de que no podía hacer nada sobre la situación, y humildemente elevé mi pensamiento a Dios en oración para hallar una solución.
Mientras oraba, vi claramente que debía cambiar la dirección de mis pensamientos y acciones. En lugar de fijarme en las discordancias aparentes, tenía que reconocer que en verdad el nuevo gerente era tan hijo de Dios como yo. Tenía que comprender que era Dios quien tenía el control absoluto de la situación y que el hombre está hecho a Su semejanza. Había estado enojado con este individuo, pensando en él como la desemejanza de Dios. Con este nuevo despertar a la verdad de que Dios no tiene desemejanza alguna, puesto que Dios es Todo, no había motivo para estar enojado. El gerente no había cambiado, pero mi forma de verlo sí había cambiado.
Al dejar de lado esa hostilidad, mi rendimiento mejoró, recibí importantes aumentos de sueldo y me transfirieron, con el mismo gerente, a una nueva localidad muy ventajosa. Lo mejor fue que el nuevo gerente y yo llegamos a ser, y aún somos, buenos amigos.
El Evangelio de Marcos cita las palabras de Jesús: "Al que cree todo le es posible". Marcos 9:23. Cuando consideramos que una situación o una circunstancia es discordante, podemos — y deberíamos — rechazar la discordancia sobre la base de que no está de acuerdo con la ley del bien universal que es una ley de Dios. Trabajando desde ese punto de vista, comenzamos a sentir la presencia constante de nuestro amoroso Padre, y nos damos cuenta de que siempre hay algo que podemos hacer. Podemos orar.
A veces, la apariencia de la situación nos engaña y creemos que las personalidades humanas o las condiciones materiales son el problema. Pero en Ciencia y Salud la Sra. Eddy escribe: "Nuestra ignorancia respecto a Dios, el Principio divino, es lo que produce la aparente discordancia, y comprenderlo a El correctamente restaura la armonía".Ciencia y Salud, pág. 390.
Así se nos aconseja volver a los conceptos básicos. Las aparentes complicaciones de nuestra experiencia humana tienden a nublar y oscurecer nuestra relación pura y simple con nuestro Padre creador, que es la única fuente del bien. En Job leemos: "Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien". Job 22:21.
Para seguir estas indicaciones debemos ver a través de la niebla de las condiciones materiales, cualesquiera que sean, hacia la realidad de la creación de Dios, que es completamente espiritual. El impedimento básico para penetrar esta niebla lo constituyen nuestras ideas preconcebidas sobre cómo debería ser resuelto o eliminado el problema. Generalmente, estas ideas preconcebidas están arraigadas en la creencia de que lo que hay que corregir son las condiciones materiales. Esto nos limita sólo a las soluciones que podemos prever, en lugar de abrir nuestro pensamiento a los inspirados resultados que se alcanzan por medio de la oración. Por lo tanto, debemos estar dispuestos a abandonar estas ideas preconcebidas, y apoyarnos en Dios, el Espíritu. Como dijo Jesús: "Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible". Mateo 17:20.
Santiago nos dice: "La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma". Sant. 2:17. La Ciencia Cristiana enseña que Dios es Vida, y la Vida implica acción. Cuando vivimos en obediencia a Dios, de acuerdo con Su ley, el sentido personal limitado que tenemos de nuestra identidad empieza a desaparecer, y percibimos más de nuestra verdadera naturaleza como Sus hijos.
Ciencia y Salud declara: "La Verdad finalmente nos obligará a todos a cambiar los placeres y dolores de los sentidos por los goces del Alma".Ciencia y Salud, pág. 390. ¿No es ésta una nueva declaración de la promesa de que la inercia estéril es imposible cuando reclamamos nuestra verdadera identidad como el hombre que Dios creó, que es espiritual e inseparable de El?
Este enfoque se aplica a todos los niveles de nuestra experiencia. Si somos tentados a aceptar discordancias en nuestras relaciones con un pariente, un vecino, un compañero de trabajo o un funcionario público, es todavía nuestro privilegio y obligación volvernos a Dios en oración, para reconocer que el reino de Dios es infinito. En realidad cada uno de nosotros es Su idea perfecta y espiritual, y Su amor incluye a todos. Bajo Su gobierno, sólo el bien es posible.