En Estos Tiempos estoy consciente como nunca antes del dolor y el sufrimiento humano en el mundo entero. Contribuyo monetariamente cuanto puedo. Pero añoro poder brindar comida y bebida, vestido, albergue adecuado y seguro a los hambrientos y sedientos refugiados y a los que no tienen hogar. Y aun así, humanamente sólo puedo alcanzar un número pequeño de personas necesitadas. Y aunque sean muchas las personas que logre ayudar, aún hay decenas de miles que tienen necesidades y están fuera de mi alcance.
Hace poco, volví a experimentar estos sentimientos, y me sentí más desalentada que nunca. Pero entonces, después de volverme fervorosamente a Dios en busca de nueva inspiración, recordé con claridad una experiencia específica que me demostró cómo nosotros podemos ayudar a aquellos que humanamente no podemos alcanzar.
En aquel entonces, yo estaba muy preocupada por un miembro muy amado de la familia que tenía serios problemas físicos, económicos y emocionales. Lo que más me preocupaba era una relación en la cual ella estaba envuelta.
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