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¿Es práctico confiar en Dios para que nos guíe?

Del número de noviembre de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Gente Que pasaba no podía comprender lo que veían; la parte delantera de mi pequeño automóvil estaba totalmente destruida y yo completamente ileso. El vehículo había chocado contra un autobús.

Unos momentos antes, de repente sentí la necesidad de orar, de afirmar que mi verdadera identidad es espiritual, de afirmar mi compleción como el hijo de Dios, perfecto y a salvo.

La vida de Cristo Jesús nos muestra, a través de los Evangelios, la capacidad infinita que todos tenemos para volvernos a Dios, el Principio divino, en todo momento. A medida que ponemos en práctica la habilidad de escuchar a la intuición espiritual, comenzamos a percibir que el cielo está en la consciencia, mucho más cerca y disponible de lo que imaginamos.

Cuando alguna experiencia nos hace percibir el poder preservador de Dios, en la siguiente oportunidad cedemos más rápidamente a la dirección divina porque hemos podido probar en cierto grado que la oración vence la discordancia.

El que permitamos que la Verdad se haga cargo de nuestra vida, y cedamos a su guía infalible, no significa que nos sentemos y esperemos a que alguien golpee en nuestra puerta para darnos lo que necesitamos, o que no tomemos las precauciones, responsabilidades y compromisos normales. ¡Por el contrario! Somos cada vez mejores en hacer estas cosas porque aprendemos a dejar de lado la voluntad humana. Tomamos la "mano" de Dios y nos asimos del "cayado" de Dios y, con la ayuda de la intuición espiritual, estamos seguros.

De la misma manera que dejamos de sufrir cuando despertamos de un mal sueño, nunca sufrimos cuando cedemos completamente a la voluntad divina, que nos rescata de las presiones hipnóticas del temor, el pecado y la ignorancia. Esta demostración está basada en la omnipotencia, la omnipresencia y la omniacción de Dios y en la inseparabilidad entre Padre e hijo, Dios y el hombre. La causa del universo es Dios, el bien, y el hombre es el efecto de esta causa única y sublime. La Sra. Eddy explica en Ciencia y Salud: "Dios no hace que el hombre peque, enferme o muera".

El descubrir el ser espiritual y verdadero del hombre genera una nueva perspectiva en nuestra experiencia, hace que la curación, que antes creíamos extraordinaria, sea algo de todos los días, y brinda nueva perspectiva sobre el estado original del hombre y del universo, donde todo es armonía. Y las experiencias de curación de todos aquellos que han sido obedientes a la dirección de la Mente divina, especialmente Cristo Jesús, son como postes indicadores que nos alientan a descartar la voluntad humana, a poner de lado todo aquello que impediría que plantáramos firmemente nuestros pies sobre la roca de la Verdad divina. No perdemos nada al permitir que el Amor divino controle nuestro pensamiento. Por el contrario, obtenemos felicidad y consuelo verdaderos.

Todas las noches, al acostarme, trato de reconocer todas la oportunidades en que dejé que Dios me guiara durante el día, y puedo decirles que hacerlo es siempre muy provechoso. Y, todas las mañanas cuando me levanto, pido a Dios que me ayude a estar consciente de Su voluntad ese día. El libro de Isaías en la Biblia dice acerca de Dios: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado". Al orar y confiar de esta manera, podemos esperar ser liberados de errores y accidentes, y probar que siempre estamos a salvo en el poder protector de Dios.

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