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La Escuela Dominical y el progreso espiritual

Del número de junio de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Qué Se Necesita para tener una Escuela Dominical espiritualmente viva?

¿Muchos niños en un ambiente brillante? ¿Publicidad? ¿Cooperación y comunicación entre los padres? ¿Maestros que están muy al día con las últimas teorías y métodos educativos usados en escuelas seculares?

Con una frase de su libro Escritos Misceláneos, Mary Baker Eddy hace a un lado toda preocupación por lo superficial y va al centro espiritual de la cuestión: "Ni el artificio ni el punto de vista ni la perspectiva materiales guían a la Mente infinita y a la visión espiritual que debe guiar, y que efectivamente guía, a Sus hijos".

Los hijos pertenecen a la Mente, Dios, y la demostración de este hecho espiritual cambia todo. La misión, el propósito, el contenido y la capacidad para progresar en la Escuela Dominical, todo viene de Dios. Entonces lo que se necesita fundamentalmente es una reorientación radical de la consciencia humana para apartarla de las impresiones y preocupaciones mortales y dirigirlas a la Mente que es la fuente creadora de todo.

Un superintendente captó este nuevo concepto del trabajo una mañana durante el período de enseñanza en la Escuela Dominical: "Esto es tan bueno", escribió en sus notas, "que me esfuerzo por detener mis lágrimas de alegría. Esta es la obra de Dios: los hijos de Dios, la hora de Dios. Todos somos llevados, elevados y engrandecidos en el poder de Su amor. Este es el poder que levantó a Jesús de la tumba, demostrando la inmortalidad de Cristo y de toda vida. Dado que la Vida es Dios, no puede haber un ser viviente que no sea inmortal. Venimos juntos para ver algo de esta gloria; una gloria que pertenece enteramente a Dios pero en la que El libre, plena y alegremente nos sumerge. Vivimos en esta gloriosa y omnímoda luz que es el amor".

¿Cómo esperaría usted que respondiera un niño cuando camina en una atmósfera donde los maestros y el personal están respondiendo activamente a la actualidad inmediata del amor de Dios por Sus hijos? ¿Cómo se supone que responda un niño a la amable energía y al genuino afecto de la espiritualidad verdadera?

No basta con lanzarse a la Escuela Dominical un domingo por la mañana lleno de optimismo ante la perspectiva de pasar una hora con los niños. Hay una lección sumamente importante que aprender de la vida del Maestro. Antes que Cristo Jesús pudiera iniciar su ministerio de curación y enseñanza espiritual, fue necesario que fuera al desierto e hiciera frente a las tentaciones del demonio. Mediante la experiencia se aprende que se necesita algo similar para realizar una actividad genuinamente progresista en la iglesia.

La mentalidad que quisiera tratar de destruir insidiosamente el bienestar espiritual de los niños adopta diferentes formas en diferentes épocas. No siempre es tan evidente y abierta como el decreto de Faraón en el período del nacimiento de Moisés o la proclamación de Herodes cuando nació Jesús. Ni es siempre oficialmente sancionada como en esas partes del mundo donde la educación religiosa ha sido suprimida por ley. Esta clase de influencia es a veces mucho menos obvia. Hoy en día, es menos probable que aparezca como una persecución abierta y visible de la educación espiritual. En vez, la oposición al progreso espiritual se muestra como desorganización, cinismo, torpeza mental, distracción o pesadez que pretende ser indiferente al Cristo. Es algo que puede afectar a los superintendentes y maestros tan seriamente como a los alumnos.

Tal vez más que nada, el enfrentar y desenmascarar sincera y específicamente a esta resistencia mortal bajo la luz de la espiritualidad, abrirá el camino para que la Iglesia progrese en todos los frentes. La Descubridora de la Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy, identifica con precisión la razón: "El mal no es algo que deba temerse y del cual huir, o que se vuelva más real cuando se lo combate. El mal, si se deja en paz, se hace más real, más agresivo, y aumenta sus pretensiones; pero cuando se combate con la Ciencia puede ser, y será, dominado por la Ciencia" (Escritos Misceláneos).

Es alentador recordar que nosotros, con la ayuda de limitados recursos humanos, no somos los que vencemos. El poder espiritualmente científico que desenmascara la nada del mal es la acción de la Verdad, o Mente divina. A medida que abrimos nuestra vida a esta Mente que es Todo — abandonando la impresión mortal de que hay una multitud de mentes en la materia — nos encontramos bajo la luz espiritual y no en las tinieblas. Nos volvemos espiritualmente fuertes y simplemente demasiado sabios como para que seamos descarriados por las fabricaciones y argumentos sin sentido de la mente mortal. Este proceso del despertar espiritual es sumamente liberador y habilitador, no solo para nosotros, sino para todas las actividades de la Iglesia: la Sala de Lectura, la Escuela Dominical, los servicios del domingo y de los miércoles, y demás.

La luz de la Mente atraviesa la confusión mental del sentido mortal. Los hechos concernientes a los niños, la Iglesia, la comunidad y el progreso sobresalen entonces liberados vívidamente de los mundanos conceptos equivocados. Descubrimos que para los niños y para nosotros es muy natural hallar, amar y seguir esta luz. Entonces, el concepto de una Escuela Dominical abandonada a la deriva, luchando contra fuerzas superiores casi imposibles de vencer, se vuelve cada vez más incapaz de ocultar su fragilidad y su falta de poder.

No es como si fuera que Dios crea en Sus hijos inocencia espiritual, bondad innata y pureza natural, y luego se aleja de ellos dejándolos a que contiendan con las influencias agresivas del mundo mortal. Dios sostiene y defiende continuamente lo que expresa en Sus hijos. Cualquier cosa contraria que veamos, indica que necesitamos arrepentimiento, purificación y bautismo espiritual.

Dios expresa en Sus hijos total receptividad y atracción para el bien. Necesitamos descubrir esto en nosotros mismos, en nuestro corazón y en nuestra vida. En la medida que nuestro deseo innato de estar cerca de Dios se transforme en la influencia modeladora y dominante en nuestra vida, podremos ver la disposición semejante a la de un niño que tenemos de aceptar la espiritualidad que está en el corazón de todo niño. Al mismo tiempo nos damos cuenta de que el amor de Dios para todo niño debe ser ilimitado. Este amor infinito es la sabiduría que instruye espiritualmente. Esta es la razón por la cual la humanidad finalmente descubrirá que la educación espiritual de los niños es tan inevitable como la salida del sol. Se está elevando y se elevará a medida que el resplandor espiritual del Espíritu Santo opere para reemplazar gradual y totalmente la noche del materialismo.

CONVERSACION CON UN MAESTRO DE LA ESCUELA DOMINICAL

El Hablar Con maestros dedicados de la Escuela Dominical acerca de su trabajo, proporciona un sentido de la Ciencia Cristiana maravillosamente vivo de lo que la Ciencia Cristiana puede hacer y está haciendo por los niños. Estas personas no van simplemente para encontrarse los domingos por la mañana con gente joven, impulsadas por un rutinario sentido del deber. Están viendo que su propio sentido espiritual despierta y que su innato candor infantil se renueva. Están creciendo junto con los niños y aprendiendo de ellos, y dándoles algo del amor y apoyo que ellos sintieron cuando fueron alumnos o visitantes de una iglesia filial de la Ciencia Cristiana.

He aquí algunos extractos de una conversación con una persona que está trabajando en una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.

¿Por qué enseña usted en la Escuela Dominical? Enseño en la Escuela Dominical porque amo a los niños. Me gusta verlos responder a Dios. Me gusta oír acerca de su vida y lo que están experimentando y aprendiendo. Me gusta cómo me desafían para que yo crezca. Ha llegado un punto que es difícil pensar en no enseñar en la Escuela Dominical.

¿Qué considera usted que ha aprendido de los niños? Una de las cosas que realmente me ha impresionado es cuánta espiritualidad innata hay en los niños. Sin duda, hay mucho en la sociedad hoy en día que quisiera interferir con eso y servir de pantalla de humo para esa espiritualidad. Pero con mucha frecuencia ésta se abre paso, y nos hace comprender que la espiritualidad no se aprende humanamente. De cierta manera, lo que se necesita aprender es cómo dominar la resistencia, y hacerla a un lado para que aquello que es tan natural pueda brotar. He aprendido de los niños a esperar más la espiritualidad y estar deseosa de comprender que ciertas cosas son, en realidad, señales de una creciente espiritualidad.

¿Puede darme un ejemplo de esto? He visto en mis clases a jóvenes que están hartos del materialismo de la década de 1980 y que se han rebelado en contra. Los he visto anhelar algo más, algo más profundo. He tratado de ayudarlos a clarificar lo que están sintiendo y ayudarlos a ver lo que realmente satisface. He visto a jóvenes en mi clase amar, hacer un esfuerzo extraordinario por amar a otros que no son los más populares o los más amados. Los he visto realmente luchar por un concepto de su propia identidad para que no sea modelada por otros, sino realmente formada por lo que Dios les está dando a ellos.

Tengo la impresión de que la oración y el crecimiento espiritual son siempre un acto de descubrimiento. La única manera en que realmente podemos enseñar una clase es descubrir con ellos. No traer algo que ya sabemos para dárselo a ellos, sino realmente ir con ellos y descubrir de nuevo lo que está en la Biblia y en Ciencia y Salud; no pretender que lo estamos descubriendo, sino realmente ver algo nuevo y actual acerca de ello.

¿Cómo sabe usted si su clase está progresando? Algunas veces tenemos una idea de lo que debiera ser el progreso de la clase; lo delineamos en nuestra cabeza y nos desilusionamos cuando las cosas no resultan de esa manera. Probablemente sea lo mismo con la curación. Tenemos un concepto de cómo debiera efectuarse la curación, y nos imaginamos una línea ascendente en la gráfica. Algunas veces nos desalentamos cuando hay choques y sacudidas. Puede haber momentos en que hay mucho progreso, y luego nos desalentamos porque el crecimiento requiere más de lo que inicialmente habíamos esperado. Con frecuencia los alumnos están obteniendo mucho más de lo que pensamos.

¿Hay algo más aparte de la persistencia que ayuda a salir de tal período de cambio y transformarlo en una catálisis para el progreso? Aparte de la persistencia, lo que se necesita es disposición de parte del maestro de recurrir a Dios y obtener de El nuestro concepto de la clase. Es como ocurre con un problema físico, cuando la tentación puede ser mirar la evidencia física. Aquí la tentación puede ser mirar la evidencia humana de cómo está progresando la clase. Realmente necesitamos Ser Científicos Cristianos. Necesitamos hacer lo que hemos estado profesando y no ser [engañados] por los momentos que no son tan impresionantes o vivaces.

Una de las cosas más difíciles para un maestro, o una clase, es cuando los alumnos parecen no tener nada que decir o qué responder a lo que estamos diciendo. Y, no obstante, es simplemente como un velo; sabemos que están sintiendo las cosas mucho más profundamente y pensando con mayor profundidad acerca de la vida que lo que se evidencia.

Pero ¿cómo penetrar el velo? Se penetra mediante amor por los alumnos y no sintiéndose demasiado impresionado por un sentido amortecido de las cosas. Algunas veces se penetra haciendo preguntas difíciles, tanto a uno mismo como también a los alumnos. Con frecuencia, las preguntas que yo hago se refieren a su vida y lo que están experimentando en su vida, y necesito hacerme las mismas preguntas a mí mismo.

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