Un Articulo Recientemente publicado en un diario es un buen ejemplo del desafío que nuestro mundo debe enfrentar para combatir la destrucción del ambiente. Después de leerlo, uno no puede dejar de preguntarse cómo es la situación en realidad. Por un lado, funcionarios de gobierno al comentar sobre la destrucción del bosque húmedo amazónico, dicen que sólo una pequeña parte ha sido quemada. Por el otro, algunos especialistas en el ambiente dicen que la destrucción de los bosques húmedos en el Amazonas y en el mundo entero es muy extensa y que ya está produciendo daños en el ambiente de nuestro planeta.
Gente como usted y como yo — gente común— quizás no seamos expertos en ciencias ambientales, pero éste es nuestro mundo y es preciso que entendamos en qué condiciones se encuentra y qué podemos hacer para contribuir a su bienestar.
A veces podemos sentirnos tentados a pensar que hay algunos temas en el mundo que son totalmente espirituales por naturaleza, y otros son materiales, y que unos y otros se hallan totalmente separados en nuestra vida. Sin embargo, puede ocurrir que una crisis ambiental realmente nos obligue a ver con mayor claridad la función de los valores morales y espirituales en cada aspecto de nuestra vida. Entonces veremos que todos compartimos un interés común en el estado del mundo. Este reconocimiento creciente de que en el mundo existe un área común en la cual necesitamos unirnos por intereses mutuos, puede realmente conducir a un avance espiritual cuando comenzamos a percibir espiritualmente algo de la relación que une a cada uno con los demás como hijos del Dios único, supremamente bueno.
Es una sorprendente paradoja darse cuenta de que lo que le acontece a un área remota de un país como Brasil, pueda tener efectos sobre el mundo entero. Un hecho de esa índole apunta hacia una verdad espiritual más profunda: nuestras oraciones, por más remotas que puedan parecer desde la rutina de nuestras ocupaciones diarias, tienen el poder de elevar y transformar el corazón de hombres y mujeres en todo el mundo.
Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana
Christian Science (crischan sáiens), tomando como guía la Biblia, nos hablan acerca del poder de la Verdad divina para llegar al corazón. Refiriéndose al encuentro del profeta Elías con Dios, cuando escuchó la dirección de Dios como una voz callada y suave, aun en medio del terremoto, del viento y del fuego, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, afirma: "La 'voz callada y suave' del pensamiento científico cruza continentes y océanos, hasta llegar a los extremos más remotos del globo. La voz inaudible de la Verdad es para la mente humana como cuando 'ruge un león'. Se oye en el desierto y en los lugares tenebrosos del temor".
En el sur de Brasil, a gran distancia de la región del Amazonas, la gente está muy consciente de la controversia mundial con respecto a nuestro bosque tropical. La Sra. Giselda Castro, una activa participante de uno de nuestros grupos de protección del ambiente, comentó que después de muchos años de investigación y de esfuerzos consagrados para combatir estos problemas, surge cada vez con mayor claridad que lo que más se necesita es un cambio profundo en el pensamiento de la humanidad. Ella manifestó que mientras uno quizás piense de inmediato en una crisis física — la destrucción misma del bosque, de la fauna y de la capacidad del planeta para mantener un ambiente respirable— resulta evidente que la verdadera crisis consiste en una crisis de valores, de ética y de religión. Y ella continuó diciendo que esta crisis sólo se puede encarar mediante la oración. Para ella, "la oración está por encima de toda acción, es el poder creativo y modificador de la realidad".
Para un Científico Cristiano, esa oración comienza con el reconocimiento de que en realidad Dios es la única fuerza o poder verdadero. Su creación es totalmente espiritual e indestructible, incluso el hombre como Su expresión o linaje espiritual. La oración basada en esta realidad espiritual no nos separa de la necesidad humana inmediata. Expande nuestra comprensión del poder de Dios para responder a la situación humana específica y apremiante.
Los incendios que amenazan a las selvas tropicales del Amazonas, traen al pensamiento una gráfica ilustración de la Biblia, en la cual el fuego tuvo una función destacada, aunque no la función destructiva que pretendieron los que iniciaron el fuego. Tres hebreos, Sadrac, Mesac y Abednego fueron echados en un "horno de fuego ardiendo". Por supuesto, la amenaza que aparece detrás de este hecho es que para el sentido humano existen pocas fuerzas que sean más destructivas que el fuego. Aun así, el poder de Dios demostró ser más fuerte y liberó a Sadrac, Mesac y Abednego de la muerte.
En la Biblia, el fuego es una metáfora poderosa y multifacética. El significado bíblico de fuego que se da en pocas palabras en Ciencia y Salud, llega al centro mismo de nuestra preocupación por el planeta donde vivimos: "Fuego. Temor; remordimiento; lujuria; odio; destrucción; aflicción que purifica y eleva al hombre".
La codicia y los móviles indignos, que destruirían nuestro planeta por un beneficio económico de corto alcance, no se limitan solamente a lo que hoy enfrentan los bosques tropicales. Esos elementos del mal en el pensamiento humano deben enfrentarse dondequiera que se presenten. Pero cuando les hacemos frente mediante una mayor comprensión de la verdadera naturaleza espiritual del hombre como el hijo muy amado de Dios, vemos que el hombre no es en absoluto la criatura devastadora y destructiva que aparenta ser. Y es aquí que vemos la enorme importancia de la segunda parte de esa definición bíblica. Los desafíos que ahora enfrentamos en el mundo, pueden purificarnos y elevarnos al obligarnos a descubrir la verdadera relación del hombre con Dios, a fin de vencer la codicia y el daño que amenazan a nuestro mundo.
No podemos permitirnos ignorar estos desafíos, porque no podemos continuar ignorando lo que constituye nuestro verdadero ser como hijos de Dios, gobernados espiritualmente y que reflejan el poder que imparte vida, procedente del Amor divino.
En nuestra oración podemos afirmar que el hombre obedece constantemente a Dios, quien gobierna toda Su creación espiritual en perfecta armonía. Debemos orar para expresar mayor humildad, pues esto hará que nuestro pensamiento sea más receptivo a la dirección del Amor divino. El reconocer en nuestra oración la innata integridad del hombre como hijo de Dios, nos ayudará a mantener la convicción esencial de que Dios es la única Mente inteligente. Esta Mente divina es la fuente de la sabiduría y del valor que serán necesarios para guiar a funcionarios públicos y a ciudadanos comunes a la acción que va a reformar y a sanar a nuestro mundo.
