“Ser secuestrado es una experiencia alarmante y estremecedora...
"Yo [el Reverendo Ben Weir] supe que se me había detenido 'por razones políticas' pero no se me dio ninguna explicación. Después de haberme llevado a un cuarto, se me dijo que me sentara en un colchón, y mi muñeca izquierda fue sujeta con candado a una cadena. El guardia salió y cerró la puerta con llave.
"Me pregunté: '¿En dónde estoy?' Cuidadosamente levanté la venda de los ojos y atisbé. Vi que estaba en un cuarto vacío, encadenado a un radiador. Examiné mi situación y pensé: 'Sí, estoy indefenso, pero en las manos de Dios. No tengo idea cuánto durará esta incomunicación: un día, un mes, un año o más. Confiaré en Dios...'
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