Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Las recompensas de buscar el reino de Dios

Del número de marzo de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Es Posible Que haya habido ocasiones en que nos hayamos sentido incapaces de resolver ciertas situaciones. Puede ser que hayamos estado orando por algún tiempo para resolver algún problema físico, financiero o de relaciones personales, tal vez sin haber obtenido curación o solución. O tal vez haya surgido algo que necesite atención inmediata pero que no sabemos cómo comenzar.

En su Sermón del Monte, Cristo Jesús declaró: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". Para mí, esto significa que cuando encaramos un desafío debemos ir más allá de nuestro deseo de obtener una curación en particular o pasar un día más fácil. Lo que realmente necesitamos es tener un concepto más elevado acerca de Dios y del hombre, unidos entre sí, aun cuando son distintos, en el reino de los cielos.

El reino de los cielos no es una localidad ni muy lejana ni muy alta. Es un estado de consciencia. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy describe al Reino de los Cielos como "el reino de la armonía en la Ciencia divina; el dominio de la Mente infalible, eterna y omnipotente; la atmósfera del Espíritu, donde el Alma es suprema". Puesto que el reino de los cielos está dentro de nuestra consciencia, jamás podemos estar sin él, o sin Dios, sea cual sea la evidencia material. El reino de los cielos está dentro de nosotros, dentro de nuestra comprensión de la unidad de Dios y el hombre.

Para aprender más acerca de Dios y el hombre, podemos empezar con la oración. La oración nos revela la puerta abierta que conduce al reino de los cielos aquí en la tierra. Pero la oración requiere mucho más de nosotros que la petición a Dios, silente o audible. La oración exige que espiritualicemos nuestros pensamientos cada día, e incluso cada hora, y que transformemos nuestra oración en obras. Ciencia y Salud dice: "Lo que más necesitamos es la oración del deseo ferviente de crecer en gracia, oración que se expresa en paciencia, humildad, amor y buenas obras". Y continúa en el párrafo siguiente: "El esfuerzo constante por ser siempre buenos es oración incesante". La oración en la que pedimos más paciencia, humildad, amor y obediencia necesita estar acompañada del esfuerzo continuo por expresar estas cualidades. El orar sinceramente y el esforzarnos por expresar nuestra unidad con Dios, manifestará estas cualidades de pensamiento en nuestra vida. A medida que lo hagamos, empezaremos a percibir el reino de los cielos, de Dios, con todo el amor que incluye.

El buscar simplemente una curación para sentirnos mejor o tener más dinero para llevar una vida más fácil, o un cónyuge para sentirnos más felices, es "empezar la casa por el tejado". El procurar y el esforzarnos por comprender mejor a Dios, el percibir con mayor claridad nuestra naturaleza verdadera como Su idea, el hombre, inseparable de El, nos hará percibir la consciencia de Su "reino de la armonía". A medida que esto ocurra hallaremos la solución del problema con el que estemos luchando, y esto será otra ilustración del bien "que nos será añadido", tal como prometió Jesús.

La gran necesidad es purificar nuestros móviles para buscar a Dios correctamente. Si estamos en procura de una curación para poder decir simplemente: "Sané de esta difícil enfermedad", tal vez perdamos la promesa más profunda y espiritual del amor regenerador de Dios en nuestra vida. Si estamos usando la Ciencia Cristiana sólo para mejorar nuestra situación material, realmente no estamos dejando que el reino de Dios tenga preferencia en nuestro pensamiento. El confiar diariamente en esta Ciencia, el buscar y encontrar el reino de Dios dentro de nuestra consciencia, el dejar que Dios gobierne nuestros pensamientos a cada hora, es ganar la gracia, el amor y el gozo divinos que anhelamos.

¿Cómo lograremos esto? Esforzándonos por ello. Cristo Jesús reconocía constantemente su unidad con Dios, jamás la olvidó ni se negó a reconocerla. Este reconocimiento de su unidad con Dios le dio dominio; exigió que salieran los males, que el ciego viera, que el cojo anduviera, que el sordo oyera. Estas curaciones fueron el resultado del conocimiento que tenía el Maestro de su unidad con Dios. Fueron los resultados naturales de su comprensión espiritual de que no estaba separado de su Padre-Madre Dios.

Ahora bien, qué decir si hemos estado orando sobre un problema por algún tiempo y nos preguntáramos qué nos falta hacer. Tal vez sería mejor examinar nuestros pensamientos, asegurarnos que nuestro deseo de obtener una comprensión más clara acerca de Dios y el hombre es realmente lo más importante. Al hacerlo, habremos empezado a desarrollar nuestra comprensión espiritual. Lo verdadero en el mundo de la realidad divina, el reino de Dios, puede demostrarse que es verdadero aquí en la tierra. Puesto que Dios hizo al hombre perfecto, nuestra identidad verdadera tiene siempre que expresar esta perfección, y podemos demostrarlo paso a paso.

El obtener un concepto más profundo acerca de Dios y el hombre no tiene por qué llevar tiempo, no requiere necesariamente tantos días, semanas, o años para que resolvamos los llamados "problemas más difíciles" y tal vez sólo unos pocos minutos para los "más fáciles". La curación consiste en darnos cuenta de que el hombre de Dios ya es perfecto. Y en verdad jamás hemos dejado de serlo. Este crecimiento en nuestra comprensión puede ser instantáneo. Por muy importante que parezca ser el tiempo en la escena humana, no tiene lugar en el reino de Dios. Dios solamente conoce la eternidad, está consciente de todo el bien, aquí y ahora. Por lo tanto, no nos dejemos engañar por la creencia de que el tiempo es un factor en la curación. La obtención de un sentido espiritualmente vívido de nuestra perfección y de nuestra unidad con Dios no requiere el transcurso del tiempo. No obstante, si nuestra curación parece llevar mucho tiempo en el camino de la redención, podemos continuar diariamente buscando y descubriendo nuestra unidad con Dios. Ciencia y Salud nos dice: "Quienquiera que desee demostrar la curación por la Ciencia Cristiana, tiene que obrar estrictamente de acuerdo con sus reglas, tener en cuenta cada una de sus proposiciones y avanzar partiendo de los rudimentos establecidos. Nada hay de difícil ni penoso en esa tarea, cuando se ha señalado el camino; pero sólo la abnegación, la sinceridad, el cristianismo y la persistencia ganan el premio, como generalmente lo hacen en todas las actividades de la vida".

Una íntima amiga mía se dio cuenta de la necesidad de buscar el reino de los cielos, la verdadera consciencia de su unidad con Dios. Se había lastimado el pie accidentalmente y al final del día le era difícil caminar. Mientras oraba para comprender más plenamente el buen gobierno que Dios ejerce sobre el hombre, un gobierno que no está sujeto a accidentes, ella comprendió que, como Su reflejo, sólo podía expresar el bien. Y que ninguna creencia en el efecto de un accidente podía negarse tercamente a someterse a la ley de Dios. Comprendió que su verdadera consciencia jamás podía estar separada de Dios, y que, en realidad, ella expresaba la armonía, la paz y la alegría que vienen de Dios.

Aun cuando la dificultad no desapareció de inmediato, su oración se profundizó. Empezó a orar, no por una curación física, sino por una mejor comprensión de su unidad con Dios. A medida que empezó a percibir que ella era espiritual, porque Dios es Espíritu, también empezó a sentir su inseparabilidad de Dios. Comprendió que, en verdad, jamás podía estar fuera del "reino de la armonía", jamás separada del "dominio de la Mente infalible, eterna y omnipotente". Sabía que en "la atmósfera del Espíritu", era la perfecta y completa idea de Dios. Pocas horas más tarde recordó de repente que tenía un cita. Espontáneamente se levantó, bajó corriendo las escaleras, atravesó la calle y el jardín y, para su sorpresa, se dio cuenta de que estaba descalza, y corriendo sin dolor. Había sanado completamente.

Esta curación ocurrió cuando mi amiga buscó y encontró la comprensión espiritual de su unidad con Dios. La curación fue para ella una "añadidura".

A medida que progresemos en nuestra comprensión de Dios y el hombre, dejemos de anteponer las dificultades físicas u otros desafíos a la solución, que es buscar a Dios y obedecerlo con mayor atención. Cuando hacemos esto con sinceridad "las añadiduras" dan testimonio del progreso espiritual que estamos obteniendo.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / marzo de 1991

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.