La mayoría de los estereotipos que la gente abriga (incluso algunos Científicos Cristianos) acerca de los practicistas, probablemente no tienen más relación con la realidad que cualquier otra forma de clisé.
Por ejemplo, si nos imaginamos que los practicistas de la Ciencia Cristiana viven una vida del todo tranquila, tal vez nos sorprenda saber que muchos tienen niños pequeños. Tan sólo este hecho debiera ser suficiente para desafiar la idea de que los practicistas viven plácidamente, alejados de las exigencias de la vida diaria.
O si imaginamos que los practicistas tienen pocos problemas personales que enfrentar, realmente nos alentará saber que muchos practicistas han indicado que el trabajo de curación más efectivo que han hecho para otros ha sido cuando se han visto en la necesidad de enfrentar y sanar serios problemas en su propia vida.
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