Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Una dura lección

Del número de julio de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mi papá y yo solíamos ir juntos al supermercado. A mí me gustaba mucho ir con él y ayudarlo a traer las cosas que figuraban en la lista.

Este día en particular yo estaba escuchando al error — eso significa malos pensamientos — y cuando pasamos por el mostrador de las golosinas yo me quedé atrás. Miré a mi alrededor para ver si alguien estaba observando. Luego tomé tres barras de golosina, las puse en mi bolsillo y alcancé a mi papá, quien, aparentemente, no se había dado cuenta de que yo no estaba cerca de él.

Cuando llegamos a casa lo ayudé a entrar las bolsas con las cosas del supermercado y me fui a buscar a mis dos hermanos. Los encontré en su dormitorio, y a cada uno le di una barra de golosina. Luego comencé a hacer alardes de lo fácil que era obtener golosinas sin pagar, cuando, de repente, algo me hizo mirar hacia la puerta del dormitorio y allí estaba papá.

Me preguntó qué era lo que estaba aprendiendo en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.

—¿Te dijo Dios que tomaras esas golosinas?

Le contesté que por supuesto que no.

— Entonces ¿quién te dijo que hicieras tal cosa?

Le dije que había sido el error.

— De modo que estás escuchando al error y a los malos pensamientos. Bueno, ¿qué mandamiento desobedeciste?

Le dije: —“No hurtarás”. Ex. 20:15.

— Correcto — dijo papá—, y pidió a mis hermanos que me devolviesen las golosinas. Luego me dijo que lo siguiese. Y fuimos derecho al supermercado. Cuando llegamos allí dije a mi papá que no quería entrar, pero él respondió que yo debía volver a la caja donde habíamos pagado, pagar las golosinas y dejarlas allí.

Entré, y le pagué a la señora; ella fue muy amable conmigo al decirme que todos a veces cometemos errores. Ella quería que yo me llevara las golosinas, ya que se las había pagado. Le dije que no podía. En eso, se acercó el gerente, puso su mano alrededor de mis hombros y me agradeció por ser honesta. Después se acercó hasta donde estaba papá y le dijo que querían que yo me llevara las golosinas, y papá estuvo de acuerdo.

Cuando llegamos a casa puse las golosinas sobre la mesa; ni las probé. Me fui a mi dormitorio. Estaba tan avergonzada que me puse a llorar. Después me puse a pensar cuánto mejor me sentía por haber pagado las golosinas. Luego me sentí agradecida por lo buena que había sido conmigo la gente del supermercado. Oré a mi Padre-Madre Dios para que me perdonase. Me prometí a mí misma que nunca volvería a hacer una cosa así, y en verdad lo he cumplido.

Aún sigo yendo nuestra Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, aunque ahora soy maestra, y los alumnos y yo estamos aprendiendo acerca de la oración y de lo que Dios nos dice que hagamos.

Lo que la oración y la Ciencia Cristiana nos muestran es que Dios es todo sabiduría y toda acción, y lo que El sabe acerca de Sus hijos es que somos buenos y que tenemos los pensamientos correctos que necesitamos para actuar como corresponde. El amor de Dios nos provee de todo. Es muy probable que haya mucha gente que se sienta tentada a robar y a mentir. Pero esos no son los pensamientos verdaderos de Dios, de modo que nunca tenemos por qué ceder a ellos.

Siempre podemos orar. La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: “El esfuerzo constante por ser siempre buenos es oración incesante”. Ciencia y Salud, pág. 4. Cuando oramos es como si dijésemos: “Dios, yo sé que Tú hiciste a Tus hijos buenos y que yo puedo elegir los mejores pensamientos y acciones".

En nuestra Escuela Dominical decimos juntos el Padre Nuestro, la oración que Cristo Jesús dio a sus seguidores. Una de las líneas dice: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Mateo 6:12. “Y el Amor se refleja en amor”,Ciencia y Salud, pág. 17. es como la Sra. Eddy expresa el sentido espiritual de esta petición. Cuando oramos de este modo, no resulta tan difícil comportarse de la mejor manera que sabemos.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / julio de 1990

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.