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Renovemos nuestra energía

Del número de julio de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El grabado en el anuncio de una revista muestra a un hombre de negocios obviamente agotado después de un día de mucho trabajo. Está tendido sobre el sofá de su sala, con su perro a los pies ladrando sin esperanza para que lo atienda. Debajo del grabado, el texto escrito sugiere que "para mucha gente la crisis energética no tiene nada que ver con embargos del petróleo y la energía solar". En vez, afirma el anuncio, el problema es "una insuficiencia de energía personal".

Lamentablemente, en la vida moderna no parece ser poco frecuente que la gente llegue al final del día y sienta que sencillamente no le quedan fuerzas para seguir adelante. La pérdida de energía debida a la actividad del día o a la ansiedad, con mucha frecuencia quisiera tratar de reducir nuestra vitalidad y gozo naturales. Y el consumo de energía parece afectar a todos: al obrero de construcciones, al maestro de escuela, al ama de casa, al vendedor, al abogado, al mecánico. Estoy seguro de que usted podría agregar casi cualquier ocupación a la lista.

No obstante, hay una respuesta para esta escasez de energía que no acostumbramos hallar en los anuncios de productos comerciales o en otros remedios que ofrecen soluciones materiales temporales. ¿Qué decir acerca de la posibilidad de la oración? Por cierto, mucha gente empieza su día orando, y tal vez se tome un momento para pedir bendiciones a Dios justo antes de acostarse. Pero también conozco personas que se dan tiempo durante el día, por muy ocupadas que estén, para dirigirse calmadamente a Dios. Realmente oran acerca de las tareas que tienen a mano. Y tal vez no sería una mala idea concluir normalmente nuestro día de trabajo con la oración.

Si tenemos el deseo de buscar una solución espiritual, hay pocas cosas que necesitaríamos tener en mente acerca de la dirección que nuestra oración debiera seguir y qué clase de móvil debiera apoyarla. Por supuesto, no hay fórmulas, como introducir un programa designado de antemano en una computadora y después esperar unos segundos a que aparezca la respuesta correcta en la pantalla. La oración misma tiene que ser el resultado de la inspiración. Y sólo mediante la inspiración, la actividad del Cristo, la Verdad, nuestro pensamiento será capaz de desalojar las viejas creencias acerca de la vida que han estado aceptando causas y efectos limitados y materiales como realidades sólidas e inflexibles. De hecho, son esas viejas creencias las que son creencias cansadas, exactamente lo que quisiera disminuir la energía y el vigor.

Aun cuando no pueda haber ninguna fórmula fija para la oración inspirada, deberíamos percibir de manera natural que nuestra comunión con Dios nos está llevando al conocimiento consciente de Su presencia y a comprender algo de lo que significa ser hijo de Dios. En verdad, la oración en la Ciencia Cristiana no se concentra en condiciones materiales, sino en la realidad espiritual, la realidad de Dios y de nuestra relación con El. Y es mediante el descubrimiento de esta realidad que vemos que estamos obteniendo cierto grado de liberación de la reclusión y restricción de la existencia material.

Logramos esta libertad porque el sentido espiritual nos está informando que los factores materiales — los modos, medios y fines de la existencia mortal — no constituyen realmente en nuestra vida la fuerza gobernante sustancial que parecieron ser. La Ciencia Cristiana explica que la realidad que gobierna toda existencia es Dios Mismo. Dios es la presencia y poder conocidos como Amor infinito, la Mente todo inteligente, la Vida divina inmortal e ilimitada. Y el divino poder gobernante es también el único poder creativo verdadero. Dios ha creado a Sus hijos — en verdad, a todos nosotros — para que expresemos Su propia naturaleza ilimitada.

Esto significa que las cualidades del Amor, la Mente y la Vida divinos son la sustancia verdadera de lo que somos nosotros. No estamos formados meramente de una estructura corporal material y una combinación de aptitudes humanamente mentales, las cuales pueden agotarse por la actividad o "fatigarse" por los desafíos diarios. El hombre y la mujer de la creación de Dios expresan de manera natural el amor incansable del Amor divino, la inteligencia inagotable de la Mente divina, el vigor infatigable de la Vida divina.

Mediante la oración, que cede a la realidad de nuestra relación con Dios, podemos, en realidad, empezar a percibir el poder espiritual de una manera que vivifique y mantenga más firmemente la energía que necesitemos. La oración en la Ciencia Cristiana hace esto al mostrarnos la verdadera energía que, de hecho, ya tenemos como expresión de la Mente infinita.

Nuestro sometimiento al propósito de Dios para nuestra vida es por cierto una influencia redentora, purificadora y vigorizante. Y, al referirse a ese estado de consciencia humana que se está purificando por medio del espíritu de Verdad, la Sra. Eddy ha escrito: "Al purificar el pensamiento humano, este estado de ánimo penetra con acrecentada armonía todas las minucias de los asuntos humanos. Trae consigo previsión, sabiduría y poder maravillosos; le quita el egoísmo al propósito mortal, da firmeza a la resolución y éxito al esfuerzo. Mediante el acrecentamiento de la espiritualidad, Dios, el Principio divino de la Ciencia Cristiana, literalmente gobierna las aspiraciones, la ambición y los actos del Científico Cristiano. El gobierno divino da prudencia y energía.. . " Escritos Misceláneos, pág. 204.

No tenemos por qué conformarnos con una vida que parece estar corriendo constantemente a medio llenar. Y tampoco tenemos por qué conformarnos con soluciones o respuestas materiales que al fin de cuentas nos agotan aún más. El libro de Isaías, en el Antiguo Testamento, aseguró al pueblo de Dios, hace más de dos mil años, que Dios "da esfuerzo al cansado.. . los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán". Isa 40:29, 31. Esa seguridad aún significa lo que dice, y puede demostrarse mediante la oración.

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