En 1953, Cuando estaba viviendo en Kenia, me enfermé gravemente de malaria y luego contraje fiebre tifoidea. Después de varias semanas de tener fiebre y pérdida de conocimiento, no se esperaba que viviera. Mi marido cablegrafió a mi hermana que estaba en la India. Ella hacía poco que había empezado a estudiar la Ciencia Cristiana, y solicitó a una practicista de la Ciencia Cristiana que orar por mí. Al día siguiente, recobré el conocimiento y comencé a recuperarme.
Varios meses después, conocí a la practicista y recibí un ejemplar del libro de texto de Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Lo leía siempre que podía. Me gustaba en especial el Padre Nuestro, con su interpretación espiritual.
Una consecuencia de la fiebre tifoidea fue que las piernas me quedaron muy débiles y sentía fuertes dolores. No recibí ningún tratamiento médico, sino que pedí a la practicista que continuara orando conmigo. Vencí el temor a quedar inválida, como me habían dicho, y al cabo de unos dos meses estuve completamente sana.
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