Cuando La Ciencia Cristiana se presentó por primera vez en escena, lo que vio la gente fue a un grupo de miembros de una iglesia que actuaban como si el cristianismo estuviera haciendo una práctica e impresionante diferencia en su vida.
Tuvo que haber sido algo bastante sorprendente. Había habido oleadas evangélicas. Pero en su mayor parte, cristianos realmente sinceros asistían a la iglesia, escuchaban sermones, y, ocasionalmente, recibían inspiración. Pero, de repente, he aquí una gente que adoptaba de una manera distinta, y con un efecto notablemente diferente, el mismo cristianismo en el cual otros se habían sumergido. El efecto incluía la curación cristiana y aparentemente se parecía al cristianismo descrito en el Nuevo Testamento.
Quienes se hicieron Científicos Cristianos al final del siglo diecinueve y en los comienzos del siglo veinte, se sintieron vigorizados y fortalecidos. Las curaciones físicas, y los cambios en su vida que se produjeron mediante el tratamiento espiritual, fueron tan prácticos y obvios, que miembros de sus familias y conocidos se sintieron frecuentemente atraídos; y también se hicieron Científicos Cristianos.
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