La edad no tiene por qué relegarnos a ocupar un lugar secundario, para contribuir a la sociedad, obtener logros, aprender y dar. Como el relato que leeremos a continuación ayuda a ilustrar, obtener una comprensión de Dios, que es Vida y Amor sin fin, y aprender a ponerlo a El primero en nuestros afectos, tiene una repercusión importante en todas las formas en que vivimos, amamos y trabajamos.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!