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Durante Casi Setenta años,...

Del número de junio de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante Casi Setenta años, me he apoyado completamente en la Ciencia Cristiana, y deseo expresar mi profunda gratitud por toda la protección y ayuda que he recibido. Más que nada estoy agradecida por la comprensión espiritual de Dios y del hombre que he ganado mediante el estudio de esta Ciencia.

Recuerdo una ocasión cuando estábamos visitando a la familia de mi esposo en Texas. Nuestra hija de siete años estaba corriendo descalza en el patio y pisó un clavo largo, que estaba sujeto a un pedazo de madera podrida. Su abuela quitó el clavo y luego se apuró para buscar un vendaje y una botella de antiséptico. Mientras tanto, yo había estado orando. Yo sabía que Dios está siempre presente y llena todo el espacio, siempre está cuidando de Su hija. Dije que lavar y poner un vendaje en el pie era todo lo que se necesitaba.

Este incidente tuvo lugar durante la guerra, y un Ministro de la Ciencia Cristiana, que sirve durante tiempos de guerra, vivía en la siguiente cuadra. Fui allá y le pedí que le diera a nuestra hija tratamiento en la Ciencia Cristiana por medio de la oración. Cuando quité el vendaje a la mañana siguiente no había ninguna marca en el pie. Su abuela miró un pie y después el otro, y estaba asombrada de que no podía decir cuál era el pie que había sido lesionado.

Años más tarde, nos mudamos a Texas donde éramos distribuidores de una compañía petrolera; nuestra estación estaba situada en un embarcadero (un paso de agua dragado desde el Golfo de México a través de una bahía, lo que permitía a los grandes barcos camaroneros traer su pesca a tierra). Ese año en particular un huracán azotó nuestra costa con vientos de más de 200 kilómetros por hora y olas de más de tres metros de alto. Nuestro pueblo fue evacuado. Cuando nos permitieron regresar cinco días después, encontramos que toda la bahía había sido barrida en limpio; no había quedado ningún edificio en el embarcadero. Nuestra oficina, el almacén, las bombas y los tanques, todo había desaparecido. El seguro no cubría ni la mitad de lo que costaba reponer y reedificar, y todo el dinero que teníamos en el banco solamente alcanzaría para alrededor de unos dos meses.

Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana pidiéndole ayuda. Ella me dijo que no aceptara que la hija de Dios, a quien su Padre amoroso ha dado todo el bien, pueda experimentar pérdida. Ella dijo que si yo realmente sabía esto, nunca experimentaría ninguna pérdida.

Yo sabía que Dios es la fuente de toda provisión para el hombre y que el Espíritu, y no la materia, es sustancia. Oré con la "exposición científica del ser" de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, y confié en Dios para que me dijera lo que tenía que hacer. El me lo dijo de maneras totalmente inesperadas.

Hicimos las cosas necesarias de la manera en que fuimos guiados, y cada necesidad fue satisfecha. Para el verano siguiente, cuando se abrió la temporada de pesca del camarón, estábamos listos. Todos nuestros viejos clientes regresaron y obtuvimos otros nuevos. En tres años habíamos pagado el préstamo al gobierno, y vendimos el próspero negocio con una buena ganancia.

Esta hermosa demostración de provisión fue el resultado de confiar en que Dios, el Amor divino, desarrollara, dirigiera y gobernara cada paso del camino. Nunca podré estar suficientemente agradecida a Dios por Su amor y cuidado.


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