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Afecto Por La Comunidad

Es natural sentir un afecto profundo por la comunidad. El amor real a la familia se extiende a los vecinos, y al desbordar abarca a toda la sociedad. Esta columna ocasional nos dice cómo una perspectiva espiritual ha estado ayudando a la gente a contribuir a sanar algunos de los desafíos colectivos que enfrentan las comunidades hoy en día.

Afecto Por La Comunidad

Del número de junio de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nunca hubiera elegido vivir en una gran ciudad, pero mi trabajo estaba allí. Me encontré añorando una casa en el campo, un jardín y animales domésticos.

Debido a mi forma de vida no podía tener animales, pero disfrutaba mirando a los perros de otras personas retozar en el parque local durante sus salidas diarias. Un día conocí a una señora que me dijo que había obtenido su perro de un refugio para animales que estaba cerca. Cuando me mostré interesada, me explicó cómo llegar hasta allí. Comencé a visitar el refugio con regularidad.

Al principio me fue difícil ir. El lugar estaba atestado y era muy ruidoso; los perros parecían desesperados por recibir atención, y los gatos ensimismados. Me enteré de que los animales que no eran adoptados eran eliminados para dar lugar a los nuevos que iban llegando. Era desgarrador. Sin embargo, me pareció bien seguir yendo. Sentí que con todas sus limitaciones, ese refugio realmente había sido creado para cuidar a los animales, y yo quería tomar parte en ese cuidado.

Lo que verdaderamente me mantuvo en esa actividad fue algo que había aprendido en la Ciencia Cristiana: que nada bueno puede realmente perderse puesto que es de Dios. Esas pequeñas criaturas pertenecían a Dios. Aprendí a confiar más en que el amor de Dios nos guiaría a todos en la dirección correcta.

Eso fue hace alrededor de tres años. Durante ese período algo cambió. El número de animales abandonados disminuyó considerablemente, y el lugar rara vez llegó a estar a la mitad de su capacidad. Se empezó un programa reglamentado de voluntarios.

Desde entonces, he encontrado otras oportunidades para trabajos voluntarios, y he descubierto cuánto bienestar ofrece mi comunidad a través de ellos. Pero lo mejor de todo es descubrir en el corazón del que trabaja de voluntario la generosa preocupación que lo motiva.

He llegado a apreciar más a mi comunidad ahora que la conozco más a fondo. Y allí mismo donde me sentía tan desilusionada, estoy encontrando el reino de Dios.

Aun el gorrión halla casa,
y la golondrina nido para si,
donde ponga sus polluelos,
cerca de tus altares,
oh Jehová de los ejércitos,
Rey mío, y Dios mío.
Bienaventurados los que
habitan en tu casa;
perpetuamente te alabarán.

Salmo 84:3, 4

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