Cuando Era Niño me enfermé, y aunque estaba bajo cuidado médico, mi salud fue progresivamente deteriorándose a través de un período de años. Un médico diagnosticó mi condición como falta de una resistencia mínima natural del cuerpo para ciertos tipos de bacterias y sus infecciones resultantes, particularmente las de estreptococos y estafilococos. Además, me diagnosticaron que era portador de meningitis.
En un esfuerzo por mantener mi salud, me sometieron a un riguroso tratamiento de antibióticos cuyas frecuencia y dosis aumentaban con el transcurso del tiempo. Aunque mi resistencia a las bacterias no mejoró, la eficacia de los antibióticos disminuyó y se intensificó el tratamiento.
Mi médico era un hombre generoso y atento, así como un doctor de gran reputación, y se sentía preocupado por el aumento de las dosis. Así que comenzó a alternar el uso de antibióticos específicos con la esperanza de minimizar la posibilidad de una reacción negativa en el cuerpo.
Finalmente, sobrevino una seria crisis. En el corto tiempo de unas semanas, desarrollé alergia a los antibióticos; las medicinas de que tanto dependía para mi salud solamente me enfermaban. El médico informó a mis padres que mi condición se estaba deteriorando en extremo, que ya no tenía respuestas médicas, y que debían "prepararse para lo peor". Aunque no me informaron su pronóstico, yo sentía que me estaba muriendo.
Esta era la situación cuando un amigo de la escuela me contó cómo había sanado de una severa condición de asma mediante la oración en la Ciencia Cristiana. Demás está decir que esto llamó mi atención, y con una actitud de que "vale la pena probar cualquier cosa", me volví a la Ciencia Cristiana en busca de ayuda. (En esa época yo estaba en la universidad.)
Estudié el capítulo titulado "Los pasos de la Verdad" en el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Lo que aprendí cambió totalmente mi concepto de Dios, de mi vida y la base misma de la realidad. La luz espiritual y la inspiración inundaron mi consciencia a través de los pasajes que leí, tales como éste: "La Ciencia Cristiana alza el estandarte de la libertad y exclama: '¡Seguidme a mí! ¡Escapad de la esclavitud de la enfermedad, del pecado y de la muerte!' Jesús trazó el camino. Ciudadanos del mundo, ¡aceptad la 'libertad gloriosa de los hijos de Dios' y sed libres! Ese es vuestro derecho divino". Todos los síntomas de mi enfermedad de larga duración desaparecieron, y sané completa y permanentemente.
Esta curación ocurrió en 1967, y desde ese entonces la Ciencia Cristiana ha sido mi forma de vida. El estudio y la práctica de esta Ciencia también brinda inspiración espiritual, guía moral, y curación a mi esposa y a nuestros dos hijos. Estoy particularmente agradecido por la confianza y la franqueza de aquel joven Científico Cristiano que estuvo tan dispuesto a compartir sus profundas convicciones con otra persona que (aunque en aquel entonces no lo sabía) estaba desesperadamente necesitada. Estoy profundamente agradecido.
Holliston, Massachusetts, E.U.A.
