¿Qué te hizo interesarte en el Handball? En 1981 el entrenador de handball en la universidad a la cual yo asistía, organizó uno de los primeros equipos de handball para mujeres. El entrenador me preguntó si yo quería hacer la prueba para entrar a este nuevo equipo. El hizo que el aprender a jugar handball fuera un desafío tan interesante que quise lograr esa meta. Casi todos los días de la semana me levantaba temprano por la mañana e iba al campo de deportes con mi entrenador y practicaba durante varias horas.
Este deporte exige un arduo entrenamiento físico. Es difícil aprender a jugarlo. Se necesita mucho tiempo y dedicación. Si bien las mujeres lo habían estado jugando durante varios años, en realidad, no se las alentaba a jugar en torneos. Fue siempre una clase de deporte para hombres por ser tan físicamente agresivo.
Cuando me estaba entrenando intensamente en este deporte, acepté que era muy común sufrir lesiones. Dado que es tan agresivo, se espera que dañe las coyunturas y la espalda.
Mi familia y yo hemos confiado en la Ciencia Cristiana durante cuatro generaciones. Pero a medida que me entrenaba empecé a pensar, cada vez más, que la Ciencia Cristiana y la dedicación tan intensa al entrenamiento físico no eran compatibles. Empecé a sentir que había dos fuerzas contradictorias en mi vida. Aun cuando en la escuela y en la universidad había enfrentar a confiar cada vez más en la oración, simplemente no podía enfrentar esa situación. A medida que ese sentido de conflicto iba en aumento, me sentía atormentada, de manera que dejé de practicar la Ciencia Cristiana.
Algún tiempo después de eso, tuve un problema en la espalda que un quiropráctico necesitaba corregir cada seis semanas más o menos. En una oportunidad, un miércoles, durante mi última práctica para un encuentro antes de ir a un torneo el viernes, fui a detener un lanzamiento de la pelota y se me dislocó la espalda. No pude levantarme; el dolor era muy intenso. Llamé al quiropráctico y fui a verlo para que me diera un tratamiento, pero aun así no tuve mucho alivio. Le dije que iba a ir a un torneo en dos días. Me dijo que si competía en el torneo, iba a correr el riesgo de tener que estar en tracción [lumbar] en el hospital durante dos meses. Dijo que esperaba verme en pocos días y que era posible que no pudiera moverme, que iba a tener mucho dolor.
Eso bastó para que yo comprendiera que no podía aceptar más esos medios. Conocía un medio más elevado, un remedio más permanente. Ese remedio era la oración y lo que yo había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana y a través de mi estudio de esta Ciencia.
Cuando volví a casa esa noche, expliqué a mi esposo lo ocurrido. En ese entonces, él no era Científico Cristiano, pero sabía que yo había practicado la Ciencia Cristiana la mayor parte de mi vida. Había visto que yo había sanado muchas veces antes. Me dijo: "Tú sabes lo que debes hacer". Le dije: "Tienes razón; lo sé".
Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana quien empezó a orar por mí inmediatamente, y yo también empecé a orar por mí misma. Quería mantener mis pensamientos firmes en Dios y comprender que debido a que era la creación de Dios yo tenía que expresar cualidades divinas, y que nada podía interferir con esa expresión. También trabajé mucho para abandonar el temor, porque la condición parecía muy real. Una vez que podemos vencer el temor y recurrir de todo corazón a Dios, podemos comprender más acerca de nuestra relación con El. Esa relación no es variable. Siempre es constante.
¿Hubo algún momento de duda en tu pensamiento de que era posible que no participaras en el torneo? Bueno, tuve que comprender que no debía ser testaruda. Había practicado muy duro para ese torneo así que quería jugar. Pero tenía que abandonar ese sentido de obstinación y orar: "Hágase tu voluntad", como en la oración del Padre Nuestro que nos dio Cristo Jesús.
Yo estaba programada para jugar en dos eventos diferentes. El primero era el viernes por la noche, y no me fue posible participar en ése. Pensé que no era prudente porque aún no me sentía bien. Pero al día siguiente me sentía mejor, y decidí seguir adelante y competir. Seguí orando todo el tiempo.
Pude jugar y ganar mi primer turno y jugué y gané mi segundo turno. Entre partidos salí sola. Recuerdo que me recosté en el pasto y simplemente oré.
Al tercer día estaba completamente bien. Competí y jugué uno de mis mejores partidos hasta la fecha. Fue un partido muy agresivo con la campeona de mujeres canadiense. Fue sencillamente maravilloso estar libre del problema y expresar esa libertad.
Esa curación maravillosa me hizo volver a la Ciencia Cristiana. Sabía que éste era el sendero que quería seguir para siempre. Al recordar los conflictos que había sentido antes, he comprendido que el móvil es una de las cosas más importantes para considerar.
¿Quieres decir, el móvil para participar en el deporte? Exacto. Si enfocamos los deportes y el entrenamiento correspondiente con la idea de cambiar el aspecto de nuestro cuerpo, para acondicionar el cuerpo o para ganar, ese es un móvil basado más bien en el físico. Mientras que el estar deseoso de expresar gracia y dominio, fortaleza y libertad sería un enfoque más espiritual. Esos son móviles basados más espiritualmente. No quiero decir con esto que no debemos practicar y entrenarnos para nuestro deporte, sino que debemos mantener nuestros móviles divinos.
El expresar las cualidades de Dios, la Mente divina, el expresar dominio y armonía si nuestro móvil es manifestar estas cualidades en nuestra experiencia a medida que tomamos parte en el empeño pondremos en ejecución lo mejor de nuestra habilidad y siempre seremos "ganadores" aun cuando no nos llevemos el premio.
Me doy cuenta de que no estoy practicando tanto como solía hacerlo, pero el enfoque que estoy teniendo está cosechando más beneficios de los que la práctica y el entrenamiento intensos lograron.
Yo tenía que comprender que las cualidades de Dios que yo expreso resplandecerían; cualidades como paz, armonía, dominio y fortaleza. Yo estaba reflejando a la Mente divina. No estaba confiando en la Mente divina para que me mostrara a donde ir para golpear la pelota de por sí; sino que al reflejar las cualidades de la Mente divina, yo podía de hecho expresar movimiento y libertad.
Me siento muy agradecida por saber acerca de la Ciencia Cristiana, acerca de las leyes de Dios. Cuando he viajado por todo el país para tomar parte en varios torneos, considero que he podido dejar brillar mi luz, por así decirlo. Varias personas han notado algo distinto en cuanto a mí. Les hablo acerca de la Ciencia Cristiana.
En cierta ocasión, cuando mi contrincante y yo empezamos un partido, él golpeó la pelota con demasiada fuerza. No tuve tiempo de reaccionar y la pelota dio directamente contra uno de mis ojos. Por supuesto, yo tenía puestos los anteojos protectores, pero la pelota venía con tal velocidad que me sacó los lentes y uno de ellos me hirió el párpado.
Ocurrió muy rápido. Pero inmediatamente me aferré al hecho de que los accidentes no son parte de la creación de Dios y, por lo tanto, no pueden ser parte de mi existencia. Recordé una declaración de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy: "Los accidentes son desconocidos para Dios, o Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la casualidad por el concepto correcto de la infalible dirección de Dios y así sacar a luz la armonía".
Salí de la cancha y me quedé a solas con mis oraciones. Mi contrincante vino a verme como también el gerente del club. Nuestra conversación no fue siquiera del ojo o de la herida. A medida que hablaban yo estaba orando continuamente y aferrándome al hecho espiritual de mi unidad con Dios, comprendiendo que el hombre siempre es uno con Dios. Nuestra relación con El jamás puede cambiar. Unos cinco minutos después volvimos a la cancha y jugamos el partido. Duró una hora o más.
Continué orando. Unas horas después de que ocurrió el incidente, empecé a sentir un poco de náuseas. Tenía que dominar el temor y aferrarme con firmeza a la unidad del hombre con Dios.
La mañana siguiente era domingo; el ojo estaba aún un poco sensible a la luz. Pero en un culto en una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, experimenté tal sentido de amor que percibí que la curación estaba lista para efectuarse. Y así fue. En el transcurso de una hora estaba completamente bien. Estuve al aire libre la mayor parte del resto del día, el sol brillaba, y no experimenté efectos secundarios.
Una vecina que había visto la herida en el párpado la noche anterior vino al día siguiente. Estaba preocupada porque había tenido una experiencia similar. Pero cuando vino, vio que todo estaba bien, y hablamos sobre la oración y cómo sana.
La aplicación de la Ciencia Cristiana ha sido realmente una extraordinaria ventaja en mi vida, no sólo en los deportes. También fue importante en mi trabajo como Comisionada para Mujeres para la Asociación de Handball de los Estados Unidos.
¿Qué puedes decirnos de tu trabajo con la Asociación de Handball? Mi período de tres años como Comisionada para Mujeres ya expiró, pero ahora pertenezco al Comité Ejecutivo para Mujeres. Cuando acepté el puesto en la comisión parecía que no había respeto por las mujeres ni por el puesto de la Comisionada para Mujeres.
Como con todo nuevo paso en un deporte, había algunas decisiones que se tenían que tomar. Algunos hombres dijeron: "¿Para qué necesitamos a esas mujeres? No pueden tomar decisiones". Era un período de organización.
Durante este proceso de organización, ¿tuviste alguna percepción espiritual que fuera particularmente ventajosa? Definitivamente. No es común que todos estén de acuerdo. Percibí que tenía que mantener la idea-Cristo ante mi pensamiento y dejar que ella abriera mi pensamiento a la dirección de Dios.
Al ver en retrospección el comienzo mismo de los tres años, puedo percibir que el depender de este enfoque durante esos tres años trajo cambios. Al principio, algunos de los hombres jamás prestaban atención a lo que eran asuntos de mujeres. Ahora están tomando parte activa en las discusiones.
Hubo una situación particularmente difícil. Sentí que una persona estaba diciendo cosas falsas respecto a mí y estaba manipulando la situación.
No dije mucho durante la reunión en la cual ocurrió esto, pero más tarde esa noche empecé a orar sobre el asunto. Recurrí a la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. A la mañana siguiente, me sentí un poco mejor acerca de la situación, pero decidí llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana. El me dijo que necesitaba reconocer el error pero separarlo de la persona. Pude mantener en mi pensamiento el hecho de que el hombre es espiritual y está gobernado por Dios. Encontré que era provechosa una declaración que aparece en el Manual de La Iglesia Madre. Aunque la Sra. Eddy escribe acerca de cómo los Científicos Cristianos deben responder a las tergiversaciones acerca de la Ciencia Cristiana, pude ver que el espíritu de esta indicación puede ayudar a quienquiera que sienta que es víctima de una tergiversación. La Sra. Eddy escribe: "Por muy ofensivo que sea el trato, o falso lo que digan las otras iglesias o la prensa, no uséis en cambio invectivas acerbas, y haced bien a vuestros enemigos cuando se presente la oportunidad".
En la siguiente reunión, tuve una sensación de calma. A medida que siguieron las reuniones, nuevamente fui atacada ferozmente, pero pude ver que, en realidad, era el puesto el que era atacado ferozmente. Cuando me pidieron que hablara y dijera mi parte de la historia, no sé exactamente lo que dije. Sólo recuerdo haber orado: "Padre, guíame". Las acusaciones falsas fueron puestas al descubierto, y se hizo justicia.
Después de esta situación, realmente tuve que aprender a amar más. La tendencia hubiera sido la de estar enojada y desquitarme. Pero la vi como una oportunidad de aprender a amar más a la humanidad, no sólo a esa persona, sino a toda la humanidad.
Comprendí que si yo no amaba a cada persona y a todas como el hombre de Dios, como la idea espiritual de Dios, no estaba amando a Dios totalmente. Y este pensamiento realmente abrió mis ojos para comprender que no podía evitar amar a toda la humanidad, porque yo sí amaba a Dios. Y cada una y toda idea de Dios expresa Sus cualidades. Crecí para comprender lo que significa "ama a tus enemigos".
