Cuando Mi Esposo falleció, una firma jurídica muy respetada estuvo a cargo de la sucesión. Me sentí muy segura de este arreglo hasta que descubrí que se estaban cometiendo errores. No obstante, cuando les notificaba de estos errores, hábilmente se cambiaba el tema hacia el de la próxima visita del auditor. El panorama que pintaban sobre el auditor era de que se le consideraba como un ogro despiadado. Todo esto intimidaba mucho.
Siempre estaré agradecida a una amiga que al comienzo de mi estudio de la Ciencia Cristiana me explicó que si bien es un pecado ser un explotador, ello no significaba que no fuera pecado permitir que se abuse de nosotros. Me di cuenta de que con frecuencia las viudas son un blanco para aprovecharse de su situación, y quería proceder con mucha cautela. El problema era que parecía que estaba rodeada de matones, a saber: la prestigiosa firma jurídica, los abogados particulares que cobrarían elevados honorarios por encargarse de la verificación contable y el inspector de impuestos, ¡ese ogro despiadado! De mi experiencia como Científica Cristiana sabía muy bien que siempre es mejor confiar en nuestra intuición espiritual que en los consejos humanos.
"Uno con Dios es mayoría", dijo Wendell Phillips. De las muchas victorias anteriores sobre todo tipo de temor, había aprendido que uno con Dios es en verdad un monopolio, porque Dios, el bien, es tanto omnipotente como omnipresente. Nada puede ser agregado a, o estar fuera de, la infinitud de Dios. La manifestación del bien infinito de Dios es lo que constituye la naturaleza genuina del hombre. El mal es contrario a esta naturaleza. De ahí que la Ciencia Cristiana enseña que una mala persona no es el hombre de la creación de Dios, sino un concepto distorsionado del hombre. Todo aquello que nos amenaza, ya sea una persona o situación, no tiene autoridad sobre la supremacía de Dios. Podríamos decir que una amenaza que nos intimida es como un matón jactancioso que insiste que es alguien a quien se le debe temer. Los Científicos Cristianos generalmente se refieren a este matón como mente mortal o magnetismo animal. Pero sea cual sea su nombre, no tiene sustancia verdadera porque no fue creado por Dios, el único creador. El mal o magnetismo animal no tiene origen, ni es el creador de nada.
Al razonar de esta manera, percibí con claridad que Dios nunca había creado un matón como tampoco había creado una viuda indefensa. A medida que se aproximaba la fecha en que se llevaría a cabo la verificación contable, me venía la idea, una y otra vez, que debía hacerlo yo misma. Aunque había sido profesional en el mundo de los negocios durante mi vida adulta, esto me pareció una idea pasmosa. ¿Cómo podría competir con ese "ogro", el inspector de impuestos? Cuando les manifesté esto a mis asesores, ellos insistieron en que yo me vería desamparada en tal situación y que el resultado sería impuestos considerablemente más elevados.
Reconociendo que Dios siempre tiene control de nuestra vida, sentí que, en realidad, aunque las condiciones parecieran tan amenazadoras, no estaría indefensa. Para mí se hizo cada vez más claro que el único matón que tenía que enfrentar era el temor. Aunque sintamos la tentación de huir de un problema para evitarlo, el hacerlo nunca nos ayuda porque llevamos el temor con nosotros. Tal como lo dice la Sra. Eddy en Escritos Misceláneos: "El mal no es algo que deba temerse y del cual huir, o que se vuelva más real cuando se lo combate. El mal, si se deja en paz, se hace más real, más agresivo, y aumenta sus pretensiones; pero cuando se combate con la Ciencia puede ser, y será, dominado por la Ciencia".
Cristo Jesús jamás huyó de una aparente intimidación, aunque fue amenazado repetidas veces. Un ejemplo de ello fue cuando ciertos fariseos le urgieron a que abandonara la zona de Jerusalén porque el rey Herodes amenazaba con matarle, y Jesús respondió: "Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra".
A medida que continué orando y estudiando la Biblia y las obras de la Sra. Eddy, mi concepto de ineptitud y temor comenzó a desvanecerse. Muchas veces anteriormente había probado que todo lo que hacemos bajo la dirección de Dios, lo hacemos bajo Su protección. Sabía que podía confiar en Dios, la Mente divina, para que me guiara en cada paso que daba. La experiencia humana y los conocimientos de los que carecía serían ampliamente compensados por mi confianza y comprensión de que la Mente me revelaría todo lo que necesitara saber.
También sabía que Dios, que es Amor, no podía crear un ogro, como tampoco El podía causar el pecado. Un Padre-Madre enteramente afectuoso sólo podía crear hijos buenos y afectuosos. Me esforcé por pensar que el inspector de impuestos era mi hermano, el hijo de Dios, y sabía que él estaba bajo la dirección de Dios tanto como lo estaba yo. Cuando llegó el día de la verificación contable, no sentí temor alguno.
El inspector, lejos de ser un ogro, resultó ser justo y cortés. La verificación se desarrolló muy bien para ambos. Cuando finalizó, yo había recobrado el dinero que anteriormente se había perdido a través de errores y gané cada punto que era discutible. No había sido hábil ni lista, sino totalmente honesta. Y aunque él no fue un ogro, fue muy concienzudo.
¿Hay algún matón en su casa, en su consciencia? Si nuestro pensamiento y acción están controlados por el miedo o pavor, la duda, la cobardía, el resentimiento, el desaliento, la desesperanza, la voluntad propia, la conmiseración, la justificación propia, y todas las otras múltiples, odiosas y detestables sugestiones que tratarían de mantenernos en la esclavitud, podemos enfrentar a estos matones y abatirlos, sabiendo que dado que no proceden de Dios, son impotentes para dominarnos. La fortaleza y confianza que el hombre tiene como hijo de Dios radican en el reconocimiento continuo de la presencia y supremacía del Amor divino. Allí en el Amor, ¡no existen matones!
    