La edad no tiene por qué relegarnos a ocupar un lugar secundario, para contribuir a la sociedad, obtener logros, aprender y dar. Como el relato que leeremos a continuación ayuda a ilustrar, obtener una comprensión de Dios, que es Vida y Amor sin fin, y aprender a ponerlo a El primero en nuestros afectos, tiene una repercusión importante en todas las formas en que vivimos, amamos y trabajamos.
, madre y abuela, ex periodista, y estudiante de Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) desde hace muchos años, comparte una experiencia sobre empleo particularmente significativa.El día que me vi enfrentada a un divorcio y pérdida de mi hogar, hacía un año que me había jubilado, y estaba viviendo en un pueblo en lo alto de una montaña. Tenía sesenta años.
Al principio tuve una sensación anonadante de humillación. Luego de enojo. Pensaba que había sido una buena esposa; que lo había hecho todo. Había estado trabajando en la iglesia, enseñando en la Escuela Dominical y estudiando diariamente la Lección Bíblica. Se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Sentí que no me merecía este final tan injusto. También estaba preocupada porque no tenía ningún dinero propio, nuestro hijo de doce años y yo no teníamos a dónde ir, y no veía la manera de entrar nuevamente en el campo laboral.
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