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Venzamos el temor a las recaídas

Del número de octubre de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Todos Nos Alegramos al recuperar la salud. Pero si el temor de sufrir una recaída continúa, hay algo más que necesita curación. Detrás del temor está la aceptación de que, si algo malo ha ocurrido, la misma condición podría volver y ser tan mala, peor, e incluso fatal. Tales pensamientos no sólo provocan mucha angustia, sino que pueden impulsarnos a dejar de hacer actividades que, de otra manera, nos gustaría llevar a cabo. Mediante el estudio de la Biblia y los escritos de la Sra. Eddy, podemos liberarnos del temor a una recaída al aumentar nuestra comprensión espiritual acerca del poder que tiene Dios para sanar permanentemente.

El Evangelio según San Marcos nos dice acerca de la preocupación de un padre por su hijo que sufría ataques epilépticos. Cada día debe de haber traído desafíos nuevos y atemorizantes. Cuando los discípulos de Cristo Jesús no pudieron sanar a su hijo, el padre imploró al Maestro que lo ayudara, diciendo: "Si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos". Pues en ese mismo momento su hijo estaba padeciendo otro ataque.

El padre había presenciado tantos ataques similares que, tal vez, la palabra si indica el temor de que el caso de su hijo fuera incurable. Jesús respondió: "Si puedes creer, al que cree todo le es posible".

Al reconocer sus propias dudas, el padre tuvo que haberse dado cuenta de que necesitaba tener más fe. Con lágrimas en los ojos dijo: "Creo; ayuda mi incredulidad". Entonces Jesús ordenó a la enfermedad que saliera del muchacho e impidió su retorno (o una recaída) con estas palabras: "Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él". El muchacho sanó completamente.

Cuando los discípulos preguntaron a Jesús por qué ellos no pudieron sanar al muchacho, él dijo: "Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno". Una manera de pensar sobre "oración y ayuno" es como la clarificación de la realidad espiritual en nuestro pensamiento (oración) y el abandono de falsas creencias basadas en la materia (ayuno). Esto es muy importante para que superemos el temor a una recaída.

Al empezar por conocer lo que Dios es, podemos comprender mejor lo que cada uno de nosotros es como Su imagen y semejanza invariable e inseparable. Las Escrituras nos muestran que Dios, el bien, es Todo y el creador de todo. Su eterna perfección excluye de la existencia todo lo que sea desemejante a Su armonía y supremacía omnipresentes. Como Su reflejo espiritual, sólo podemos conocer y ser lo que Dios conoce y mantiene. La enfermedad jamás puede ser una posibilidad ante la presencia divina. La salud es integridad divina, la cual jamás puede convertirse en enfermedad.

A medida que aprendemos que la enfermedad es irreal porque no tiene Principio divino que apoye su existencia, vislumbramos por qué podemos sanar permanentemente. Esto es "ayunar": exterminar en nuestro pensamiento las creencias materiales de que la enfermedad tiene existencia, poder y realidad. Se discierne la falsedad de la enfermedad cuando se comprende su nada ante la presencia de la totalidad de Dios. Los resultados de esta comprensión son la desaparición de las creencias de enfermedad que intentan restringirnos. Esto se manifiesta como un estado mejorado del cuerpo, pero su base es la manifestación más completa de lo que ya es: la armonía, salud, perfección e inmortalidad de Dios y Su creación.

Una pregunta lógica en este momento es: "¿Cómo demostramos esto?" Una manera de empezar es practicar lo que podríamos llamar "olvido científico". Cuando pensamos acerca de lo que se llama "el pasado", lo hacemos parte del momento presente porque ocupa nuestro pensamiento presente; por lo tanto, siempre podemos corregir lo que pensamos acerca de una situación pasada. En lugar de mantener en el pensamiento una dificultad anterior, podemos vigilar para revertirla con hechos espirituales acerca de la situación. Esto significa descartar pensamientos acerca de lo doloroso que fue algo, qué mal se veía, o lo que es nuestra opinión o la de otros acerca de ello. También significa no festejar el "aniversario" de una dificultad al repasar el cuándo, dónde, por qué, y cómo ocurrió. Hacer cualesquiera de estas cosas es hacer que un pasado desdichado sea parte del presente y darle realidad en nuestro pensamiento. No podemos comprender la irrealidad de algo mientras mantenemos su validez como algo que realmente ocurrió.

Necesitamos erradicar todo lo que fue dañino en el pasado comprendiendo, mediante el razonamiento cristianamente científico, que los pesares pasados jamás pueden ser válidos. ¿Por qué? Porque nuestra identidad, como imagen y semejanza de Dios, siempre está expresando Su bondad. Siempre la ha expresado y siempre la expresará. Sabiendo esto, podemos "invertir" una dificultad arraigada durante mucho tiempo y reemplazarla en nuestra consciencia con los hechos eternos de Dios y el hombre. La convicción de la totalidad, bondad, inmutabilidad y omnipotencia de Dios — de la perfección de Su creación y la consecuente nada del mal — es la base de la curación por la Ciencia Cristiana.

Al percibir la perfecta armonía de la creación infinita de Dios, podemos empezar a demostrar por qué las recaídas no tienen base espiritual y no tienen por qué ocurrir. Dado que una dolencia no tiene causa legítima, no puede haber efectos repetidos de esa dolencia. La Sra. Eddy explica en No y Sí: "Todo ser verdadero representa a Dios y está en El. En esta Ciencia del ser, es tan imposible que el hombre retroceda de la perfección o que se desprenda de ella, como que su Principio divino o Padre caiga fuera de Sí mismo en algo menos que la infinitud". Y más adelante dice: "El ser individual del hombre debe reflejar al Ser supremo individual, para ser Su imagen y semejanza; y esta individualidad nunca tuvo su origen en la molécula, el corpúsculo, la materialidad o la mortalidad. Dios mantiene al hombre en los eternos vínculos de la Ciencia, — en la armonía inmutable de la ley divina".

Una Científica Cristiana estaba sufriendo los efectos de lo que parecía ser un ataque cardíaco. Aparte de su preocupación por su estado de debilidad, temía que hubiera una recaída y que fuera fatal. Llamó a una practicista de la Ciencia Cristiana para que la ayudara mediante la oración a apartar sus pensamientos de sus temores y de su estado físico hacia un punto de vista más espiritual de su ser verdadero y semejante a Dios.

Esta mujer comprendía cada día mejor por qué ella y todos están siempre a salvo ante la presencia de Dios y por qué no se puede perder ni dejar de ver la perfección. Dos citas fueron especialmente provechosas. En la Biblia: "Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová". Y en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy: "Corregid la creencia material con la comprensión espiritual, y el Espíritu os formará de nuevo. Jamás volveréis a tener otro temor que no sea el de ofender a Dios, y jamás creeréis que el corazón o cualquier otra parte del cuerpo os pueda destruir".

Percibió que necesitaba reconocer sólo la presencia y el poder de Dios, saber más acerca de su naturaleza espiritual mediante un estudio y oración más profundos y ver que sus acciones estuvieran más centradas en Dios y dirigidas por El. Cada día se ponía más fuerte físicamente. La repetición mental de su ataque cardíaco y el temor a una recaída se desvanecieron a medida que se ponía bajo el cuidado de Dios, el Amor divino. Dos semanas después estaba excursionando por las montañas en la nieve profunda. Sanó completa y permanentemente.

Podemos vencer el temor a las recaídas manteniendo una consciente y constante percepción de la creación espiritual. A medida que oramos y escuchamos humildemente, Dios nos mostrará cómo.

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