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Comúnmente se cree que la persona que se ha vuelto alcohólica...

Del número de abril de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Comúnmente se cree que la persona que se ha vuelto alcohólica nunca va a sanar completamente del alcoholismo, sino que más bien, se “mejora” un poco diariamente. Comparto este testimonio con la esperanza de que pueda ayudar a alguien a sanarse completa y permanentemente del alcoholismo como me ocurrió a mí.

Cuando cumplí quince años, durante un verano, me junté con un grupo de amigos que tomaba en grandes cantidades. Como no quería ser rechazado por ellos. Sino por el contrario ser aceptado y querido, comencé a tomar. En el lapso de un año estaba tomando tres o cuatro veces por semana, y al cabo de tres años tomaba casi todos los días.

Llegó un momento en que me encontré sin dinero, sin trabajo, atemorizado y con exámenes finales en los cuales debía obtener la más alta calificación para poder graduarme de la universidad. En este estado de desesperación, finalmente, oré a Dios para que me ayudara a salir del embrollo en el que me había metido. Mi respuesta vino por medio de la Ciencia Cristiana.

Mi madre era estudiante de Ciencia Cristiana y, de hecho, yo había asistido por algún tiempo a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Incluso había tenido una curación de una rodilla dislocada lo cual me había causado mucha impresión. Llamé a mi madre y ella me aseguró que Dios podía ayudarme. Al día siguiente me trajo la Biblia y Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Comencé a estudiar estos libros y, gradualmente, pude empezar a organizar mi vida. Obtuve las calificaciones que necesitaba ese semestre y pude graduarme, pero todavía estaba atado por el problema de la bebida.

En un momento dado, llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara con la oración. El y yo oramos y trabajamos juntos por algún tiempo. Una noche yo iba a asistir a una fiesta y temía que fuera a beber. Llamé al practicista y le dije que, en realidad, no quería volver a tomar ni esa noche ni nunca, que, por el contrario, quería permanecer en el Principio divino y obedecer a Dios. El practicista me aseguró que ese deseo era una parte importante de la oración sanadora, y también me ayudó a ver que el hombre de Dios vive sin temor y sin ser rechazado; encuentra gozo y satisfacción en Dios.

Esto sucedió en 1962. Desde esa noche ni he deseado ni he tomado un solo trago de alcohol. Fui sanado completa y permanentemente. Junto con la curación del alcoholismo y el deseo de beber, muchos rasgos de carácter asociados con la personalidad del alcohólico fueron eliminados, tales como el sarcasmo, la amargura, el mal genio, la crítica viciosa, la petulancia y los ataques de depresión. Pero, probablemente, el cambio más consolador que resultó de esta experiencia es el nuevo sentimiento que tengo de poder confiar en otros, confiar en mí mismo, y confiar en Dios.

Cuando nos sostenemos en la perfección de Dios y de Su hombre, como lo enseña la Ciencia Cristiana, somos bendecidos. Estoy muy agradecido a Dios por esta Ciencia bendita.


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