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Un día, cuando tenía doce años, de pronto sentí un dolor tremendo...

Del número de abril de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un día, cuando tenía doce años, de pronto sentí un dolor tremendo y me llevaron de inmediato al hospital donde se diagnosticó que tenía escarlatina y osteomelitis. Los médicos dijeron que tenían que amputarme la pierna derecha para salvarme la vida. En esa época no éramos Científicos Cristianos, pero mi madre recordó una curación que había presenciado en una familia de Científicos Cristianos unos años antes. Por medio de esta familia mi madre pudo ponerse en contacto con una practicista de la Ciencia Cristiana y empezar a estudiar la Biblia y las obras de la Sra. Eddy. No hubo amputación, y al cabo de varias semanas de estudio y oración me dieron de alta.

Sin embargo, la curación todavía no era completa y yo me aferré a la esperanza de que los médicos en algún momento encontrarían un remedio. En mi último año de secundaria la enfermedad de los huesos reapareció, y un médico me dijo que tendría que operarme. Estaba muy deprimido y le pregunté qué futuro me esperaba. Me dijo que tenía que afrontar el hecho de que sería un inválido toda mi vida.

Me di cuenta de que tenía que decidir en qué iba a confiar. Tomé la decisión de apoyarme sólo en Dios. Durante las semanas siguientes me dediqué de lleno al estudio de la Ciencia Cristiana, y no busqué nuevos tratamientos médicos. Pronto la curación fue completa y pude deshacerme de las muletas. Fue una hermosa experiencia. Además de la curación, descubrí el maravilloso gozo de aprender que el hombre es en realidad el reflejo de la Vida, la Verdad y el Amor divinos, que no es material, sino espiritual.

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