Hace Un Par de años, cuando formaba parte de una compañía de ballet, me lesioné ambos tobillos. El director de la compañía insistió en que debía tener un diagnóstico, de modo que accedí a su pedido. Consulté con varios médicos. Todos estuvieron de acuerdo en que los tendones de ambos tobillos estaban gravemente desgarrados y que, al cicatrizar, el nuevo tejido impedía el movimiento normal. Dijeron que sin la ayuda de la cirugía jamás volvería a bailar y que aún después de la cirugía mis probabilidades eran escasas. Cuando regresé a casa me sentí desamparada y sola. No obstante, este fue un momento decisivo para mí.
Me volví de todo corazón a Dios en busca de respuestas espirituales, verdaderas, con respecto a mi existencia y a mi propósito en la vida. Comencé a conocer realmente a Dios como Amor. Comprendí la unidad del hombre con Dios, y comencé a entender que en mi verdadera identidad espiritual yo era Su reflejo exacto que expresaba todas Sus maravillosas cualidades. Por primera vez en años, dejé de odiarme a mí misma, y comencé a amar mi verdadera identidad.
Otro hecho que se hizo evidente para mí fue que el error no es el poder real que pretende ser, no importa la apariencia que tenga. Comprendí que, como Dios es bueno y El es la única Mente, no puede haber ningún consentimiento para el mal en la consciencia. En la totalidad de la Mente infinita, Dios es la única influencia verdadera sobre mí.
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