En la vida vemos muchas cosas. Algunas están tan llenas de lecciones que sería imposible describirlas en pocas palabras. Muchos de nosotros estaríamos de acuerdo en que el nacimiento de un niño, por ejemplo, es una de esas experiencias. Pero, para mí, el día que nació nuestro hijo me trajo una lección que no esperaba. Estaba sacando la nieve para dejar la entrada libre para cuando llegara el médico a atender el parto, cuando rodé sobre varios escalones de concreto. Mediante la oración sané rápidamente, y la experiencia me ayudó mucho a ver que no estamos fuera del cuidado de Dios, una poderosa lección para todos los que esperan el nacimiento de su primer hijo.
Recuerdo bien a un alumno de la Escuela Dominical que se accidentó gravemente andando en bicicleta. Una parte importante en la curación fue que la familia se unió más estrechamente, y que se desarrolló entre ellos un mayor grado de ternura.
Pero también vemos otra clase de situaciones que no se resuelven tan rápidamente y que intentarían menoscabar nuestra fe en el poder de Dios. Hay un vasto escenario en la vida humana.
Un joven fue detenido y encarcelado. Era tan beligerante y suicida que finalmente lo trasladaron a un área especial. Me pidieron, como capellán militar, que fuera a visitarlo. El estaba furioso con todos y no tenía esperanzas. Su vida era un desastre; estaba en guerra con el mundo y, a su manera de ver, yo formaba parte del equipo enemigo. Yo no podía decir mucho, pero a medida que pasaron las semanas, la animosidad fue disminuyendo. Creo que no comprendí plenamente la capacidad para reformarse y cambiar que tenía ese hombre, hasta el momento en que su caso fue finalmente decidido. No obstante, cuando me vio aquel día, me dijo cuánto significó para él que yo simplemente no lo hubiera considerado un caso perdido. Esta experiencia me ayudó a comprender mejor un importante capítulo del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy.
Una y otra vez recurro al capítulo titulado "La práctica de la Ciencia Cristiana". Comienza con una narración del Evangelio de San Lucas, y expone el arte de la curación cristiana. Cristo Jesús fue invitado a comer a la casa de una persona de influyente posición en la comunidad. Durante la comida, una mujer, que indudablemente no pertenecía a esa clase de compañía, entró sin ser invitada a fin de acercarse a Jesús. Aparentemente se la consideraba inmoral. No obstante, Jesús la trató con compasión y ternura. Le dijo a su anfitrión que a la mujer se le perdonaba mucho porque amaba mucho.
Aquí tenemos el modelo para la práctica de la curación como enseña la Ciencia Cristiana. Realmente, es un modelo dual. Es una combinación de la compasión, la pureza, la humildad y la sensibilidad espiritual que expresaba el Maestro, y el arrepentimiento, la humildad y el valor expresados por la Magdalena.
Al referirse a los estudiantes de esta Ciencia, se plantea esta pregunta: ".. . ¿demuestran su respeto por la Verdad, o el Cristo, con arrepentimiento sincero y con corazón abatido, expresados en humildad y afecto humano, como lo hizo esa mujer?" Luego la Sra. Eddy hace esta observación: "Si el Científico posee suficiente afecto de la calidad del Cristo para lograr su propio perdón y ese elogio de Jesús del que se hizo merecedora la Magdalena, entonces es lo suficientemente cristiano para practicar científicamente y tratar a sus pacientes con compasión; y el resultado corresponderá con la intención espiritual".Ciencia y Salud, págs. 364, 365.
Por cierto que hay un método en la práctica experta de la Ciencia Cristiana. Es un método que nos llama a afirmar el todo poder y presencia de Dios y el profundo hecho espiritual de que el hombre refleja la naturaleza infinitamente buena y perfecta de Dios. A medida que comenzamos a ceder a esta realidad espiritual, también descubrimos que hay un espíritu cristiano que imparte poder a esta afirmación. Este espíritu cristiano es la fuerza moral que capacita al sanador espiritual para luchar contra el mal que pretende abrumar a hombres y mujeres. Y es este espíritu de Verdad y Amor — que realmente procede de Dios — el que hizo del Maestro un amigo tan sabio y un sanador tan efectivo de los males de la humanidad. El espíritu de Verdad y Amor predispone el pensamiento y el corazón a aceptar la verdad absoluta de la naturaleza espiritual del hombre y de su unidad con Dios.
A medida que progresamos en la aspiración espiritual y en el cristianismo, nos damos cuenta de la importancia que tiene la curación. Nos interesamos más por los demás, y nuestro afecto espiritual hacia Dios y nuestro prójimo se expande. Sin comprometer los principios cristianos vitales, tal afecto y sabiduría también pueden aportar un grado justo de compasión — y aun de tolerancia — para apoyar la curación y humildemente prever cualquier regeneración que Dios requiera de cada uno de nosotros.
Las epístolas de Juan en el Nuevo Testamento han inmortalizado la compasión y el amor puros del cristianismo. El autor de estas epístolas no concebía que se tuviera una fe firme en Cristo sin tener pruebas fehacientes del amor que participa de la naturaleza del Cristo. Escribió que si uno se mantiene fiel a las enseñanzas del maestro, el amor de Dios se perfeccionará en nosotros. Ver 1 Juan 2:5. Este autor también sabía que "los deseos" del mundo — y el espíritu del "anticristo"— podrían oscurecer nuestra percepción y hacer que perdamos de vista a Dios, y también la valía de nuestro prójimo.
El amor al cual se refiere Juan por supuesto que no hace distinción, no es ciego. Es un afecto lo suficientemente sabio como para probar "los espíritus si son de Dios". 1 Juan 4:1. También lleva consigo la determinación de hacer lo que es bueno y discernir la verdadera naturaleza espiritual del hombre. Estos motivos apresuran la curación.
Las palabras de la Ciencia nos llegan con relativa facilidad. ¿Pero no necesitamos acaso orar con sinceridad para tener en mayor medida su espíritu cristiano? Por cierto que éste es uno de los puntos más importantes que se hallan en el Nuevo Testamento así como también en Ciencia y Salud. Aprenderemos esta lección de muchas maneras a medida que despertemos para ver la profunda necesidad de curación que tiene la vida humana: la curación espiritual que revela la verdadera naturaleza del hombre como la imagen y semejanza de Dios. Esta comprensión y percepción espirituales nos muestran no sólo la naturaleza transitoria del mal, sino también la eterna naturaleza del hombre como el hijo perfecto de Dios, ahora.
La curación en la Ciencia Cristiana no sólo consiste en restaurar el cuerpo a un estado de salud, sino que también consiste en renovar nuestro afecto, compasión, y entendimiento de los demás. Nos aporta confianza en la redención de la raza humana y nos capacita para comprender este hecho acerca de Dios como la verdadera Mente del hombre: "De la necesidad de elevar a la raza nace el hecho de que la Mente puede hacerlo; porque la Mente puede impartir pureza en lugar de impureza, fuerza en lugar de flaqueza y salud en lugar de enfermedad. La Verdad es un alterante para todo el organismo y puede 'sanarlo completamente' ".Ciencia y Salud, pág. 371. Esta verdad puede ceñir nuestras vidas y desarrollar el espíritu del cristianismo que trae curación.