Una Vez Que hemos comprendido la importancia de orar por nuestra propia vida y por el mundo, no tiene sentido dejar de hacerlo porque nos sentimos abrumados por todo lo que debemos orar.
Quizás hagamos una lista (aunque en mi experiencia he hallado que no resulta tan útil como pueda parecer): Orar por mí. Orar por la familia. Orar por la iglesia. Orar por el Heraldo. Orar por la comunidad. Orar por el Medio Oriente. Orar por la situación de Africa del Sur.
Pero, ¡espere! ¡Socorro! Esto sin contar las crisis especiales que ocurren en la familia y, especialmente, en las épocas más atareadas del año, como la Navidad, por ejemplo. Es como para sentirse exhausto antes de empezar.
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