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Por favor, sáquenme de la lista

Del número de junio de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Parecia Increible Que hubiera durado tres horas y media una reunión de la iglesia, sólo para elegir a tres miembros de la comisión directiva y a un presidente. ¿Dónde estaba la eficiencia? ¿No se podía encontrar un medio para acelerar la elección? Además, como nuevo miembro de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, no conocía a ninguno de los miembros que se podían elegir. ¿Por quién debía votar?

Estas eran sólo algunas de las preguntas que me hice cuando dejé mi primera reunión de iglesia para la elección de funcionarios. Tan pronto como pude, pensé en ver la posibilidad de que se cambiara un estatuto para mejorar el proceso de elección. También pensé en llevar pilas de publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana para leer durante la próxima elección. Pero las cosas no resultaron como esperaba. En lugar de eso, durante las semanas y meses siguientes, poco a poco comencé a obtener una perspectiva más espiritual de Iglesia y un mayor aprecio por el propósito de servir en nuestras iglesias filiales.

Cada actividad en que participamos en nuestras iglesias filiales nos da a cada uno la oportunidad de crecer espiritualmente en la familia de la iglesia, y de reconocer la presencia y el poder del Cristo. De modo que podemos pensar que una reunión de la iglesia no es sólo una actividad ordinaria, sino una oportunidad para demostrar la labor de la Ciencia Cristiana, el desarrollo del bien.

Cuando consideramos la reunión desde este punto de vista, obtenemos una perspectiva completamente diferente sobre los pensamientos negativos que llegan a agitarse durante una elección. Por ejemplo, puede que pensemos: No hay muchos miembros que deseen trabajar. O, tal vez: Por favor, sáquenme de la lista. Quizás pensemos: Ciertamente, no hay muchos hombres en nuestra iglesia. O: Espero que no me elijan para la comisión directiva, estoy muy ocupada. No voy a votar por el señor —; siempre está de viaje. Ciertamente no podemos elegir a la señora —; las reuniones de comisión son de noche, y a elle no le gusta manejar de noche. Y así podríamos seguir.

¿Qué hay de malo en estos pensamientos? Ciencia y Salud nos hace esta pregunta introspectiva: "¿Son divinos los pensamientos o son humanos?" ¿Qué provecho recibimos teniendo estos pensamientos limitados acerca de nosotros y de los demás? ¿Son realmente provechosos y razonables, o tratan de impedir que percibamos una elección inspirada?

Una de las formas de sacar nuestros pensamientos de la limitación es preguntarnos: ¿Cuál es el plan de Dios? ¿No es Su plan siempre bueno? Una reunión para la elección de funcionarios nos da la oportunidad (y es importante verla con gozo) de constatar la dirección y orientación de la Mente única. Estas reuniones pueden ayudarnos a despertar a la necesidad de apartarnos de cualquier sentido de personalidad, de delinear la naturaleza del bien para nosotros y los demás, y de ver solamente la voluntad de Dios en actividad. El Padre Nuestro en el Evangelio de Mateo nos dice claramente de quién es la voluntad que debemos obedecer, y respecto a nuestro Padre, Dios, afirma: "Hágase Tu voluntad".

Estaremos más receptivos a la inspiración divina si apartamos la atención del cuerpo, de ver al hombre como una personalidad mortal, y lo vemos solamente como Dios lo hizo, es decir, espiritual, la imagen y semejanza de Dios. En Escritos Misceláneos, la Sra. Eddy dice: "Encarezco sinceramente a todo Científico Cristiano que deje de observar o estudiar el concepto personal de cualquier individuo, y que no fije su atención ni en su propia corporeidad ni en la de los demás, juzgándola buena o mala".

¿Qué ocurriría si cada uno de nosotros, durante una reunión para la elección de funcionarios ora en silencio, antes, durante y después de votar? Nuestra oración puede afirmar la totalidad de Dios y la inteligencia que el hombre refleja como imagen de Dios. Y nuestra oración puede negar la realidad de todo lo que sea desemejante a Dios. ¿Qué ocurriría si reemplazáramos cada pensamiento que restringe o delimita la demostración de los demás, y escucháramos al Cristo, la Verdad, en busca de dirección? De esta manera, una reunión de iglesia, ya sea que dure tres horas y media o tres días y medio, se vería como lo que es, una oportunidad para que cada miembro redima sus pensamientos, y ore para ser semejante al Cristo.

Durante años he pensado y orado mucho acerca de estas reuniones, y hace algunos años tuve el privilegio (ahora me doy cuenta, aunque no me pareció tan claro esa noche) de poner en práctica lo que había aprendido sobre la voluntad de Dios y de confiar en Su plan.

Había concurrido a una reunión para la elección de funcionarios, reconociendo la dirección de Dios, sabiendo que la única Mente estaba gobernando por completo Su universo. No me veía a mí misma como un posible candidato para servir en la iglesia, porque mi esposo acababa de terminar su término de dos años en la comisión directiva, teníamos un niño de un año y había muchos otros en nuestra bien concurrida iglesia a quienes consideraba más capaces que yo. Además, estaba esperando otro bebé (aunque no era obvio todavía). No parecía ser el momento más apropiado para prestar servicios. Así es el razonamiento humano.

Aun así, no quité mi nombre de la lista de posibles candidatos. Estaba dispuesta a servir si ésa era la voluntad de Dios, aunque no creía que lo fuera. Cuando la votación terminó, había salido electa.

Se habían planeado seis reuniones ese año en las cuales iba a ser la presidenta, y la reunión de mayo iba a ser pocos días antes del arribo de mi hija. El tiempo necesario para prepararme para estas reuniones tuvo un propósito divino; me ayudó a apartar el pensamiento de mí misma hacia la iglesia y la hermandad de toda la humanidad. Para cada reunión pude hacer los arreglos necesarios para que cuidaran del bebé, con facilidad y en perfecto orden. El bebé se quedaba dormido antes de irme a estas reuniones, aunque no era la hora en que acostumbraba hacerlo.

Vencí la sensación de incompetencia o falta de conocimientos sobre lo que necesitaba saber acerca de cómo presidir una reunión, cuando vi al Cristo como la cabeza de la Iglesia, y me preparé poniéndome al tanto con los estatutos de la iglesia y con la forma de proceder en las reuniones. Me di cuenta de que estas reuniones proporcionaban una oportunidad para que cada miembro pusiera en práctica la oración cristiana y sanadora que tanto valoraba en la Ciencia Cristiana; había sido elegida para prestar servicios en sólo uno de los varios cargos que incluye la labor de iglesia. Aprendí que no hay tal cosa como "¿quién será el mayor?" en esta iglesia. Dios es el Mayor, la fuente de toda aptitud y autoridad.

De modo que realmente fue "lo mayor" para mí, el mejor año para mí, en lo que se refiere a crecer en humildad y humanidad. Cometí equivocaciones, pero aprendí de cada una de ellas.

La labor que llevamos a cabo en nuestras iglesias filiales jamás se debería tomar a la ligera. La familia de nuestra iglesia provee el medio para que madure nuestro concepto del Amor divino. Decir: "Por favor, sáquenme de la lista", podría significar dejar pasar una gloriosa oportunidad.

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