Me Crie En un hogar donde mi madre, como estudiante de la Ciencia Cristiana, consecuentemente se esforzaba por expresar las cualidades del Cristo de fe, virtud, paciencia y caridad. Sin embargo, mi padre causó mucha angustia en nuestro hogar con su conducta errática como consecuencia del abuso periódico del alcohol.
Gran parte de mi juventud la pasé temerosa en anticipación de lo que el día pudiera traer. Sentimientos de vergüenza y falta de respeto con frecuencia acompañaban el miedo. Después de que mi madre falleció, me encontré compartiendo el hogar de la familia con mi padre y mi pequeño hijo. Aunque el problema de la bebida había disminuido, todavía yo llevaba lo que en términos actuales podría llamarse las "cicatrices" de haber tenido un padre alcohólico. Además de esto, mi padre estaba ahora en compañía de una mujer joven, quien había hecho conocer su presencia mucho antes del fallecimiento de mi madre.
Estas circunstancias del pasado y del presente pesaban profundamente en mi corazón. Estaba siempre angustiada por mis sentimientos hacia mi padre, porque no coincidían con lo que yo estaba aprendiendo por medio de mi estudio de la Ciencia Cristiana sobre Dios y el hombre. En el curso de los años hubo períodos de iluminación espiritual, los que me trajeron mucha paz, la cual no permanecía al enfrentarme con la conducta irracional.
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