Durante Los Ultimos años, graves problemas ambientales ocurridos en varios continentes han demostrado, sin lugar a dudas, la dependencia que existe entre cada uno de nosotros. La radiactividad liberada en Chernobyl y otros incidentes de esa naturaleza, han puesto de manifiesto, de un modo dramático, que todos compartimos un mismo planeta y que estamos rodeados de un ambiente mundial y no simplemente local.
El hecho de compartir solamente una tierra, un ambiente, puede producir buenos resultados si nos obliga a que trabajemos juntos para resolver los problemas. Pero también parece haber un lado negativo: uno que indica que no tenemos ninguna defensa si alguien, en alguna parte, comete un grave error. ¿Qué hacer?
Se dice que "la mejor defensa es el ataque" y, en este caso, nuestra mejor defensa es pensar con profundidad acerca de nuestro ambiente antes de tener que enfrentar esas amenazas. Hacemos esto cuando luchamos por purificar nuestro sentido acerca de nosotros y de nuestro ambiente. La oración es vital para esta tarea debido a que espiritualiza el pensamiento y lo eleva por encima de las tendencias materiales y carnales de codicia, negligencia e ignorancia que son la causa de tantos daños ambientales.
La oración basada en las enseñanzas de la Ciencia Cristiana nos muestra también que no somos mortales viviendo en medio de la contaminación. La Biblia nos dice que el hombre es espiritual, el hijo de Dios y que, tal como lo indica el Apóstol Pablo en Hechos "en él vivimos, y nos movemos, y somos". Al describir la relación del hombre con su ambiente, las Escrituras representan a Dios diciéndole al hombre: "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra".
Este dominio descansa sobre una base espiritual. Se vuelve evidente en nuestra vida a medida que reflejamos las cualidades de nuestro divino Padre-Madre. La bondad, la perfección, la pureza, la sabiduría, el amor, son sólo algunas de las cualidades que componen nuestra verdadera identidad espiritual y nuestro ambiente. La espiritualización de nuestro pensamiento, al expresar diariamente esas cualidades, abre nuestros ojos a nuestra identidad totalmente pura como hijos e hijas de Dios. Sin esta espiritualización del pensamiento, continuaremos de alguna manera aceptando como real un ambiente envenenado donde el temor y el peligro parecen tan evidentes. Tal como la Sra. Eddy lo explica en Ciencia y Salud: "La capacidad humana es lenta para discernir y comprender la creación de Dios y el poder y la presencia divinos que la acompañan y que demuestran su origen espiritual. Los mortales jamás pueden conocer lo infinito hasta que no se despojan del viejo hombre y logran la imagen y semejanza espiritual".
Comenzamos a despojarnos de este "viejo hombre" — la manera carnal o mortal de pensar — al luchar por vivir más de acuerdo con los niveles que estableció Cristo Jesús en sus enseñanzas, especialmente en el Sermón del Monte. Si nuestros pensamientos están contaminados por la codicia, el egoísmo, la deshonestidad, el temor, la ira, podemos limpiar nuestro propio ambiente mental.
No resulta difícil darse cuenta de que tales errores son la base de actos que dañan el ambiente mundial. Por ejemplo, la codicia puede conducir a un fabricante a contravenir leyes que rigen el almacenamiento y la eliminación de desechos peligrosos. El egoísmo puede impedir que una organización tenga en cuenta las consecuencias que acciones negligentes puedan tener en la comunidad que la circunda. El temor puede ser la causa de que los empleados no se atrevan a protestar contra la utilización de métodos ilegales.
En nuestras oraciones por nosotros mismos, podemos desafiar y rechazar éstas y otras tendencias mortales que pretenden ser parte de nuestra identidad, y de nuestro mundo. En verdad el hombre sólo puede reflejar y expresar la semejanza de Dios. Reconociendo esto, podemos extender el alcance de nuestras oraciones, incluso cualquier problema ambiental que figure en las noticias, ya sea que nos afecte o no en forma directa. Cuando hacemos esto, estamos obedeciendo la admonición de Cristo Jesús de que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Obviamente, estos desafíos ambientales no son de interés secundario. En algunos casos, hay pasos que podemos dar en forma individual para ayudar a legisladores y otras personas a encontrar soluciones. Pero luchar activamente para comprender las leyes espirituales esenciales de Dios que nos van a proteger y que van a corregir las condiciones peligrosas, es algo que todos podemos hacer.
La curación que una Científica Cristiana tuvo hace algunos años puede dar una pauta respecto al gran potencial de bien que hace accesible la oración. Nos muestra, a través de la vida de una mujer, que la verdad espiritual es pertinente tanto para la situación en general como para nuestra vida individual.
En esa época, esta persona comenzó a padecer de una infección en la piel tan seria que temió que las marcas fueran permanentes. Cuando su estado se agravó empezó a orar fervientemente y a buscar la guía de Dios. La ciudad donde vivía se hallaba cerca de un importante lugar de desechos peligrosos, de modo que su oración en parte estaba dirigida a rechazar la creencia de que ella era un mortal, y que quizás fuera víctima de productos químicos peligrosos. Además de reclamar enérgicamente su identidad espiritual, que era invulnerable al mal, se esforzó por purificar su pensamiento, y eliminar sentimientos de impaciencia, temor e ira. A medida que fue progresando en estos aspectos, la infección fue disminuyendo.
Un día, el dueño de su casa le comentó que una vez se había almacenado gasolina en un tanque subterráneo enterrado en el patio. La gasolina se había contaminado y le habían aconsejado que simplemente la fuese vertiendo en pequeñas cantidades. Le dijeron que, con el tiempo, se iría disipando.
Debido a su condición física, esta señora se sintió muy preocupada por la posibilidad de que el pozo de agua potable hubiera sido contaminado por la gasolina, y al principio se asustó. Pero a medida que oraba, percibió la necesidad de reclamar su derecho, y el de cada uno, de vivir en un ambiente puro. Reconoció que este ambiente era espiritual, no material, y que si ella lograba comprender de lleno este hecho como una realidad, el resultado sería la curación.
Otra cosa que tuvo que rechazar fue la creencia de que la situación era irreversible y que, por lo tanto, no había más que aceptarla y soportarla. Comenzó a exigir con mayor vigor su derecho a experimentar sólo el bien como hija de Dios. Trató de dejar de pensar en sí misma como un mortal vulnerable. Al ir rechazando sentimientos de sufrimiento e incapacidad, tanto la condición como las marcas desaparecieron totalmente y no han vuelto a aparecer.
Poco tiempo después, la mujer recibió noticias que le sugirieron que sus oraciones habían tenido una consecuencia más amplia. En la ciudad donde residía habían comenzado a redactar una ley relacionada con el almacenaje en tanques subterráneos, que ayudaría a impedir en el futuro ese tipo de contaminación. Esta ley, finalmente, fue sancionada y produjo muchos cambios. Evidentemente, otras personas también estaban interesadas en la sanción de esa ley, pero la oración específica de esta señora, que llegó más allá de su problema personal, sin duda apoyó la búsqueda de una solución adecuada para aquello que, de acuerdo con los noticieros, era un problema muy generalizado.
Uno de los grandes beneficios que proporciona la oración, tal como se practica en la Ciencia Cristiana, es que se basa en leyes divinas que se pueden conocer y probar; leyes que están expuestas en la Biblia y en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud. Debido a esto, es posible probar que la oración es eficaz cuando la curación se hace evidente. El enfoque espiritual que empleó esta señora también puede servirle de ayuda a usted.
Cuando oramos de esta manera, rodeamos a nuestro único ambiente terrenal con hechos espirituales que son nuestros para que los demostremos tanto en casa como para el mundo. Y podemos esperar ver los resultados.
