Durante Casi Setenta años, me he apoyado completamente en la Ciencia Cristiana, y deseo expresar mi profunda gratitud por toda la protección y ayuda que he recibido. Más que nada estoy agradecida por la comprensión espiritual de Dios y del hombre que he ganado mediante el estudio de esta Ciencia.
Recuerdo una ocasión cuando estábamos visitando a la familia de mi esposo en Texas. Nuestra hija de siete años estaba corriendo descalza en el patio y pisó un clavo largo, que estaba sujeto a un pedazo de madera podrida. Su abuela quitó el clavo y luego se apuró para buscar un vendaje y una botella de antiséptico. Mientras tanto, yo había estado orando. Yo sabía que Dios está siempre presente y llena todo el espacio, siempre está cuidando de Su hija. Dije que lavar y poner un vendaje en el pie era todo lo que se necesitaba.
Este incidente tuvo lugar durante la guerra, y un Ministro de la Ciencia Cristiana, que sirve durante tiempos de guerra, vivía en la siguiente cuadra. Fui allá y le pedí que le diera a nuestra hija tratamiento en la Ciencia Cristiana por medio de la oración. Cuando quité el vendaje a la mañana siguiente no había ninguna marca en el pie. Su abuela miró un pie y después el otro, y estaba asombrada de que no podía decir cuál era el pie que había sido lesionado.
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