En una clase de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana estaban conversando sobre "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios". A Laura, Nathan y Skander les gustó esta bienaventuranza porque en seguida entendieron lo que significaba. (Su nueva maestra era la mamá de Skander, y ella había planeado que aprovecharían todo ese año de clases para analizar juntos las Bienaventuranzas.)
— Un pacificador no pelea — dijo Nathan. El lo había comprobado al permanecer tranquilo cuando otros niños lo molestaban o le quitaban sus juguetes.
— Yo puedo ser una pacificadora en mi casa quedándome callada cuando los demás duermen — dijo Laura.
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