Aunque Personalmente No hayamos experimentado los efectos del terrorismo, el crimen violento, la depravación, la deshonestidad o cualquier otra forma de crueldad, seguramente estamos familiarizados con las noticias que nos informan sobre esos acontecimientos. Algunas veces esos informes son referentes a ciertos lugares con problemas políticos geográficamente muy distantes de nosotros. Otras veces, encontramos que esos problemas aparecen justo en donde vivimos.
En mi país, la India, en los estados de Punjab, Jammu y Cachemira, el terrorismo y el asesinato de gente inocente siguen siendo un gran desafío. No hace mucho, en el estado de Andhra Pradesh, donde vivo, las amenazas de los Naxalitas, un grupo revolucionario terrorista, se volvió muy alarmante. El gobierno hacía lo mejor que podía para conservar la paz, la ley y el orden. Pero las noticias diarias difundían temor entre la gente. El peligro parecía estar en todas partes.
Esto me hizo pensar acerca de los recursos que teníamos para tratar esos problemas. ¿Cómo podemos ayudar a traer paz y una atmósfera sanadora a la vida de las personas, de la familia o a la vida de la comunidad, cuando esas situaciones parecen tan peligrosas? Encontrar una respuesta a esta pregunta se hizo más importante cuando mi hijo fue amenazado por los terroristas Naxalitas.
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