Uno De Los personajes que más me gustan de las tiras cómicas es Mafalda. La recuerdo diciéndole a su amigo Felipe: "¿Qué te parece esta frase, Felipe? 'Conócete a ti mismo' ".
El responde: "¡Me parece excelente! ¡Es más: de hoy en adelante comenzaré a ponerla en práctica! ¡Sí, señor! ¡No voy a parar hasta llegar a conocerme a mí mismo y saber cómo soy yo realmente!" Entonces, hace una pausa y se pregunta: "¡Dios mío! ¿Y si no me gusto?" Joaquín Salvador Lavado (Quino), Mafalda, 4 (Buenos Aires: Ediciones de la Flor, 1987).
Esta es una pregunta muy importante que nos interesa a todos. Todos queremos conocernos a nosotros mismos, es decir, comprender quiénes somos realmente. En el Antiguo Testamento hay un relato acerca de un hombre que se conocía a sí mismo. El amaba tanto su identidad — su identidad espiritual como hijo de Dios — que siempre pensó y actuó de acuerdo con ella; siempre le fue fiel. Ese hombre era José.
Cuando era adolescente, la envidia y los celos de sus hermanos intentaron privarlo de la amplia gama de cualidades espirituales que él expresaba. Se podría decir que estas cualidades estaban simbolizadas por la túnica de diversos colores que su padre le había dado. La envidia de sus hermanos intentó esconder las cualidades de José primero poniéndolo en una cisterna — un foso — y vendiéndolo luego como esclavo para que sirviera en otro país.
Pongámonos en las sandalias de José por un momento. Usted ha sido atacado por sus hermanos, y después de haber sido metido en un foso, es vendido como esclavo. Lo están llevando lejos de su país, y no sabe dónde va a terminar.
¿Cuáles son sus sentimientos? ¿Qué debe de haber sentido José: temor, angustia, desesperación, rebelión? Esos sentimientos hubieran sido normales. La lucha contra esos sentimientos no debe de haber sido nada fácil. Pero él pudo superar esos sentimientos al expresar sus cualidades espirituales. Logró ser fiel a su identidad espiritual. Y al ser fiel de esta manera, era fiel a Dios, estaba sirviendo a Dios.
Creo que esa es la clave de la capacidad de José para superar la adversidad, aun cuando le haya significado una lucha enorme. Ninguna circunstancia humana pudo desviarlo de expresar sus cualidades espirituales. En otras palabras, nada pudo impedirle servir a Dios. Todo lo que hacía lo hacía al servicio de Dios, aun cuando aparentaba servir a un amo humano. En lugar de sentirse esclavizado, él se sentía libre, libre para servir a Dios expresando las cualidades que Dios le había dado. Sus hermanos pudieron quitarle su túnica de diversos colores, pero no podían privarlo de sus cualidades espirituales que estaban vivas y constantemente activas en su consciencia. Hiciera lo que hiciera, la humildad, la diligencia y la sabiduría prevalecían en él. Esas cualidades eran una luz permanente en su pensamiento y brillaban con todo su esplendor, de tal manera que su amo Potifar, el egipcio, lo dejó a cargo de su casa.
José había avanzado. Pero le esperaba otro desafío. La sensualidad de la esposa de Potifar la llevó a tratar de seducir a José. Haber cedido hubiera sido negar su pureza e integridad. Ella se asió de su ropa, y él, para alejarse de ella, huyó dejándole su ropa. Una vez más, había sido despojado de sus vestiduras, pero no de sus cualidades espirituales. Falsamente acusado por la esposa de Potifar, fue llevado a la cárcel.
¡Qué oscuro debió haberle parecido el futuro! ¡Qué profundo debe de haber sido su sentido de impotencia ante la injusticia y la calumnia! ¿Y ahora qué? ¿Debía pasar el resto de su vida pagando una pena por algo que no había hecho?
Vemos cómo la envidia y el odio en el pensamiento material — la mente mortal — una vez más trataron de ocultar esas brillantes cualidades de José. La celda de una prisión no es un lugar donde una luz pueda ser vista por muchos. Pero ¿se puede esconder un rayo de sol en una habitación? Por el contrario, su presencia misma la ilumina y la calienta. Y esto fue exactamente lo que ocurrió. La angustia, la frustración, la amargura y un sentido de injusticia son como paredes mentales que hubieran escondido la luz de José. Pero una vez más, él logró dejar que su luz brillara sirviendo a Dios que lo estaba sosteniendo; tanto fue así, que el jefe de la cárcel dejó en manos de José el cuidado y control de todos los presos.
Durante el tiempo que pasó en la prisión, José tuyo la oportunidad de usar sus cualidades espirituales de discernimiento y comprensión. Esto hizo que lo llamaran para que interpretara el sueño de Faraón. A Faraón le pareció correcta la interpretación y, como consecuencia, puso a José a cargo de todo el país; era el más importante después de Faraón. Este nombramiento permitió a José salvar del hambre, a través de las cualidades espirituales que expresaba, no sólo a su propio país, sino a otros países.
Al considerar la historia de José en retrospectiva, la vemos como la preparación para una misión elevada. A través de todos los años que pasó al servicio de Potifar y en la prisión, José se estuvo preparando para la tarea maravillosa de servir a la humanidad. Durante ese tiempo sus cualidades espirituales no sólo fueron expresadas, sino que también fueron madurando a medida que las usaba.
Quizás usted se pregunte: ¿Por qué preocuparnos de un hombre que vivió hace miles de años? ¿Qué tiene que ver esta historia con nosotros hoy en día? A pesar de los avances tecnológicos, tal como la cibernética y los viajes espaciales, la mayor parte de las intenciones, móviles y propósitos humanos son los mismos bajo una máscara de modernismo.
Hoy en día, la envidia y los celos también estorban el progreso de aquellos que tienen éxito en cualquier campo de acción. Esto es común a la experiencia humana. No debemos ser ingenuos a este respecto. Pero la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) nos enseña que a través del sentido espiritual — o en las palabras que Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, usa en su libro La unidad del bien, "un sentido del Espíritu" — podemos percibir el bien espiritual que está constantemente desarrollándose en nuestra experiencia.
La Ciencia Cristiana nos enseña cómo transformar cada obstáculo en un escalón en nuestro progreso espiritual. Sin embargo, necesitamos estar alerta a esos obstáculos. En Escritos Misceláneos la Sra. Eddy dice: “Las puertas del magnetismo animal se abren de par en par para que entre el error, algunas veces en el momento mismo en que uno está listo para cosechar los frutos de sus esfuerzos, y a punto de entonar, con loable ambición, himnos de victoria por triunfos logrados”. En el siguiente párrafo ella continúa: “Las puertas que este elemento animal abre de par en par son las de la rivalidad, los celos, la envidia, la venganza. Es de la agresiva fuerza de voluntad mortal que debéis guardaros”.
Nada puede impedir que seamos fieles a Dios y al propósito para el cual Dios nos creó. Nada nos puede impedir servir a Dios cuando comprendemos que somos inseparables de El y de Su amor.
¿Se siente preocupado por su futuro, como José debe de haberlo estado cuando estaba en la cárcel? ¿Dice usted: Es porque nuestro país no ofrece suficientes oportunidades que tantas personas con títulos universitarios tienen que trabajar de taxistas o empleados de oficina? Recuerde a José. Seguramente, él no era el único esclavo que había sido acusado injustamente y puesto en prisión, debe de haber habido muchos más. Pero José fue el único que salió de la prisión para cumplir una misión para la cual se había estado preparando.
Cada uno de nosotros tiene una misión, una misión asignada por Dios. Tal vez, usted todavía no sepa cuál es. Pero hay una manera de prepararnos para ella. ¿Está usted haciendo un trabajo que no le gusta? ¿No se siente cómodo con sus compañeros de trabajo? Use sus cualidades espirituales. Permita que esas cualidades brillen. Dondequiera que usted esté, haga lo que haga, usted se está capacitando. Usted se está preparando para su misión única asignada por Dios. Hágalo con alegría y gratitud, y esta luz bendecirá su trabajo y a aquellos que lo rodean, sin hablar del crecimiento espiritual y la satisfacción que usted encontrará.
Existe otra semejanza con la historia de José. Las nuevas generaciones están expuestas a nuevas formas de opresión. Son bombardeadas por todas partes por la sensualidad, la pornografía, una moral permisiva y la presión ejercida por sus pares. Se requiere valor moral para abogar por la integridad. Se requiere valor moral y autoestima para ser una persona única, para decidir por sí mismo y no de acuerdo con lo que la mayoría cree que es correcto.
Hoy en día, nos enfrentamos a problemas académicos, laborales, comunitarios, nacionales y mundiales, así como a desafíos personales. Estamos preocupados por la injusticia social, la pobreza, el hambre, la amenaza nuclear, los conflictos y las guerras. ¿Cómo puede usted ayudar a pacificar estos conflictos? Para comenzar, puede hacer lo máximo que esté a su alcance por traer paz a las relaciones en su hogar con su esposo o esposa, con sus padres, hermanos, hermanas y abuelos. Expresemos en nuestros hogares las cualidades que nos gustaría ver expresadas en los gobiernos de los países en conflicto: tolerancia, respeto mutuo y buena voluntad. Podemos iniciar la paz mundial en nuestros hogares, y ésta es la única forma de iniciarla. No depende de otros. Depende de usted y de mí, si estamos dispuestos a dejar que nuestra luz brille.
Lo que realmente necesitamos es curación. Pero, ¿qué significa curación? La curación incluye un cambio de pensamiento, de su pensamiento, de mi pensamiento, no un cambio en el pensamiento de otra persona. No son las circunstancias las que deben cambiar, sino nuestro propio pensamiento acerca de esas circunstancias. Esa es la razón por la cual la curación es posible dondequiera que usted se encuentre, sea lo que sea que esté haciendo. La única manera de ver que el mundo está mejorando es siendo mejores, una mejor hija, un mejor hijo, un mejor marido o esposa, un mejor hermano o hermana, un mejor estudiante, un mejor ciudadano. Y podemos hacerlo a medida que comprendemos la pureza y perfección espirituales que Dios nos ha dado a cada uno.
Si esto parece ser una tarea difícil, recordemos las palabras de Cristo Jesús: "No puedo yo hacer nada por mí mismo". Si Jesús admitió que él no podía hacer nada sin Dios, ¡es mejor que no intentemos hacer lo contrario! Pablo dice en su carta a los filipenses: "Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad". ¡Qué alivio saber que la actividad sanadora del Cristo viene directamente de Dios y está disponible para todo el universo! El deseo de cambiar nuestro pensamiento y el cambio en sí vienen de Dios. El es el único sanador verdadero.
Volvamos a la historia de José. ¿Qué fue lo que le permitió a José expresar la sabiduría para salvar a varios países del hambre? Fue su conocimiento de quién era él en realidad, y su inalterable lealtad a su ser verdadero. Nada pudo apartarlo de ser él mismo. Nada, fuera lo que fuera, pudo hacer que José dejara de expresar honestidad, humildad y amor. A cada paso de su experiencia, su influencia sobre su ambiente fue buena, ayudando y bendiciendo a los demás. Sus cualidades espirituales lo mantuvieron al más alto nivel, dondequiera que estuviese: sirviendo a Potifar, en la prisión, o como subalterno de Faraón, porque, en realidad, él había estado sirviendo a Dios todo el tiempo.
Esta es también nuestra misión, y podemos regocijarnos al cumplirla.
Hijo mío, no te olvides de mi ley,
y tu corazón guarde mis mandamientos;
porque largura de días y años de vida
y paz te aumentarán.
Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad;
átalas a tu cuello,
escríbelas en la tabla de tu corazón ;
y hallarás gracia y buena opinión
ante los ojos de Dios y de los hombres.
Proverbios 3:1–4
