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LOS PIONEROS DE LA CAUSA

La Causa de la Ciencia Cristiana, en sus primeros días, atraía trabajadores de todo el mundo. Ellos se sentían motivados por un espíritu vital, y por la convicción de que esta Causa era más grande que todas las demás, y se entregaron a ella por entero. Esta serie explora algo de lo que fundamenta el compromiso que hicieron estas personas.

Ellos respondieron al llamado

Calvin A. Frye

Del número de abril de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde el momento en que Calvin Frye aceptó el empleo que Mary Baker Eddy le ofreció en 1882, hasta que ella falleció a comienzos de diciembre de 1910, él cumplió fielmente la promesa que le había hecho de permanecer a su lado. Los veintiocho años que Calvin Frye dedicó con toda devoción al servicio personal de nuestra Guía no ha sido equiparado por ningún otro Científico Cristiano.

Las tareas del Sr. Frye en su “puesto de múltiples facetas” Carta de Joseph G. Mann a William Lyman Johnson, 24 de enero de 1919, Archivo y Biblioteca de La Iglesia Madre. (como lo denominó uno de sus compañeros de trabajo) incluía servir como Secretario de la Sra. Eddy, mucamo, confidente, metafísico, cochero; o como él mismo se denominó en una entrevista, “su hombre útil”. Citado en The Denver Post, 24 de diciembre de 1912.

Con esa finalidad, siempre estaba “a la orden”. Tan es así que en 1910 cuando, con aprobación de la Sra. Eddy, efectuó una salida de tres horas junto con otros miembros del personal de la casa para ver una de las primeras “exhibiciones de aviones” realizadas en los Estados Unidos, fue, según un compañero, “la vacación más larga que el Sr. Frye tuvo en todos sus años de servicio — por cierto, una prueba de su devoción”. Reminiscencias de Irving C. Tomlinson, pág. 650, Archivo de La Iglesia Madre. En 1906, el Sr. Frye estimó que había estado lejos de la residencia “sólo durante cuatro noches” desde que había comenzado a trabajar para la Sra. Eddy. Carta de Frye a la Sra. Eddy, 17 de agosto de 1906, Archivo de La Iglesia Madre.

Frente a este hombre sencillo, que había sido maquinista en Lawrence, Massachusetts, miembro de la iglesia Congregacional de ese pueblo, y que había enviudado después de sólo un año de matrimonio, debe preguntarse qué fue lo que en él dio origen a semejante dedicación y lealtad.

Calvin Frye era diligente y tenaz, obediente y exigente, frugal y taciturno, virtudes que no eran raras para quien había crecido y había sido educado en la Nueva Inglaterra de mediados del siglo diecinueve. Sin embargo, debajo de la dureza de su carácter yanqui latía el corazón de un cristiano profundamente comprometido con su religión. Se dice que el pastor de su iglesia Congregacional dijo: “Si el Sr. Frye no es cristiano, nadie más lo es sobre la tierra”. Citado en la carta de la Sra. Eddy a George W. Glover II, 7 de abril de 1903, Archivo de La Iglesia Madre (L01236).

Si una sola palabra pudiera describir a este hombre, sería la palabra que la Sra. Eddy usó reiteradamente al referirse a él: honesto. Ella dijo una vez: “Calvin es invalorable para mí en mi trabajo, porque nunca violaría ninguno de los diez mandamientos”. Citado en la Carta de Mann a Johnson, 24 de enero de 1919.

No sólo era incapaz de robar diez centavos, sino que en una época en que la Sra. Eddy podía pagarle muy poco, más de una vez renunció a cobrar su sueldo si él creía que su rendimiento no había estado a la altura de lo que su tarea le exigía. Carta de Oscar H. P. Frye a La Junta Directiva de La Iglesia Madre, 3 de abril de 1934, pág. 7, Archivo de La Iglesia Madre.

Sin preparación como contador profesional, pero escrupuloso hasta la médula, ponía de su bolsillo, si era necesario, para que el balance cerrara. Durante el litigio de 1907, conocido como los “Amigos allegados”, se efectuó una fiscalización especial de los libros de contabilidad de la Sra. Eddy de los catorce años previos. Cuando se efectuaron las sumas y restas pertinentes, la auditoría indicó que al Sr. Frye se le debía una suma de ¡seiscientos dólares (equivalente hoy en día a más de US$6.000 dólares)!The Denver Post, 24 de diciembre de 1912.

Si su contabilidad nos dice algo del carácter cristiano de este hombre, la alfombra de su dormitorio nos dice aún más. John Salchow, miembro del personal de la casa de la Sra. Eddy durante muchos años, nos describe un vívido cuadro de la total dedicación del Sr. Frye: “Su dormitorio estaba tapizado con una alfombra muy gruesa y su cama estaba colocada a lo largo de la pared contigua al dormitorio de la Sra. Eddy. Al lado de su cama había dos agujeros en la alfombra, a través de los cuales podía verse el piso, testimonio silencioso de muchas largas vigilias cuando Calvin Frye en lugar de acostarse se sentaba en el borde de su cama, alerta y pronto para acudir al más leve llamado de su Guía”. Reminiscencias de Salchow, pág. 36, Archivo de La Iglesia Madre.

En 1903 la Sra. Eddy escribió: “... [El Sr. Frye] ha estado a mi lado ayudando a nuestra Causa durante 21 años. Ha realizado más trabajo práctico de mi parte en beneficio de nuestra Causa que ningún otro estudiante”. Carta de la Sra. Eddy a La Junta Directiva de La Iglesia Madre, 30 de agosto de 1903, Archivo de La Iglesia Madre (L00352). En su testamento la Sra. Eddy hizo generosas disposiciones para asegurar el bienestar de quien fue su ayudante durante tantos años.

Los últimos años de Calvin Frye transcurrieron sirviendo aún más la Causa de la Ciencia Cristiana. En 1913 fue elegido Primer Lector de Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Concord, New Hampshire, y tres años más tarde fue electo Presidente de La Iglesia Madre; un adecuado reconocimiento para quien había estado al lado de la Sra. Eddy a través de momentos de prueba y triunfo durante casi treinta años.

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