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¿Quién hace cada tarea?

Del número de febrero de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Como Nueva Redactora Adjunta he estado interiorizándome de lo que sucede "entre bambalinas" para que se publiquen las revistas de la Ciencia Cristiana. Cada artículo, cada sección especial, cada testimonio pasa por muchas manos y llega a muchos corazones antes de ser impreso. Eso requiere tomar cuidadosas decisiones con respecto a la selección, redacción y presentación de los artículos.

Uno de los miembros del personal, familiarizado con todo el proceso, me llevó a recorrer el departamento de redacción para que supiera quién realiza cada tarea. Al visitar las oficinas de redacción y de producción, me conmovió el espíritu de amor y de cooperación entre los empleados.

Al ver por mí misma los desafíos que el personal tiene que superar para que todos los elementos se coordinen armoniosamente en su debida secuencia, oré humildemente a Dios para que yo fuera capaz de recordar todo lo que necesitaba saber.

Mas allá de recordar nombres, rostros, títulos y descripciones de puestos, más allá de aprender quién está a cargo de los diferentes trabajos diarios, hay algo mucho más importante que hace que todo funcione armoniosamente. Es la exigencia espiritual más profunda para que recordemos lo que Dios está haciendo constantemente.

Las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana son únicas, y deben ser el resultado de comprender lo que está haciendo Dios, y no simplemente el producto de los elevados propósitos de algunas personas muy amables. De esta manera percibimos la visión de la Fundadora y Guía de esta Iglesia, Mary Baker Eddy.

Cada vez que hacemos una pausa y admitimos que Dios es la Mente todopoderosa, omnisciente, que hace que Su creación conozca y refleje Su naturaleza, estamos recordando quién es que realmente hace cada tarea. Y esto hace una gran diferencia en la minucia práctica de la vida cotidiana. Cuando reconocemos que Dios nos gobierna y nos sostiene a todos nosotros, Sus hijos, estamos más capacitados para percibir Su propósito, y para ser guiados a desempeñar la parte que nos corresponde.

Con frecuencia, es típico de la mente humana encarar cualquier actividad en los términos de la percepción de su propia capacidad, que es limitada (o motivada por el ego), para "ser" y "hacer". Y es entonces cuando la fatiga, los malentendidos y las fricciones pueden entrar a hurtadillas.

En nuestros bien intencionados esfuerzos humanos por hacerlo a nuestro modo — es decir, "como hay que hacerlo"— quizás olvidemos "quién hace cada tarea", perdiendo así de vista temporalmente el hecho de que Dios es el único Hacedor verdadero, el único creador y realizador verdadero. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy describe a los egotistas de esta manera: "Se creen trabajadores independientes, autores personales y hasta creadores privilegiados de algo que la Deidad no quiso o no pudo crear".

Sus palabras pueden ser tanto una reprensión como un aliciente a la vez, despertándonos para que recordemos una vez más lo que Dios está haciendo, y para recordar nuestra relación con El, como Sus ideas, Su reflejo.

Cristo Jesús nunca perdió de vista su relación con Dios, nunca estuvo confundido sobre su misión. Sus palabras en los Evangelios nos muestran el porqué: él nunca olvidó lo que Dios, su Padre, era y estaba haciendo eternamente. El dijo: "No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente".

Reconocer que no podemos hacer nada por nosotros mismos no nos coloca en una situación de desamparo; todo lo contrario. Nos damos cuenta de que tenemos las soluciones más notables. Una actitud humilde ante Dios nos da mayor capacidad para sanar y ser sanados por medio de Su amor y de Su gracia.

¿Cuánto vemos de lo que el Padre está haciendo? ¿Nos parece a veces que lo que algunos mortales hacen (o no hacen) es el factor determinante en una situación? No obstante, la verdad es que lo que Dios es y lo que El está haciendo es en definitiva el factor determinante. En cualquier circunstancia podemos recurrir a Dios y preguntarle: "Padre, ¿qué estás haciendo, qué quieres que ocurra aquí y ahora?" Y mediante la oración podemos estar atentos a la convicción tranquilizadora que siempre nos llega, trayendo con ella Su poder transcendental y transformador.

El primer efecto es más paz mental y en el corazón, seguida de progreso. Podemos percibir nuevas maneras — inspiradas por Dios — de hacer las cosas. Nuestros propios e innumerables prejuicios humanos, idiosincrasias y limitaciones, van cediendo a una sabiduría y a una confianza más elevadas. Y así la individualidad espiritual verdadera de cada uno brilla con mayor intensidad. Estamos mejor capacitados para apoyarnos mutuamente en nuestro progreso espiritual y en nuestra comprensión de la curación cristiana.

Y eso es la realidad acerca de nosotros. Las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana tratan sobre la curación; sobre compartir las buenas nuevas de curación de las que hablan los evangelios, como la hemos visto demostrada en nuestra vida.

Como nueva integrante de La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana me siento nuevamente impresionada al ver el trabajo colectivo que nuestras publicaciones requieren.

En un sentido profundamente significativo, los lectores, quienes envían sus artículos, y el personal son colaboradores, unidos por igual en la oración para percibir mejor "el trabajo que está efectuando el Padre". Estas revistas revelan hasta qué grado hemos captado colectivamente la omnipotencia y la omniacción de Dios en nuestra vida. Nos muestran cómo vamos adelantando en nuestro progreso espiritual y en la comprensión de quién hace cada tarea.

Ser parte de este proceso es maravilloso y desafiador.

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