Hace Un Par de años, cuando formaba parte de una compañía de ballet, me lesioné ambos tobillos. El director de la compañía insistió en que debía tener un diagnóstico, de modo que accedí a su pedido. Consulté con varios médicos. Todos estuvieron de acuerdo en que los tendones de ambos tobillos estaban gravemente desgarrados y que, al cicatrizar, el nuevo tejido impedía el movimiento normal. Dijeron que sin la ayuda de la cirugía jamás volvería a bailar y que aún después de la cirugía mis probabilidades eran escasas. Cuando regresé a casa me sentí desamparada y sola. No obstante, este fue un momento decisivo para mí.
Me volví de todo corazón a Dios en busca de respuestas espirituales, verdaderas, con respecto a mi existencia y a mi propósito en la vida. Comencé a conocer realmente a Dios como Amor. Comprendí la unidad del hombre con Dios, y comencé a entender que en mi verdadera identidad espiritual yo era Su reflejo exacto que expresaba todas Sus maravillosas cualidades. Por primera vez en años, dejé de odiarme a mí misma, y comencé a amar mi verdadera identidad.
Otro hecho que se hizo evidente para mí fue que el error no es el poder real que pretende ser, no importa la apariencia que tenga. Comprendí que, como Dios es bueno y El es la única Mente, no puede haber ningún consentimiento para el mal en la consciencia. En la totalidad de la Mente infinita, Dios es la única influencia verdadera sobre mí.
Durante los dos meses siguientes continué aprendiendo sobre mi relación con Dios y mi propósito espiritual verdadero como Su expresión. En el transcurso de ese tiempo el dolor desapareció y recobré por completo la movilidad de los tobillos. Regresé a la compañía de ballet y, durante el siguiente año, bailé entre seis y diez horas diarias, siete días a la semana, sin ninguna dificultad en absoluto.
También estoy muy agradecida por haber sanado de mi adicción a la cafeína y a los calmantes. Comprender a Dios como la única causa verdadera me liberó de la esclavitud de un falso sentido de fortaleza y seguridad.
Siento mucho agradecimiento por estas curaciones, pero estoy aún más agradecida por el crecimiento espiritual que experimenté. Ahora sé que Dios verdaderamente ama a Su creación incondicionalmente y que siempre está satisfaciendo todas nuestras necesidades. Cualquiera que sea la circunstancia que se nos presente, siempre podemos contar con Dios como nuestro mejor amigo. No encuentro palabras para expresar mi gratitud por la Ciencia Cristiana.
Youngstown, Ohio, E.U.A.
