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Así como la plaza o el mercado en una comunidad es el lugar de encuentro para la gente y sus actividades, LA PLAZA es un lugar donde los lectores del Heraldo pueden compartir experiencias y lecciones que han aprendido mediante las revelaciones espirituales adquiridas al trabajar para la iglesia y la comunidad.

El amor que nos atrae

Del número de febrero de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


SEMINARIO SOBRE LA PRACTICA PUBLICA DE LA CIENCIA CRISTIANA

La mayoría de los estereotipos que la gente abriga (incluso algunos Científicos Cristianos) acerca de los practicistas, probablemente no tienen más relación con la realidad que cualquier otra forma de clisé.

Por ejemplo, si nos imaginamos que los practicistas de la Ciencia Cristiana viven una vida del todo tranquila, tal vez nos sorprenda saber que muchos tienen niños pequeños. Tan sólo este hecho debiera ser suficiente para desafiar la idea de que los practicistas viven plácidamente, alejados de las exigencias de la vida diaria.

O si imaginamos que los practicistas tienen pocos problemas personales que enfrentar, realmente nos alentará saber que muchos practicistas han indicado que el trabajo de curación más efectivo que han hecho para otros ha sido cuando se han visto en la necesidad de enfrentar y sanar serios problemas en su propia vida.

Hemos pedido a varios practicistas que compartan con nosotros brevemente algo de sus propias experiencias en la práctica y de lo que están aprendiendo acerca de ser un sanador cristiano en los últimos años del siglo veinte. Sus respuestas han sido notablemente diversas. Han hablado de la espiritualización de su vida, la perseverancia, la superación de obstáculos en la curación, y de un amor fundamental. He aquí algunos extractos:

YA NO SE TRATA DE UNA ESPERANZA QUE SE LOGRARA EN EL FUTURO

Aun cuando el trabajo de curación espiritual es el más satisfactorio e inspirador de los trabajos que uno pueda desempeñar, pensar de mí mismo como practicista de la Ciencia Cristiana no evoca el asombro y la veneración que anteriormente yo pensaba eran propios de ese cargo. Siento que es lo correcto para mí, y bastante normal. Es la manera en que se ha desarrollado mi afiliación a la iglesia. Me uní a la Iglesia para servir, pero durante bastante tiempo pensé que la Iglesia era algo para satisfacer mis necesidades. Me identificaba más con aquellos a quienes Jesús sanó que con la misión de la curación por medio del Cristo. No obstante, anhelaba seguir al Maestro en el camino que indicó a sus primeros discípulos. Jesús les pidió que dejaran sus redes y lo siguieran, pero cuando los discípulos hallaron difícil renunciar a los medios y modos humanos, les mostró cómo echar "la red a la derecha" (ver Mateo y Juan). La Sra. Eddy ha escrito: "Quienes estén dispuestos a dejar sus redes o a echarlas a la derecha en pro de la Verdad, tienen ocasión ahora como se tuvo antaño, de aprender y practicar la curación cristiana" (Ciencia y Salud). Por algún tiempo, no pude ver cómo podía dejar mis redes (otras vocaciones), pero poco a poco comencé a echarlas a la derecha.

El tomar instrucción en clase en la Ciencia Cristiana produjo una gran diferencia en mí. Aprendí a orar más profunda y científicamente; a pensar desde la base de lo que comprendía acerca de la naturaleza de Dios, el Espíritu. Comencé a dudar de los sentidos materiales y a discernir con más exactitud entre la realidad y la irrealidad. Recurrí a la Mente divina en busca de dirección. El trabajo, el hogar, la familia, la iglesia, comenzaron a proporcionarme oportunidades para la práctica, y pronto pude dedicarme del todo a la práctica pública de la Ciencia Cristiana.

Comencé a percibir que la práctica de la Ciencia Cristiana es la esencia de ser miembro de la iglesia. Vi cómo mi concepto de Iglesia había sido influido por el punto de vista de que había muchos miembros y sólo unos pocos practicistas. El Estatuto en el Manual de la Iglesia por la Sra. Eddy, titulado "No monopolizar" fue cobrando un nuevo significado para mí a medida que me esforzaba por demostrar que "... todos los que comprendan las enseñanzas de la Ciencia Cristiana tienen el privilegio de dedicarse a esta obra sagrada..." Me fue posible imaginar una iglesia en la que cada miembro estuviera activamente dedicado al ministerio público de la curación.

La práctica pública dejó ya de ser una esperanza para lograr en el futuro, otorgada a un grupo seleccionado. Era un privilegio para "todos los que comprendan las enseñanzas de la Ciencia Cristiana", y conocía a muchos compañeros miembros de la iglesia que estaban calificados para cumplir con este privilegio. La obediencia al Estatuto "No monopolizar" ahora incluía mi apoyo afectuoso a la práctica de la Ciencia Cristiana como un cargo, no como algo fuera del alcance o algo sobre lo que pensar en el futuro, sino como algo ahí mismo a la mano. Era el resultado natural de ser un consagrado miembro de la iglesia y de ser un discípulo cristiano.

Aunque la práctica es el concepto más elevado de ser miembro de la iglesia, un practicista genuino sigue siendo un estudiante, escuchando fiel y humildemente las indicaciones de la Mente. Está alerta a la resistencia que la mente carnal presenta a la curación espiritual, y constantemente se mantiene en comunión con su Padre celestial en su práctica. Este fue el método de curación que enseñó Cristo Jesús. En el Evangelio de San Juan se registran más de cien ocasiones en que Jesús o bien habló con su Padre o se refirió a El. Y éste es el método de curación que enseña la Ciencia Cristiana. Comprende una confianza perseverante en la revelación divina, un recurrir a las Escrituras y al libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, como la fuente tanto para enseñar como para sanar. La Sra. Eddy ha escrito: "El estudiante que sana mediante la enseñanza y enseña mediante la curación, se recibirá con honores divinos, que son los únicos sellos adecuados en la Ciencia Cristiana" (Escritos Misceláneos).

Todavía siento un poco de admiración, no por la profesión del practicista, sino por el hecho de que sea una parte tan natural de mi experiencia humana. Las horas que paso orando y estudiando, y respondiendo a las llamadas para dar testimonio de la Verdad, han dado nuevo sentido a lo que significa seguir al Maestro. Cuando Jesús nos encomendó el trabajo que debemos hacer, también nos dejó este mensaje: "Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido". Este no es un camino fácil de seguir — este disciplinar del pensamiento y de la vida para ponerlos en conformidad con el ideal del Cristo — pero, de todas las cosas en la tierra, es el que da más regocijo.

ESCUCHAR, AMAR, PERSISTIR

Desde que la Ciencia Cristiana llegó a mi vida, me ha encantado la primera oración en el libro de texto: "Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones" (Ciencia y Salud). Este solo concepto de apoyarse en Dios, pronto me trajo muchas bendiciones personales. Más tarde, cuando estaba tomando instrucción en clase de Ciencia Cristiana, percibí claramente cómo ese concepto de apoyarse en Dios podía ayudar a otros. Y cuando dos de mis compañeros de clase me pidieron ayuda, fueron sanados.

Después de iniciarme en la práctica pública, pronto descubrí que la curación no puede ser de la manera en que yo la disponga o como el paciente decide que tiene que ser. La curación consiste en volverse a Dios completamente. Si todas las cosas son posibles para Dios tenemos que decidirnos a escuchar Su voz, sacar del camino el sentido humano de las cosas y ver lo que realmente es real, lo que es verdadero acerca de Dios y del hombre.

Prácticamente, todos enfrentamos momentos en que nos sentimos inadecuados, o no lo suficientemente buenos, o incapaces, para sanar. Yo tuve que enfrentarme con ese interrogante cuando mi madre estuvo en un hospital y dijeron que se estaba muriendo de cáncer. Mi madre no era Científica Cristiana y mi padre me pidió que fuera al hospital. De acuerdo con las apariencias, ella parecía estar totalmente incapacitada. ¿Qué podía yo hacer? Mi madre estaba dispuesta a irse a casa conmigo y aceptar la Ciencia Cristiana para la curación. Conseguimos que la dieran de alta del hospital. La llevé a casa y le leí de la Biblia y de Ciencia y Salud casi día y noche durante trece días, y sanó completamente.

Lo que percibí fue que no se trata de cuánto yo comprendo, sino del hecho de que Dios ha creado al hombre espiritual y perfecto y que puede mantenerlo perfecto. Me di cuenta de que yo tenía que ver esto y ayudarla a ella a verlo también. Mi madre encontró que la Ciencia era tan maravillosa que se olvidó de todos los horribles cuadros de la enfermedad que le habían descrito. Sabíamos que había sanado. Pudo levantarse, caminar y comer de todo. Mi padre estaba escéptico y nos preguntó si podíamos ir al hospital para que se le tomaran más radiografías. Fuimos. Los médicos compararon las radiografías y no encontraron vestigio alguno de la enfermedad. El médico dijo: "¿Qué es lo que usted ha hecho?" Mi madre respondió: "Probé la Ciencia Cristiana". El médico entonces declaró: "Bueno, hemos visto esto antes". La curación fue completa, y la enfermedad no ha reaparecido.

Tenemos que persistir, mantenernos con el caso hasta que la curación se manifieste, hasta que vemos más allá de la falsa creencia. Tenemos que llegar a percibir que por más feos que sean los pensamientos o lo que diga una persona, o cuán terrible sea la apariencia física, la fealdad o la anormalidad física no es real; las discordancias no forman parte del hombre. Y a medida que sabemos que el hombre es la imagen de Dios, vemos la prueba de ello. Para mí, una de las cosas más esenciales que uno debe comprender metafísicamente acerca de la práctica de la curación es que el hombre realmente es la imagen de Dios. Así es como Dios lo hizo.

Y como practicistas esto es lo que tenemos que recordar acerca de nosotros mismos también: que somos la imagen de Dios y que necesitamos demostrar individualmente el crecimiento espiritual que hace más evidente nuestra verdadera naturaleza. No podemos sanar si no crecemos. He descubierto que no podemos permanecer mentalmente en el mismo nivel en que estábamos cuando nos iniciamos en la práctica, por más maravilloso que éste haya sido. Tenemos que crecer para comprender y sentir más la presencia de Dios.

Creo que este pensamiento de apoyarse "en el infinito sostenedor", ha sido para mí la mayor ayuda. Me ha enseñado a confiar en Dios. El es quien gobierna. El está a cargo. Muy a menudo nos encontramos tentados a pensar: "Yo estoy haciendo esto", y es aquí cuando entra el temor. Pero no sentimos temor si nos apoyamos en Dios. El hace el trabajo porque El es la única Mente. El trabajo del practicista consiste realmente en mantener su pensamiento a tono con las verdades espirituales que proceden de la Mente única.

"¿EN QUE BANDO ESTAMOS PELEANDO?"

El dedicarse a la práctica puede ser tan natural para los Científicos Cristianos como el dejar sus redes lo fue para los pescadores que se hicieron discípulos de Jesús. Ellos enfrentaron desafíos al seguir al Maestro, pero la presencia del Cristo les dio el valor y la inspiración para sanar, pese a la obstinada resistencia del mundo.

Juzgando por las apariencias, los recientes desafíos por parte de la ley contra la curación en la Ciencia Cristiana, y los ataques por parte de algunas personas en la profesión médica, pueden dar la impresión de que la curación cristiana científica estuviera asediada. Pero Ciencia y Salud muestra que está ocurriendo algo muy diferente. "La espiritualidad asedia abiertamente al materialismo", escribe la Sra. Eddy. "¿En qué bando estamos peleando?"

La tergiversación no puede cambiar el hecho de que la curación espiritual es lo que está ocurriendo, no lo que está desapareciendo. La crónica de curaciones por la Ciencia Cristiana existe desde hace mucho tiempo, y continúa pese a la incomprensión y tergiversación. La sencilla confianza en Dios, el bien, combinada con la obediencia para practicar diariamente las reglas de la Ciencia divina, nos capacitan para seguir al Cristo y sanar en su nombre. Y un amor activo hacia Dios y el hombre con el tiempo atraerá a la práctica pública a los que estén listos. No podemos estar más a salvo que cuando estamos ocupados en los negocios de nuestro Padre, haciendo frente humildemente con amor — con pruebas de curación — a la ignorancia y los equívocos del mundo.

LOS COMIENZOS: UN PRACTICISTA MIRA EN RETROSPECCION

... Se me ocurrió que si el Principio "lanzó a la tierra en su órbita" (Ciencia y Salud), también podía lanzar mi práctica y dirigir su progreso y crecimiento. Sabía que podía confiar en las propiedades de la Mente para que actuara mediante el Cristo, la idea salvadora de Dios, para unir a aquellos dispuestos listos para practicar la curación en la Ciencia Cristiana, con aquellos dispuestos y listos para depender enteramente del Espíritu y ser sanados. Por cuanto como practicista yo iba a hacer trabajo de curación solamente por medios espirituales, me pareció natural que la atracción hacia este trabajo también tenía que ser por medios espirituales. Y así fue.

Es interesante notar que un buen número de las personas que me llamaron pidiendo ayuda durante aquella época acababan de conocer la Ciencia Cristiana. Y, como para mostrar cuán ilimitada es realmente la ley divina de la atracción, un día recibí una llamada ¡de Venezuela! Me hallaba en ese tiempo viviendo en la parte central de los Estados Unidos, de manera que esa llamada me hizo estar humildemente consciente del poder extenso de la Mente, la cual es siempre suprema en todas partes.

La práctica comienza sanando nuestros propios pensamientos de todo lo que es desemejante a Dios. Vigile sus pensamientos en todo momento. Al comienzo, esto me resultó desalentador porque sabía que yo estaba muy lejos de la perfección y pensaba que esto podía entorpecer mi éxito en la curación. Pero es la Verdad divina, no una persona, la que produce la curación. Me había hecho miembro de la iglesia hacía sólo tres años y medio cuando me inicié en la práctica, pero vencí el desaliento mediante la gratitud por todo lo que ya había aprendido al estudiar la Ciencia. El aceptar un caso en la Ciencia me hizo sentir agradecido a Dios porque lo hubiera enviado. Y la gratitud derrotó el desaliento; purificó mis pensamientos y motivos.

A medida que trataba estos desafíos me mantenía estudiando y practicando lo mejor que podía. Pronto percibí que la curación — en su forma más simple — requería poner en práctica lo que ya comprendía. No podía sobrepasar esto. No podía trabajar basándome en la comprensión de otros, sino que podía usar lo que yo comprendía acerca de Dios y del hombre. Y esto siempre ha sido suficiente.

DISPONIBILIDAD: NOTAS DE UN PRACTICISTA DE TEXAS

Me he dado cuenta de que la práctica no está limitada a cuánto tiempo uno pueda permanecer en un lugar determinado, ya sea en una oficina o en la casa, o cuántas horas uno pueda pasar esperando una llamada telefónica. Sin el verdadero sentido de disponibilidad, uno podría sentarse al lado del teléfono durante horas y no recibir ni una sola llamada.

A mi modo de ver, la disponibilidad comienza al estar nosotros individualmente disponibles al Cristo. El Cristo responde antes de que se le llame. Si estamos disponibles para esta consciencia del Cristo, escuchando, dejando que esta Verdad sea nuestra consciencia, las oportunidades para usar esta Verdad estarán disponibles para nosotros. Las llamadas llegarán en el momento adecuado, dondequiera que nos encontremos.

En su libro The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany refiriéndose a El Heraldo de la Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy habla de la "actividad y disponibilidad universales de la Verdad". La práctica de la Ciencia Cristiana es la expresión de esta "actividad y disponibilidad universales de la Verdad". De manera que nuestra disponibilidad en este trabajo es ilimitada, nunca está confinada a un lugar. Dondequiera que nos encontremos o lo que estemos haciendo, ya sea en nuestra ocupación, en el hogar, o en momentos de solaz, jamás estamos separados del Cristo.

SI USTED TIENE PREGUNTAS...

La práctica pública es, por cierto un ministerio, pero es natural para cualquier estudiante de la Ciencia Cristiana. La Sra. Eddy dice en el Manual de la Iglesia: "Yo recomiendo que cada miembro de esta Iglesia se esfuerce por demostrar con su práctica que la Ciencia Cristiana sana al enfermo rápida y completamente, probando así que esta Ciencia es todo lo que afirmamos que es".

Si usted tiene preguntas acerca de dedicarse a la práctica pública de la curación en la Ciencia Cristiana, le rogamos escribir a la siguiente dirección:

The First Church of Christ, Scientist
Practitioner Services, A–150
175 Huntington Avenue
Boston, MA, E.U.A. 02115

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