"Y Saltando, Se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios". Así describe la Biblia al hombre que, habiendo sido cojo de nacimiento, fue sanado por Pedro y Juan.
Recuerdo perfectamente la primera vez que me puse de pie para dar un testimonio en una filial de la Iglesia de Cristo, Científico. ¡No fue precisamente un asunto de saltar y ponerme de pie! En realidad, estaba un poco tembloroso, pero tenía un sincero deseo de alabar a Dios por la manera en que cuidaba de mí. Y al reconocer que Su inteligencia me dirigía e inspiraba, las palabras surgieron solas. Desde esa vez he hablado con frecuencia en las reuniones de los miércoles aunque, probablemente, no tan a menudo como podría hacerlo, considerando las muchas bendiciones que he recibido de la Ciencia Cristiana.
Una experiencia en particular con respecto a las reuniones de los miércoles fue cuando era miembro de un pequeño grupo de Científicos Cristianos que recién comenzaba a reunirse en una base militar en otro país. Sólo nos reuníamos un miércoles al mes; pero en cada reunión todos los que asistíamos, que éramos generalmente seis o siete, dábamos testimonio de cómo la gracia de Dios se había manifestado en nuestra experiencia desde la última reunión. Siempre se notaba un constante progreso en la actividad cristiana. Los comentarios eran originales en un lenguaje claro y espontáneo. Sentíamos la gratitud de cada testimoniante; y, a menudo, nuestro propio progreso espiritual se veía fortalecido y alentado por las nuevas ideas que escuchábamos sobre la práctica de la Ciencia Cristiana. Cuando fui transferido, alrededor de quince meses más tarde, nuestro pequeño grupo había aumentado los domingos a veinte o veintidós, con mayor asistencia a las reuniones de los miércoles.
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