Las cárceles repletas, al igual que la publicidad sobre los permisos concedidos a los reclusos, imprimen mayor urgencia al tema de la rehabilitación de los presos. Como administradora de un programa educativo en una cárcel de mediana y alta seguridad en el estado de Nueva York, E.U.A.,
aporta nuevas perspectivas a dicho tema. Antes de convertirse en lo que podría llamarse "directora" de una escuela en una prisión, trabajó como profesora en el programa preparatorio para la universidad en la misma entidad.Paula, ¿qué es una prisión de mediana y alta seguridad? El estado de Nueva York tiene prisiones de mínima, mediana y alta seguridad. Una prisión de mediana y alta seguridad sería casi una prisión de alta seguridad que aloja a presos sentenciados a cadena perpetua, quizás con varias sentencias a cadena perpetua. En nuestra institución, el preso promedio está cumpliendo sentencias de dos a diez años. Los presos provienen en su mayor parte de la ciudad de Nueva York o de otras áreas metropolitanas.
Háblenos del programa educacional de la prisión. Básicamente, el maestro trabaja con los hombres durante todo el día. Tengo en mi clase entre veinte y treinta hombres. No hay un programa rígido al que uno tenga que ajustarse en forma estricta. Si estuviera trabajando para perfeccionar su habilidad para leer o escribir daría una tarea que sirviera para explorar sus propias experiencias.
La mayoría de los reclusos están en prisión por crímenes relacionados con drogas. Para muchos de ellos, el crimen pareció ser a veces la única salida de una existencia sombría. Y pienso muy a menudo que la educación puede decir: "Un momento, ésa no es la única salida. Existen otras". Y eso es algo de lo que hablamos en clase.
¿Cuál es la importancia de la Ciencia Cristiana en lo que usted hace y en la confianza que usted siente en lo que hace? Oh, es muy importante. Pienso que sin ella, trabajar con alegría en medio de un ambiente como el de la cárcel sería totalmente imposible. Recuerdo que una vez, en los comienzos, me sentía desalentada porque, en cierto sentido, al trabajar en una prisión, uno también está encarcelado ocho horas al día. Recuerdo que trabajé con un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana: "Servirte a Ti, mi Dios, Señor, me trae libertad". Pensé acerca de eso, porque yo misma había elegido hacer este trabajo. Por decisión propia había dejado de enseñar en una escuela pública para dedicarme a enseñar en una prisión.
En un momento determinado decidí adornar el salón de clase con láminas en las que aparecía un arco iris. Traje una planta e intenté crear una atmósfera diferente, hacer que el salón de clases de la prisión fuese acogedor, como un refugio.
Un lunes al llegar encontré todas las láminas cortadas con cuchillo, todos mis lápices quebrados en pedacitos, y la planta cortada. Me sentí muy abrumada. Parecía muy obvio que era un ataque contra lo bueno. Ahora bien, yo podía creer eso y desalentarme totalmente, o decidirme a no aceptar falsas evidencias. Trabajé con ese himno sobre la libertad espiritual; sabía que el vandalismo no iba a determinar mi felicidad. Nunca más volvió a producirse ese tipo de ataque al salón de clase.
En la prisión ocurren un montón de cosas feas. Hay violaciones, asaltos y manipulaciones. Uno trabaja en medio de todo eso, pero nada de eso tiene que convertirse en nuestra propia realidad. Pienso que esa actitud es algo que puede ayudar a que los hombres vean que ellos también pueden tomar una posición que contribuya a aminorar lo malo. Yo puedo ayudar a disminuirlo, no ignorándolo, sino no permitiendo que las cosas que necesitan corregirse me alejen. Trato de hacerles frente, de lidiar con ellas, y de ayudar a aliviar los problemas del mundo.
¿Cómo les hace frente? Por medio de la oración. Primero que nada, tengo que ver que a pesar de lo que alguien diga o haga, sigue siendo el hijo de Dios. Ese es el fundamento básico; y a veces exige muchísima paciencia.
Recuerdo la vez en que un hombre llegó a la clase. Estaba lleno de encono. Estaba enconado contra mi raza, estaba enconado contra mí por ser mujer. Me hizo saber que sólo deseaba que lo dejara solo. Estaba en mi clase pero eso era todo; él sentía que nada de lo que yo hiciera podría ayudarlo, que yo nunca podría entender su situación.
Cuando trabajo con los estudiantes, con frecuencia me siento inspirada al orar por ver al hijo de Dios, perfecto y puro. Y también, para ser paciente. Una cita que realmente aprecio es de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy: "Esperad pacientemente a que el Amor divino se mueva sobre la faz de las aguas de la mente mortal y forme el concepto perfecto". No estoy tratando de luchar con alguien ni tratando de forzar a que salga algo que está dentro de alguien. El crecimiento debe producirse en forma natural. Hay que ser paciente al trabajar muy gradualmente con las actitudes.
¿Qué sucedió con el hombre que estaba tan lleno de encono? Decidí que todos los días iba a alentarlo a unirse al grupo, o que si había algo que yo pudiese corregir o en que yo pudiese serle de ayuda, iba a tratar de hacerlo. El daba todas las excusas posibles tales como “Si tan sólo tuviera el material que necesito”. Entonces, yo le traía diferentes libros, algo que estuviese más a su nivel.
Finalmente, nos informó que tenía un diploma, si bien, en realidad, él precisaba comenzar su tarea en la clase a un nivel más elemental. Una de las primeras barreras que pudimos superar fue cuando él dejó de fingir, se pudo abrir y "no se cubrió" más. Eso derritió un poco el hielo. Era como si él estuviese diciendo: “Usted realmente ve que yo necesito esta ayuda”. Así que desde ese momento comenzó una relación más cálida y trabajamos juntos. Al final, llegamos a un punto en que él dijo: “Gracias por permanecer a mi lado”.
A menudo, algunos de los hombres sienten que no han tenido éxito en obtener algo tangible con su trabajo. Pero cuando empiezan a ver algunos resultados, descubren que una vida basada en el dinero fácil no lo ubica a uno donde realmente quisiera estar. Suelen decir que las drogas son los logros rápidos, fáciles; cuando la vida trae desencantos uno no se puede resistir a estimularse con la droga. En cambio, comprometerse a algo como es el tratar de obtener un título universitario a través de un largo período y de un esfuerzo riguroso, es diferente.
Como profesora, uno descubre destellos de progreso, y, ocasionalmente, encuentra a un alumno del cual puede afirmar categóricamente que ha sido tocado por el estudio. Por ejemplo, un hombre fue asignado a mi clase. A veces, se incluía en mi clase a algunos hombres que habían terminado sus estudios secundarios, y a partir de allí elegían si deseaban o no asistir a la universidad. Este hombre no tenía intenciones de asistir a la universidad. Iba a quedarse el menor tiempo posible en este establecimiento penal. Deseaba estar en una prisión más cercana a la ciudad. Pero resultó que decidió quedarse dos años en nuestra institución, y luego finalizó sus estudios universitarios afuera. Pude asistir a su ceremonia de graduación.
Usted realmente los ayuda a cambiar su pensamiento. Sí. Uso esta frase de Shakespeare que figura en las primeras páginas de Ciencia y Salud: “No hay nada bueno ni malo, sino que el pensamiento lo hace así”. Hablamos acerca de eso y yo les pregunto: “¿De qué manera puede el pensamiento de un individuo determinar su experiencia?” Creo que eso es verdaderamente útil para enfrentar el desaliento. Muy a menudo, uno condena el sistema: el sistema jurídico, el sistema económico. La prisión no está compuesta por una mayoría de gente blanca. Es una mayoría de gente de color, de hispanos y otras minorías. Por lo que hay una sensación de injusticia. Y también, a veces, la sensación de que “Usted nunca podrá cambiar el sistema. Siempre va a ser así”.
Lo que uno cambia es su propio pensamiento; y, al hacerlo, cambia su experiencia. Eso puede ayudar a elevar a todo el mundo; añade una luz más a la oscuridad.
¿Cuáles son algunas de las maneras en que usted ora por usted y por su trabajo? Trabajo muchísimo con los himnos. De hecho, al ir a la clase o al abrir todas las puertas me doy cuenta de que estoy cantando. Esa es una de las cosas que me ha ayudado. La otra es saber que dondequiera que uno se encuentre, está en el reino de los cielos, como lo enseñó Cristo Jesús.
Veo a la gente con quienes trabajo como hombres y estudiantes. No los veo como presos. Ese no es el enfoque. Son hombres que están encarcelados u hombres que están presos, pero antes que nada son hombres. Ellos aprecian este punto de vista.
Muchos de estos hombres tienen hijos, y es interesante ver que ellos quieren algo diferente para sus hijos. Muy a menudo les digo: "Bueno, si eso es lo que usted desea para su hijo, ¿no es lo que podría realmente desear para usted mismo?”
¿Cómo encara el trabajo en un prisión de hombres siendo una mujer? ¿Cómo ora usted acerca de esto? Es un constante desafío. Tengo que contrarrestar el punto de vista de que soy simplemente un ser sexual, porque eso puede llegar a resultar algo muy molesto. Con mis alumnos o con la gente con la que trato a diario en mi trabajo, no tengo ningún problema, pero, a veces, cuando ando por el patio escucho silbidos.
Ser considerada simplemente como una atracción sexual es un sentido limitado de humanidad. Lo que ocurre dentro de la clase tiene mucho más en común con mi verdadera femineidad. Nunca me preocupa el ponerla en evidencia. Ser maternal, solícita y todo lo que uno piensa que corresponde a la femineidad, es un gozo compartirlo. Me hace pensar en esa declaración que aparece en Ciencia y Salud: “Que aparezcan el 'varón y hembra' de la creación de Dios”. La ternura es algo muy necesario dentro de la prisión y es apreciada.
Trato de tener compasión, y de ser tan profesional como me sea posible en mi relación con todos. He comprobado con frecuencia que puedo contestarles mirándolos de frente sin sentirme avergonzada y sin sentir temor de enfrentarlos si empiezan a silbar o a decir cosas. También me apoyo en la oración.
Pienso que la oración da la confianza que proviene de Dios. Está respaldada por la Verdad. Así que uno no tiene que temer que lo pongan en aprietos.
Recuerdo una situación. Tuve a un hombre en mi clase cerca de un año y medio. En general participaba poco. Se inclinaba más bien a trabajar en forma individual.
Había nacido en Haití, y tenía una nutrida colección de artículos sobre su país. Hablamos sobre eso. Estaba por obtener la libertad condicional y se mostraba cada vez más amistoso conmigo, al punto de producirme una sensación de malestar.
Hablé por teléfono con los consejeros del grupo y resultó que ese hombre probablemente iba a comparecer ante una audiencia y luego sería deportado a Haití. Les dije que él había estado actuando de una manera extraña y que yo sentía que no debía volver a la clase. Dijeron que no habría problemas y que lo mantendrían en la unidad.
Consiguió salir de la unidad. Otra profesora y yo estábamos saliendo de la sala de profesores, y él empezó a gritarle a ella en la cara. Lo llamé por su nombre y le dije: “Basta. No sigas hablando de esa manera”. Al intentar arremeter contra ella, traté rápidamente de ver sus manos para ver si tenía armas, y luego me vino el pensamiento: Simplemente toma a la otra profesora y vete. Le dije: “Jan, vamos al comedor”. Nos dimos vuelta, alejándonos mientras él seguía gritando.
Muy pronto llegó un oficial y se lo llevó. Nadie resultó lastimado. El hecho era que el hombre se sentía en una situación tan desesperada que pensaba que ya no tenía nada que perder. Esperaba poder hacer algo tan drástico que se le exigiera permanecer dentro de la prisión y así no ser deportado. Así que podría haber hecho cualquier cosa.
Me sentí muy agradecida porque sabía cómo era ese hombre, agradecida por haber estado allí en ese momento con la otra profesora. Recuerdo que más tarde comprendí que la lección que había aprendido con esa experiencia era que debía confiar de veras en la intuición, en la intuición espiritual.
En muchos de los puntos que usted ha mencionado ha destacado que hay que mirar más allá de la apariencia externa. ¿Cómo lo hace? Sabiendo positivamente que lo que cuenta es lo interior, la belleza y el gozo interiores; no una cara con cicatrices o lo que sea que se presente externamente. Ese no es el hombre real; es el hombre mortal. Es importante ver siempre al hombre inmortal.
Es algo para lo que usted debe prepararse cada día, ¿o se va volviendo más espontáneo a través de la práctica? Pienso que, con el tiempo, se vuelve algo natural. A veces puede aparecer algo que trata de decir: “Debes creer en esto; es realmente feo”. Pero pienso que cuanto menos reaccionamos ante el error, menos nos confunde. Sé que esto es de mucha ayuda.
¿Qué quiere decir con no aceptar ni creer en el error? Quiero decir que el punto de vista mortal es siempre un enfoque errado. Lo mortal es limitado, de una manera u otra. Para estar completamente libre de cualquiera de las limitaciones mortales, de rótulos mortales, tenemos que vernos como espirituales, como hijos de Dios.
Para las familias de la gente que trabaja en las cárceles, esta tarea debe significar un verdadero desafío. ¿Siente su familia temor por la obligación que usted tiene de concurrir diariamente a la cárcel? No. Pienso que en el fondo quizás sea porque yo no siento temor de trabajar en la cárcel. No se puede sentir temor, pues, de lo contrario, uno se pasaría toda la vida temiendo. Realmente, he aprendido tanto de esos hombres como ellos han aprendido de mí.
Como ya dije, muchos de esos hombres no cometen actos criminales simplemente porque desean ser criminales y hacer daño a la gente. Eso constituye un porcentaje muy pequeño. Muchos de ellos cometieron hurtos o asaltos para solventar su hábito de las drogas o para obtener cosas para sus familias. No es propio de la naturaleza del hombre hacer daño.
Paula, ¿cómo puede usted afirmar que no es propio de la naturaleza del hombre hacer daño? Porque la naturaleza del hombre es espiritual, y es aquí donde aparece mi punto de vista como Científica Cristiana. No lo uso como una excusa para decir: “Bueno, tenían un problema de droga”. Pero hacer daño no es propio de la naturaleza verdadera del hombre, la naturaleza que Dios le ha dado, porque el hombre es espiritual. Cuando comprendemos este hecho la gente responde a esto.