Posiblemente, nuestro prójimo más cercano sea nuestro marido o nuestra esposa. Cristo Jesús recalcó que aquellos que se casan "no son ya más dos, sino una sola carne". Mateo 19:6. La Sra. Eddy dice que: "El matrimonio debiera significar una unión de corazones".Ciencia y Salud, pág. 64.
Todos nos advirtieron, a mi prometido y a mí, que nuestro matrimonio sería difícil. El era estudiante de medicina, y yo era Científica Cristiana. Mientras yo oraba en busca de dirección, mi novio trató de aprender lo suficiente sobre la Ciencia Cristiana a fin de decidir si podría vivir con una Científica Cristiana. Después de tres años nos casamos. Juntos estamos aprendiendo a reconocer que hay un solo Dios, un solo Cristo, una sola Verdad y una sola Iglesia.
Para mí la curación de pensar que existía más de una fe — la de él y la mía — vino como resultado de recurrir al Padre Nuestro. Acordamos que los niños asistirían a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana hasta que cumplieran doce años. Sin embargo, un domingo por la mañana, mi esposo me confesó que le pesaba amargamente esta promesa. Estuve tentada a reprocharle que no se comportaba de manera honorable, pero fue más persistente el razonamiento: "También son sus hijos, y él los quiere. Me sentiría igual en su lugar. Pero de esta forma les vamos a causar confusión". La imagen de partir por medio al hijo vivo, me recordó la prueba de Salomón para descubrir cuál era la verdadera madre. Ver 1 Reyes 3:16-28. Le sugerí a mi marido que esa mañana llevara nuestras dos niñas a la Escuela Dominical de su iglesia.
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