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Una envoltura protectora

Del número de marzo de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Iba En Coche con mi hijo adolescente y su amigo cuando, de pronto, un motociclista, que venía cerca del coche, sacó un revolver.

Con tranquilidad pedí a los muchachos que miraran hacia adelante, mantuvieran la calma y oraran. Como el hombre venía muy, muy cerca detrás del coche, me puse a orar en seguida comenzando por el Padre Nuestro, la oración que Cristo Jesús nos dejó. Las dos primeras palabras, "Padre Nuestro", me aseguraron al instante que los cuatro teníamos un único Padre y que El estaba allí mismo protegiéndonos a cada uno de nosotros.

La Biblia nos dice que Dios es el único poder creador y que el hombre, hecho a Su semejanza, expresa el dominio dado por Dios. Cuando estaba orando, pude comprender que eso significaba que nosotros podíamos ejercer ese dominio allí en el coche, y no asustarnos. Pero había aprendido estudiando la Ciencia Cristiana
Christian Science (crischan sáiens) que eso no era todo lo que tenía que hacer. El hombre de la creación de Dios también tendría dominio sobre cualquier deseo de ser violento. De modo que continué orando, segura de que dado que la verdadera naturaleza del motociclista era espiritual, jamás podía, ni siquiera quería, cometer un acto de violencia. Comencé a sentir que el temor iba cediendo ante la certeza de la presencia y el poder de Dios, el Amor divino. Casi inmediatamente recordé una declaración de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy: "Si estás revestido de la panoplia del Amor, el odio humano no puede tocarte".

Me aferré al concepto verdadero del hombre como la idea espiritual de Dios. La naturaleza del hombre que Dios crea refleja exactamente la de su Hacedor, el Amor divino; y el reflejo del Amor divino sólo puede ser amoroso. Mientras continuábamos viajando no permití que mi pensamiento se detuviera en nada sino en la infinita bondad y todo poder de Dios, y en el hombre espiritual sujeto a la autoridad del Amor divino.

Mientras oraba con todo mi corazón, el motociclista aún nos seguía desde muy cerca. Aunque parecía que nos encontrábamos en gran peligro, tenía la extraña sensación de que estábamos rodeados de algo impenetrable. Sé que, en realidad, eso era el Amor divino, Dios, protegiéndonos completamente con Su toda presencia.

Después de lo que nos pareció un largo rato, de pronto el motociclista dejó la autopista. Nuestro reconocimiento de la presencia de Dios y de la naturaleza divina del hombre a Su semejanza, nos había mantenido a salvo de todo mal. Los muchachos y yo nos alegramos del tierno amor de Dios por toda Su creación.

Cuando llegamos a casa, fui a mi escritorio y busqué las palabras que habían significado tanto para mí esa mañana. En el diccionario encontré esta definición de panoplia: "algo que forma una envoltura protectora".

Luego busqué en Ciencia y Salud la frase que había recordado y la encontré en este párrafo: "En todo momento, y bajo toda circunstancia, vence con el bien al mal. Conócete a ti mismo, y Dios proveerá la sabiduría y la ocasión para una victoria sobre el mal. Si estás revestido de la panoplia del Amor, el odio humano no puede tocarte. El cemento de una humanidad más elevada unirá todos los intereses en la divinidad única".

Ese día habíamos visto el efecto práctico de comprender que, puesto que el hombre es espiritual, es la imagen exacta de su Hacedor, Dios. Y así como el reflejo no puede expresar nada que sea desemejante al original, de la misma forma, cuando reconocemos la magnífica herencia que nos da nuestro Padre-Madre Dios, comenzamos a comprender que no podemos expresar nada que no sea semejante a Dios. Entonces no podemos tener otra mente fuera de la Mente única, que es Dios. La Mente divina es, en realidad, nuestra única inteligencia y nos da la habilidad de pensar y obrar con dominio.

Dios ya nos ha dado esta herencia maravillosa y, como Sus hijos amados, tenemos el derecho divino de aceptarla y usarla. Pero esta herencia no es sólo nuestra; pertenece a todos los hijos de Dios. El no deja a ninguno fuera de la omnipresencia del Amor divino.

La Biblia dice: "Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo".

Nuestras oraciones para protegernos a nosotros mismos, a nuestra familia, a nuestra comunidad, a nuestra nación y a nuestro mundo, deben comenzar con oraciones sinceras y profundas por tener paz y armonía dentro de nuestro propio pensamiento. En el Sermón del Monte, nuestro Maestro, Cristo Jesús, nos presentó el modelo para vivir la vida en paz, modelo que nos protege a nosotros y a los demás del mal.

El peligro y la violencia parecen estar "ahí afuera" en alguna parte, fuera de control, pero no lo están. No son lo que parecen ser, reales y que actúan por sí mismos. No tienen fundamento real porque no son sostenidos por Dios ni por Su ley divina. La creación espiritual de Dios es la única creación real, y es completamente buena. No hay una creación material, secundaria, sujeta a un poder aparte de Dios. La Sra. Eddy escribe en No y Sí: "La ley de Dios se resume en tres palabras: 'Yo soy Todo'; y esta ley perfecta siempre está presente para rechazar cualquier pretensión de otra ley".

Dios gobierna Su universo, y el hombre está a salvo en la totalidad del Amor divino. Cuanto más comprendamos el poder gobernante de la ley de Dios en nuestra vida, tanto más actuaremos de acuerdo con esa ley y estaremos protegidos por ella de manera tangible.

El hombre, que es la idea espiritual y perfecta de Dios, nunca puede encontrarse en algún lugar que no esté ya bajo el total control de Dios. Dios, el Espíritu infinito, está en todas partes; y el hombre, Su hijo amado, vive en el reino del Amor divino, siempre a salvo, siempre seguro, siempre amado.

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